Desacuerdos
Carencias del proyecto de ley de educación sexual
- Clarence C. King/Planificador Eléctrico Jubilado
- - Publicado: 25/11/2014 - 12:00 am
La mayoría de la población panameña, incluyendo el clero eclesial, al contrario de lo que señalan los grupos que apoyan el proyecto de ley N.° 61 con su contenido actual, está de acuerdo con que se impartan cursos de educación sexual a los adolescentes en las escuelas. El desacuerdo está en el contenido, el alcance y la falta de consenso con los padres de familia. El proyecto de ley en cuestión es visto como poco científico, indigno, y como una falta de respeto hacia los padres.
CUANDO POR NUESTRAS ACCIONES ANIMAMOS Y ALENTAMOS EL SEXO Y LA SEXUALIDAD ENTRE LOS MENORES DE EDAD COMO UN ACTO PURAMENTE FÍSICO SIN NINGÚN DESEO DE AMOR Y RESPONSABILIDAD, SU VIDA SEXUAL SE CONVIERTE EN ALGO DESPERSONALIZADO, MECANIZADO, SIN SENTIDO Y ARTIFICIAL.
Es obvio que los promotores del proyecto de ley no están realmente interesados en ayudar a construir una relación satisfactoria y significativa entre padres e hijos, en construir hogares saludables y una mejor sociedad.
Cualquier persona que aleja a los niños de sus raíces, privándoles de un sentido de seguridad por la unión con familia, sociedad y naturaleza, las cuales les proporcionan un medio para superar la ansiedad de las presiones de grupo, las presiones de la vida urbana, y también para trascender la “crisis de identidad del adolescente”, carece de credibilidad tanto social como personal.
Los niños tradicionalmente vuelven hacia la intimidad de sus hogares para buscar refugio, para buscar comodidad, para tener un amortiguador y un antídoto para los golpes, las cicatrices y el acoso sufrido durante las batallas con la sociedad. Pero nuestra sociedad hipócrita está conspirando para pervertir y volver a niños en estado vulnerable contra sus padres y viceversa, a través de la implementación del anteproyecto de ley sexual actual.
Cuando por nuestras acciones animamos y alentamos el sexo y la sexualidad entre los menores de edad como un acto puramente físico sin ningún deseo de amor y responsabilidad, su vida sexual se convierte en algo despersonalizado, mecanizado, sin sentido y artificial. Estamos legando a nuestros hijos, de forma deliberada, un mundo donde lo genuino ha sido sistemáticamente reemplazado por lo artificial.
Por desgracia, el diagnóstico de los promotores del proyecto de ley 61 no incluye un plan para la abstinencia y para fortalecer los lazos familiares. Parecen ser más bien sanciones sociales y amonestaciones médicas a los padres y a las familias.
No hace falta ser un genio salido de una lámpara con una computadora para darse cuenta de que la mayoría de esos llamados “expertos” que están en la vanguardia de la batalla legislativa para aprobar el proyecto de ley 61 con sus connotaciones negativas sobre la patria potestad, y para dar mayor libertad de elección y acción a la niñez y la adolescencia, son los mismos grupos feministas militantes de siempre y los activistas de género, quienes siguen insistiendo en incluir a nuestra niñez y adolescencia en sus planes sexuales, y quienes ven en la aprobación de la susodicha ley una forma de “empoderar” a las mujeres desde su niñez y adolescencia a tomar decisiones propias sobre su cuerpo con respecto al aborto, los anticonceptivos, la esterilización, las ETS, condones, etc., sin que sus padres puedan intervenir, todo bajo el engaño de educación sexual.
Sus enfoques en la lucha contra los problemas modernos de ETS y los embarazos precoces en menores de edad son ineficaces, porque carecen de la visión de la naturaleza humana necesaria para convertir comportamientos autodestructivos en comportamientos saludables, y es por eso que se han concentrado en los aspectos físicos, los aspectos lascivos, de placer y lujuria de la sexualidad, ignorando por completo los aspectos psicológicos, humanos, éticos y de valores, y la necesidad que tiene todo niño de apoyo, orientación, persuasión y motivación, lo que les haría más fácil ir a la abstinencia.
Los niños de hoy tienen muy pocas actividades, juegos y formas para descargar energías y emociones, y han trasladado su interés hacia el sexo por diversión. El 5% de nuestros menores de edad que se han descarriado hoy día absorben una dosis increíble de críticas por su comportamiento y libertinaje sexual. Parece que todo el mundo está evaluándolos con un bombardeo constante de aspectos negativos. Pero nuestra sociedad ahora tiene la intención de colocar el 95% restante de los menores en el mismo molde, enseñándoles a someterse y estar cómodos en relaciones basadas en la explotación sexual, en la lujuria y en el oportunismo, para luego terminar como una figura trágica y una vergüenza en su hogar, en la escuela y en la sociedad, simplemente porque los modernos innovadores sociales y sexuales olvidaron considerar dos simples detalles: el sentimiento de culpa y la vergüenza.
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