Ángeles guardianes para las víctimas del fuego
En Panamá se ha creado un centro para tratar a las víctimas del fuego, una vez hayan cicatrizado sus heridas por las quemaduras.
- Luis Miguel Avila
- - Publicado: 21/10/2006 - 11:00 pm
Los niños cuando empiezan a dar sus primeros pasos, son muy ansiosos. Exploran su alrededor y entran a lugares donde pueden sufrir accidentes. Las quemaduras constituyen unos de los accidentes más frecuentes. Solo en el Hospital del Niño se atienden de 20 a 25 casos de quemaduras por mes, tomando en cuenta que los que pacientes que llegan sufren quemaduras moderadas y severas.
Quemarse resulta muy doloroso. La recuperación de un niño quemado es larga, debido a que se tienen que someter a tratamientos difíciles de lidiar, por la condición de los niños. El lavado en la tina "remolino" con gotas de yodo, y la remoción de las gasas, que se pegan en la zona afectada, son ejemplo de dos procedimientos.
En nuestro país se ha creado un centro para tratar a estas víctimas del fuego, una vez hayan cicatrizado sus heridas por las quemaduras, esta es la Asociación Panameña de Ayuda al Niño Quemado (APANIQUEM), que trata, a través de un proceso de trabajo, de incorporar al niño a una vida normal y sin limitaciones.
Dentro APANIQUEM se atiende a pequeños de meses hasta los 18 años de cualquier parte del país.
Los pacientes reciben tratamiento gratuito, por parte de una terapeuta ocupacional, una psicóloga y dos fisioterapeutas, los cuales realizan el mejor trabajo posible para ayudarlos.
Michael Cosaraquis, director de APANIQUEN, indicó a Panamá América que los pacientes que se tratan en la asociación son aquellos que han sido dados de alta de la Unidad de Quemados del Hospital del Niño. Estos llegan al centro una vez han cicatrizado sus heridas, para que puedan comenzar con su tratamiento y evitar que se degeneren sus heridas.
Cosaraquis recalcó que el principal objetivo es ayudarlos a restablecer las funciones de los miembros que han sido afectados, debido a que las cicatrices comienzan a encogerse y el niño está creciendo, por lo que se puede causar la inmovilidad de sus miembros.
Los niños que acuden al centro reciben todos los materiales necesarios para su recuperación, como son las vendas - dependiendo del tipo de quemadas-.
Otro aspecto importante es que los pacientes son ayudados con dinero para su movilización, ya que la continuidad de las terapias es parte importante en la recuperación.
Los niños en terapia tienen que pasar por un proceso, el cual puede durar de 6 meses hasta varios años, dependiendo de la gravedad de la quemadura. Si es de primer o segundo grado, una vez ha sido evaluada, comienza el proceso de recuperación, que consta de tres etapas y que se refuerza con un trabajo en conjunto entre padres e hijos para una evolución exitosa del paciente.
Una de las etapas es el tratamiento psicológico. Tanto hijos como padres lo reciben, el cual es un poco difícil ya que los niños tienen mucha ansiedad y tienden a rehuir todas las cosas que les recuerden el accidente.
Para Lucía García, psicóloga de APANIQUEN, el tratamiento va enfocado a evitar un sentimiento de culpabilidad en los padres, pero es necesario llevarlos a reflexionar que son situaciones fortuitas que no se pueden controlar.
Otro punto importante es la terapia ocupacional de rehabilitación, que les ayuda a ser independientes. Por ejemplo, las secuelas de las quemaduras les dificulta comer por sí mismos, y la terapia les enseña a realizar esta y otras actividades que antes hacían.
Además, la terapia se centra en la rehabilitación de las cicatrices en áreas especiales, como la cara, pies, manos, cuello y las mamas, que son de difícil acceso y difíciles de tratar.
Johanna Fernández, terapeuta de APANIQUEN, indicó a Panamá América que la confección de "férulas" guarda una estrecha relación con la terapia ocupacional. Las "férulas" son un aditamento usado para lograr determinada posición. Se confeccionan con "termoplásticos", que son materiales sensibles al calor, los cuales se calientan y con ellos se obtiene la forma que se desea. Así se pueden hacer formas de manos, pies, cara, ya que se moldea sobre el paciente para que lo utilice por uno, dos o tres meses, dependiendo del resultado que se quiere lograr.
Fernández agregó que también se le adiciona al lugar de la cicatriz algún otro aditamento o alguna placa de relleno como puede ser gel o material de forrado.
El tercer paso de la recuperación es el trabajo fisioterapéutico con el cual se busca la rehabilitación y recuperación de la cicatriz a través de los masajes de estiramiento y la presoterapia, que es la colocación de los vendajes, para evitar que las heridas crezcan. Estos masajes hacen que las fibras de colágeno se reordenen y se logra hacer presión para disminuir el crecimiento de la cicatriz. El resultado de esta terapia depende de la localidad y la profundidad de la herida.
La fisioterapeuta Jessenia Ochoa dijo a Panamá América que una vez hayan pasado de 6 a 8 meses, tiempo en que la cicatriz ha madurado, se reúnen con un cirujano plástico para reevaluar al paciente. Así se determina, dependeindo de la evolución de la cicatriz, si se le somete a una cirugía, ya sea reconstructiva o reparativa.
Quemarse resulta muy doloroso. La recuperación de un niño quemado es larga, debido a que se tienen que someter a tratamientos difíciles de lidiar, por la condición de los niños. El lavado en la tina "remolino" con gotas de yodo, y la remoción de las gasas, que se pegan en la zona afectada, son ejemplo de dos procedimientos.
En nuestro país se ha creado un centro para tratar a estas víctimas del fuego, una vez hayan cicatrizado sus heridas por las quemaduras, esta es la Asociación Panameña de Ayuda al Niño Quemado (APANIQUEM), que trata, a través de un proceso de trabajo, de incorporar al niño a una vida normal y sin limitaciones.
Dentro APANIQUEM se atiende a pequeños de meses hasta los 18 años de cualquier parte del país.
Los pacientes reciben tratamiento gratuito, por parte de una terapeuta ocupacional, una psicóloga y dos fisioterapeutas, los cuales realizan el mejor trabajo posible para ayudarlos.
Michael Cosaraquis, director de APANIQUEN, indicó a Panamá América que los pacientes que se tratan en la asociación son aquellos que han sido dados de alta de la Unidad de Quemados del Hospital del Niño. Estos llegan al centro una vez han cicatrizado sus heridas, para que puedan comenzar con su tratamiento y evitar que se degeneren sus heridas.
Cosaraquis recalcó que el principal objetivo es ayudarlos a restablecer las funciones de los miembros que han sido afectados, debido a que las cicatrices comienzan a encogerse y el niño está creciendo, por lo que se puede causar la inmovilidad de sus miembros.
Los niños que acuden al centro reciben todos los materiales necesarios para su recuperación, como son las vendas - dependiendo del tipo de quemadas-.
Otro aspecto importante es que los pacientes son ayudados con dinero para su movilización, ya que la continuidad de las terapias es parte importante en la recuperación.
Los niños en terapia tienen que pasar por un proceso, el cual puede durar de 6 meses hasta varios años, dependiendo de la gravedad de la quemadura. Si es de primer o segundo grado, una vez ha sido evaluada, comienza el proceso de recuperación, que consta de tres etapas y que se refuerza con un trabajo en conjunto entre padres e hijos para una evolución exitosa del paciente.
Una de las etapas es el tratamiento psicológico. Tanto hijos como padres lo reciben, el cual es un poco difícil ya que los niños tienen mucha ansiedad y tienden a rehuir todas las cosas que les recuerden el accidente.
Para Lucía García, psicóloga de APANIQUEN, el tratamiento va enfocado a evitar un sentimiento de culpabilidad en los padres, pero es necesario llevarlos a reflexionar que son situaciones fortuitas que no se pueden controlar.
Otro punto importante es la terapia ocupacional de rehabilitación, que les ayuda a ser independientes. Por ejemplo, las secuelas de las quemaduras les dificulta comer por sí mismos, y la terapia les enseña a realizar esta y otras actividades que antes hacían.
Además, la terapia se centra en la rehabilitación de las cicatrices en áreas especiales, como la cara, pies, manos, cuello y las mamas, que son de difícil acceso y difíciles de tratar.
Johanna Fernández, terapeuta de APANIQUEN, indicó a Panamá América que la confección de "férulas" guarda una estrecha relación con la terapia ocupacional. Las "férulas" son un aditamento usado para lograr determinada posición. Se confeccionan con "termoplásticos", que son materiales sensibles al calor, los cuales se calientan y con ellos se obtiene la forma que se desea. Así se pueden hacer formas de manos, pies, cara, ya que se moldea sobre el paciente para que lo utilice por uno, dos o tres meses, dependiendo del resultado que se quiere lograr.
Fernández agregó que también se le adiciona al lugar de la cicatriz algún otro aditamento o alguna placa de relleno como puede ser gel o material de forrado.
El tercer paso de la recuperación es el trabajo fisioterapéutico con el cual se busca la rehabilitación y recuperación de la cicatriz a través de los masajes de estiramiento y la presoterapia, que es la colocación de los vendajes, para evitar que las heridas crezcan. Estos masajes hacen que las fibras de colágeno se reordenen y se logra hacer presión para disminuir el crecimiento de la cicatriz. El resultado de esta terapia depende de la localidad y la profundidad de la herida.
La fisioterapeuta Jessenia Ochoa dijo a Panamá América que una vez hayan pasado de 6 a 8 meses, tiempo en que la cicatriz ha madurado, se reúnen con un cirujano plástico para reevaluar al paciente. Así se determina, dependeindo de la evolución de la cicatriz, si se le somete a una cirugía, ya sea reconstructiva o reparativa.
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