Fútbol
Deporte, orgullo, confianza y dignidad nacional
No puede ser cierto que el apego, admiración y fidelidad que sentimos por la selección nacional que representa nuestro fútbol, empiece y termine cuando perdemos o
- - Publicado: 20/6/2013 - 09:53 pm
No puede ser cierto que el apego, admiración y fidelidad que sentimos por la selección nacional que representa nuestro fútbol, empiece y termine cuando perdemos o ganamos ante el rival. Personalmente, confieso, no sé nada de este deporte excepto que se “patea” la pelota y que hay que meter el gol para ganar. Admiro de los jugadores la destreza y agilidad con la que con sus piernas, manejando y dominando a diestra y siniestra una pelota, hacen las más asombrosas maniobras en ese deporte.
Perdimos ante los Estados Unidos de América. Cómo me habría gustado, como país, haberles ganado. Perdimos ante una selección tica que ha dado muestras de menospreciarnos y ensoberbecerse cada vez que se le antoja de nuestro fútbol. No perdamos de vista que, también, ha pretendido humillar nuestra propia dignidad nacional cuando un exfuncionario diplomático de ese vecino país dijo que nuestro Canal de Panamá era una zanja hedionda y fétida. Eso provocó la repulsa de todos los panameños, y tan imprudente y poco cuerdo funcionario fue retirado de este país por su propio Gobierno. Cuando eso sucedió, fui uno de los primeros en salir a despotricarlo y censurarle su atrevido y poco usual comportamiento diplomático.
SIGAMOS CONFIANDO EN NUESTROS MUCHACHOS. ELLOS PUEDEN, LO HAN DEMOSTRADO, PUES LOS DOS PAÍSES ANTE LOS CUALES HEMOS PERDIDO, TAMBIÉN PERDIERON CON NOSOTROS.
Cuando el señor empresario, el magnate Donald Trump, ciudadano de los Estados Unidos de América, dijo que los Estados Unidos nos había regalado el Canal de Panamá, fui también, sino el primero, uno de ellos, en salir a ripostarle con caballerosidad e hidalguía y solicité que fuera declarado non grato en nuestro medio. Y efectivamente, así sucedió y este caballero terminó reculando ante sus ofensivas e injuriosas expresiones contra todos los panameños y panameñas.
Roberto “Manos de Piedra” Durán ha sido un símbolo nacional incuestionable. Irving Saladino irrefutable como tal. Tenemos un abanico de hombres y mujeres de los cuales toda la nación se siente orgullosa por llevar nuestra bandera nacional ante el concierto de las naciones en donde participamos con dignos representantes en diversas disciplinas deportivas. Eso también sucede, si muchos no lo saben, en el ámbito de la cultura, de la literatura, las ciencias, etc.
Pero retornando a la selección nacional, no me puedo permitir esa ola de desaliento o de desánimo que, al parecer, ha invadido a miles de compatriotas y siendo que he escuchado comentarios muy lesivos y dañinos a la dignidad de cada uno y de todos los que en la selección nacional intervienen como gigantes ante las otras naciones con las cuales nos ha tocado disputar goles.
Los veo como lo que son. Gigantes. Son grandes esos muchachos. Cada vez que veo ondular el pabellón nacional me inspiro, me agallardo, y el orgullo nacional por lo nuestro aflora en mí hasta con lágrimas de satisfacción sin límites. No podemos, en consecuencia, desalentarnos. Un mundial de fútbol, cierto, es la meta. Hacia allá queremos ir y llegar. Con calma, sin prisa, con paciencia, sigamos confiando en nuestros muchachos. Ellos pueden, lo han demostrado, pues los dos países ante los cuales hemos perdido, también perdieron con nosotros. Las fuerzas están igualadas, al menos eso parece ser. Con México producimos un empate, pero dando muestras de que bien pudimos marcar goles. Y México no es cualquier pintado en la pared de los grandes países del fútbol. Se trata de casi una potencia en el fútbol. Y le empatamos.
Tenemos que mantener y preservar, incólume, nuestro orgullo por la selección nacional.
Cuando cursaba estudios en Argentina, cito este ejemplo, y este país no lograba ganarle al rival, cierto que había tristeza y decepción entre los fanáticos del fútbol, pero nunca, nunca, vi a dicha fanaticada despotricar en contra de su selección nacional y menos restarle o quitarle el tradicional e histórico orgullo y respaldo que sienten por ella.
No puede ser cierto, tampoco, que la dignidad nacional sea puesta en bandeja de renuncia porque hayamos perdido uno o dos o más partidos. Tenemos que mantener la frente en alto. Siempre orgullosos de nuestros verdaderos gladiadores del fútbol.
Veamos las cosas desde la visual optimista y, sinceramente, inspiremos a los muchachos. Si tenemos que ser autocríticos, sin ser especialista, reitero y sin pretensiones de ello, hay que mesurar más las estrategias, y si el contrario las adivina o descubre, simplemente tener a manos otra para ponerla inmediatamente en ejecución.
Construyamos, cada día, más y más en el deporte. Mensaje necesario para los gobiernos: Hay que apoyarlo más y más. ¡Viva el fútbol! Impresionado. Cómo nos une. No permitamos que se fraccione un deporte que ha dado muestras claras de que tiene el poder de unirnos y hermanarnos con un sentimiento de Patria.
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