Editorial
Diálogo o monólogo
El rechazo contundente de Nicolás Maduro a la aprobación de una ley de amnistía a los dirigentes políticos, alcalde y estudiantes encarcelados podría echar por tierra los resultados del diálogo entre el Gobierno y sectores de la oposición.
El rechazo contundente de Nicolás Maduro a la aprobación de una ley de amnistía a los dirigentes políticos, alcalde y estudiantes encarcelados podría echar por tierra los resultados del diálogo entre el Gobierno y sectores de la oposición.
- Publicado: 19/4/2014 - 11:00 pm
El rechazo contundente de Nicolás Maduro a la aprobación de una ley de amnistía a los dirigentes políticos, alcalde y estudiantes encarcelados podría echar por tierra los resultados del diálogo entre el Gobierno y sectores de la oposición. Diálogo que Maduro convierte en monólogos de larga duración en los que habla de temas diversos, excepto los aspectos más funestos de la crisis; esto es la vigencia de garantías constitucionales sobre libertad de prensa, manifestaciones públicas sin violentas represiones policiales, derogatoria del sistema de controles de divisas, alimentos e insumos industriales.
Hay voceros políticos que hablan de “la trampa del diálogo”, estimando que se le podría estar haciendo el juego al Gobierno al sentarse en una mesa en la que, por lo se ha apreciado en las transmisiones por televisión, el Gobierno no acepta cambios encaminados a la subsistencia de las garantías individuales y colectivas más elementales.
Maduro repite que el diálogo consiste en un ejercicio oratorio para intercambiar impresiones sobre el socialismo del siglo XXI, no para modificar nada sustantivo del modelo chavista. La intransigencia de Maduro y de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, sigue manifestándose en ataques virulentos contra lo que denominan la conspiración de las guarimbas.
Ante la intransigencia de las posturas oficialistas, la oposición se estaría fragmentando en opositores fláccidos como el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, y opositores radicales que encabeza Leopoldo López, con el apoyo de amplios grupos de estudiantes universitarios. Si el Gobierno chavista no aceptase cambios del modelo político y económico, se podría agigantar la decepción de los venezolanos que creyeron que se obtendría la restauración de la convivencia pacífica entre chavistas y no chavistas.
Mientras se está frustrando la posibilidad de alcanzar un razonable y civilizado entendimiento de naturaleza política, se agrava día a día el desabastecimiento de los alimentos de primera necesidad social.
El Gobierno ha oficializado las tarjetas de racionamiento al estilo cubano. Crea organismos de títulos rimbombantes, como acostumbró el comandante Hugo Chávez, para impulsar la producción con medidas burocráticas controlistas. No se pagan las copiosas facturas de la deuda externa, como las de la Zona Libre de Colón, las compañías de aviación, las compras de medicamentos en el extranjero y otros rubros impagos.
Los principales diarios sobreviven en penosas condiciones gracias a las remesas de papel de impresión de diarios colombianos. Sin embargo, a pesar de los signos exteriores de la peor crisis de los últimos tiempos en la patria de Bolívar, los Gobiernos latinoamericanos abiertamente chavistas o cautelosamente prochavistas pretenden ignorar la gravedad de la situación interna.
Se acrecienta el desencanto en las fuerzas militares, tal como lo demuestra la detención de más generales y oficiales de menor rango. Pero las fuerzas civiles estiman que un golpe militar no representa una salida democrática, como podría serlo un diálogo genuino para derogar la inconstitucionalidad de la represión draconiana de los adversarios.
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