El colorista de la ciudad
La vida urbana, el mundo animal y la época colonial inspiraron a este maestro de la pintura que dejó un legado inconmensurable para las futuras generaciones.
- Redacción /
- - Actualizado: 04/4/2018 - 02:57 pm
Jorge March se marchó de la vida terrenal hace casi cuatros años, pero legó una cual está siendo redescubierta y puesta al alcance de expertos y curiosos en una muestra que se inauguró esta semana en la casa matriz del Banco Nacional de Panamá.
Se dice que las técnicas, tonos múltiples y autenticidad constiuyen la herencia que March dejó a las nuevas generaciones de pintores panameños.
Denominado por sus discípulos como el “Maestro del color”, Jorge March nació en 1952 y obtuvo una licenciatura en artes, especializada en pintura y escultura en la Facultad de Artes de Tucumán en Argentina.
March dominó la técnica de la acuarela y la arquitectura del Casco Viejo que predomina en una parte significativa de su obra.
El pintor, que realizó más de una veintena de exposiciones individuales en los dos países, Panamá y Argentina, se caracterizó por su creatividad y devoción por el arte, lo cual compartió con muchos jóvenes a quienes transmitió sus conocimientos y técnicas. Como él mismo dijo alguna vez, lo suyo era “crear y transmitir sus conocimientos a quien estuviera dispuesto a aceptarlo”.
El carácter excelso de su arte fue premiado varias veces: Premio del Concurso Nacional de Pintura del INAC en 1990; Premio del Concurso Municipal de Dibujo en Tucumán Argentina y Premio del VIII Concurso Nacional de Pintura de Panamá en 1987. Además, fue distinguido como jurado en concursos de pintura y dibujo en eventos nacionales e internacionales.
El catálogo de la última exposición que realizó Jorge March presenta un texto que dice mucho de su vocación, compromiso y su voluntad de comunicar: “Paciencia para conmigo, es mi única petición para poder entregar mucho más de 150% de esa inquietud creativa y esa devoción por el arte que motiva. Que su admiración por mi conocimiento no se desvanezca al conocer en mí, a un ser humano como todos los demás con defectos y virtudes, pero siempre dispuesto a impartir la enseñanza y compartir mis ideas”.
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