La mentira paga
- Gabriel J. Perea R.
- - Publicado: 10/4/2008 - 07:34 pm
Así como lo leen, la mentira paga siempre que seas un diputado. Para otro ciudadano, mentir para obtener un cargo sería causa de despido y una mancha imborrable en su trayectoria profesional.
El bochornoso descubrimiento de la invención de títulos universitarios por algunos honorables diputados no puede pasar desapercibido y menos intentarse tapar con ridículos golpes de indignación, evasivas o episodios de supuesta persecución. No tenemos que ir muy lejos en la historia. Todos recordamos el caso del magistrado Dulio Arrocha que no sólo le costó el puesto, sino el escarnio público por haber mentido acerca del título que lo acreditaba como abogado.
En un país de sucesos imaginarios, parece que también es válido inventarse acreditaciones y títulos imaginarios para acceder a puestos de elección pública. ¿Qué ocurriría si un médico no fuera tal? ¿Confiaría en sus buenas intenciones? Claro que no, pero está probado que para ser diputado no se necesita más que la habilidad de la imaginación, y que no se malinterprete, porque es sólo una mala jugada de la imaginación, una mentirilla infantil, nada reprochable, y no el ejercicio de la habilidad de engañar. Es increíble este hecho, un inimitable ejemplo para la juventud y la niñez. No se debe mentir para impresionar y convencer a un electorado incauto. Esto desacredita cualquier posible aspiración futura, a pesar de cualquier mea culpa. Y sobre todo, por el hecho de que sabemos que no pedirán disculpas por esta falta ética y moral.
Afortunadamente, hay diputados, profesionales, hombres y mujeres, que pueden levantar la cara con orgullo sin inventarse títulos o trayectorias inexistentes. Esos son los que se necesitan para construir un Panamá de justicia y no de "juega vivo".
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