Las joyas de Simón Bolívar
- El Gitano
- - Publicado: 23/11/2000 - 12:00 am
Cuando Simón Bolívar llegó al Perú a completar el proceso de independencia de España iniciado por el general argentino José de San Martín, fue recibido y ensalzado como un dios mitológico. Los discursos de salutación hoy se leen con rubor, no sólo por los epítetos exaltados de los panegiristas criollos, sino porque estaban embadurnados de hipócritas mentiras, como lo comprobó después. Los peruanos se aburren muy rápido de los ídolos. Y pasan, sin solución de continuidad, de la veneración a la diatriba. El letrista satírico José Joaquín de Larriva escribió un verso memorable que se convirtió en grafiti en las paredes de Lima, que decía que los peruanos habían " cambiado mocos por babas, porque poco a poco hemos ido pasando del poder de don Fernando (Fernando VII de España) al poder de don Simón". En Arequipa se levantaron conspiraciones contra el Libertador, encabezadas por el cazurro e intrigante clérigo Luna Pizarro.
Por supuesto, peruanos muy ilustres asesoraron al Libertador y se contaron entre los más fieles y talentosos bolivarianos. José Faustino Sánchez Carrión, el Solitario de Sayán, periodista y constitucionalista eminente, fue Secretario de Relaciones Exteriores del Libertador y firmó con Bolívar la carta de convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá. José María de Pando y Manuel Lorenzo de Vidaurre fueron enviados por Bolívar al Congreso Anfictiónico, dos años antes de su realización, y sus cualidades de juristas y oradores clásicos iluminaron el evento. Pando escribió una oda a Bolívar en versos pindáricos, en tanto que Vidaurre, cuya abrumadora elocuencia sacó astillas al artesonado de la sala capitular del congreso, fue de los escasos políticos leales que defendieron la herencia del Libertador, tras su muerte.
El Perú, además de algunos ejemplos de consecuencia política, obsequió al Libertador valiosas joyas que el pueblo panameño admiró en días recientes en el recinto institucional de la Sociedad Bolivariana. Entre los regalos destelló la espada del Perú, que le donó la Municipalidad de Lima, después de las batallas de Junín y Ayacucho. La espada es una joya de las Mil y Una Noches, de una vara y siete pulgadas de oro macizo de 18 kilates, incluyendo la vaina. Sólo en brillantes tiene 1374 gemas de variados quilates.
Obra maestra de orfebres peruanos, la espada del Libertador es un dechado de joyería barroca. Historiadores venezolanos la describen con minucioso deleite: " En la parte inferior se puede observar una serpiente de nueve pulgadas y ojos de rubí que la abraza. La hoja de acero grabada al estilo de damasco posee la siguiente inscripción: Simón Bolívar: Unión y Libertad, año de 18254, leyéndose en el anverso lo siguiente: Libertador de Colombia y del Perú, Chungapoma ( nombre del orfebre indígena peruano) me fecit en Lima. Cada una de estas leyendas se encuentran separadas por dibujos alegóricos que representan trofeos de armas, laureles, etc. El pomo de la guarnición de la espada posee un bello busto de oro, el genio de la libertad, coronado por un gorro frigio relleno de brillantes y circundado por una corona de laureles compuesta de diamantes. En la parte inferior del mismo espacio, llámese la cazoleta, resaltan las figuras de dos indios de oro en relieve, coronados cada uno por penachos de brillantes que adornan sus cabezas. La empuñadura posee dos pirámides truncadas. De la parte contigua a la empuñadura, o sea el pomo, se desprende un dragón de oro con dos brillantes".
La espada tiene un valor comercial, como joya, de 8 millones de dólares. Pero su valor intrínseco, vale decir su pertenencia histórica al joyel de Bolívar, no tiene límite porque representa la libertad de América. Pero la espada no es la única joya que le donó el Perú a Bolívar. El Banco Central de Venezuela tiene en custodia las joyas siguientes : condecoración Sol del Perú en brillantes que se le entregara durante la histórica entrevista de Bolívar y San Martín en Guayaquil en julio de 1822; dos medallas de oro acuñadas con la efigie del Libertador en gratitud por el Cuzco, tras su liberación en 1825; cuatro medallas de plata también acuñadas en el Cuzco ; el monedero de Simón Bolívar, un bolso tejido y bordado, adornado con mostacillas doradas, de 44 centímetros; la llave de oro del Cuzco .
Bolívar, que murió pobre de solemnidad, y jamás se le ocurrió vender alguna de sus joyas, también cuenta entre sus alhajas más preciadas, la medalla de los Libertadores de Quito, la medalla de Boyacá, la medalla del Potosí, un medallón con la efigie de Jorge Washington, una cruz de plata bañada en oro con símil de brillantes que le obsequió el cabildo de Bucaramanga, una caja de rapé de oro realizada en Londres, otra caja de rapé de oro multicolor obsequiada por el rey Jorge IV de Inglaterra, el relicario de la Virgen de Charcas, un rosario de filigrana de plata y cuentas de madreperla que perteneció a su madre doña María Concepción palacios de Bolívar y tres cucharas de postre, dos tenedores, cuatro cuchillos de postre y cuatro cucharitas de café, todo de oro. También la medalla de la ciudad de Sucre montada en diamantes, un cofre- libro de oro y cristal de roca, un reloj de esfera descubierta hecho en París, yuntas y botones de oro.
Todas estas joyas se conservan gracias a la devoción bolivariana del Banco Central de Venezuela, y al hecho de que por allí no llegó a pasar Montesinos.
Por supuesto, peruanos muy ilustres asesoraron al Libertador y se contaron entre los más fieles y talentosos bolivarianos. José Faustino Sánchez Carrión, el Solitario de Sayán, periodista y constitucionalista eminente, fue Secretario de Relaciones Exteriores del Libertador y firmó con Bolívar la carta de convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá. José María de Pando y Manuel Lorenzo de Vidaurre fueron enviados por Bolívar al Congreso Anfictiónico, dos años antes de su realización, y sus cualidades de juristas y oradores clásicos iluminaron el evento. Pando escribió una oda a Bolívar en versos pindáricos, en tanto que Vidaurre, cuya abrumadora elocuencia sacó astillas al artesonado de la sala capitular del congreso, fue de los escasos políticos leales que defendieron la herencia del Libertador, tras su muerte.
El Perú, además de algunos ejemplos de consecuencia política, obsequió al Libertador valiosas joyas que el pueblo panameño admiró en días recientes en el recinto institucional de la Sociedad Bolivariana. Entre los regalos destelló la espada del Perú, que le donó la Municipalidad de Lima, después de las batallas de Junín y Ayacucho. La espada es una joya de las Mil y Una Noches, de una vara y siete pulgadas de oro macizo de 18 kilates, incluyendo la vaina. Sólo en brillantes tiene 1374 gemas de variados quilates.
Obra maestra de orfebres peruanos, la espada del Libertador es un dechado de joyería barroca. Historiadores venezolanos la describen con minucioso deleite: " En la parte inferior se puede observar una serpiente de nueve pulgadas y ojos de rubí que la abraza. La hoja de acero grabada al estilo de damasco posee la siguiente inscripción: Simón Bolívar: Unión y Libertad, año de 18254, leyéndose en el anverso lo siguiente: Libertador de Colombia y del Perú, Chungapoma ( nombre del orfebre indígena peruano) me fecit en Lima. Cada una de estas leyendas se encuentran separadas por dibujos alegóricos que representan trofeos de armas, laureles, etc. El pomo de la guarnición de la espada posee un bello busto de oro, el genio de la libertad, coronado por un gorro frigio relleno de brillantes y circundado por una corona de laureles compuesta de diamantes. En la parte inferior del mismo espacio, llámese la cazoleta, resaltan las figuras de dos indios de oro en relieve, coronados cada uno por penachos de brillantes que adornan sus cabezas. La empuñadura posee dos pirámides truncadas. De la parte contigua a la empuñadura, o sea el pomo, se desprende un dragón de oro con dos brillantes".
La espada tiene un valor comercial, como joya, de 8 millones de dólares. Pero su valor intrínseco, vale decir su pertenencia histórica al joyel de Bolívar, no tiene límite porque representa la libertad de América. Pero la espada no es la única joya que le donó el Perú a Bolívar. El Banco Central de Venezuela tiene en custodia las joyas siguientes : condecoración Sol del Perú en brillantes que se le entregara durante la histórica entrevista de Bolívar y San Martín en Guayaquil en julio de 1822; dos medallas de oro acuñadas con la efigie del Libertador en gratitud por el Cuzco, tras su liberación en 1825; cuatro medallas de plata también acuñadas en el Cuzco ; el monedero de Simón Bolívar, un bolso tejido y bordado, adornado con mostacillas doradas, de 44 centímetros; la llave de oro del Cuzco .
Bolívar, que murió pobre de solemnidad, y jamás se le ocurrió vender alguna de sus joyas, también cuenta entre sus alhajas más preciadas, la medalla de los Libertadores de Quito, la medalla de Boyacá, la medalla del Potosí, un medallón con la efigie de Jorge Washington, una cruz de plata bañada en oro con símil de brillantes que le obsequió el cabildo de Bucaramanga, una caja de rapé de oro realizada en Londres, otra caja de rapé de oro multicolor obsequiada por el rey Jorge IV de Inglaterra, el relicario de la Virgen de Charcas, un rosario de filigrana de plata y cuentas de madreperla que perteneció a su madre doña María Concepción palacios de Bolívar y tres cucharas de postre, dos tenedores, cuatro cuchillos de postre y cuatro cucharitas de café, todo de oro. También la medalla de la ciudad de Sucre montada en diamantes, un cofre- libro de oro y cristal de roca, un reloj de esfera descubierta hecho en París, yuntas y botones de oro.
Todas estas joyas se conservan gracias a la devoción bolivariana del Banco Central de Venezuela, y al hecho de que por allí no llegó a pasar Montesinos.
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