Perfil de un verdadero estadista
- Yessika Valdés
- - Publicado: 07/12/1999 - 12:00 am
"Satisface comprobar que Panamá está cambiando de voz cuando los descendientes de nuestros primeros mandatarios-como el doctor Carlos Alberto Mendoza -no vascilan en publicar obras como ésta de tanta importancia para el conocimiento de nuestra andadura como pueblo. Obras que compendian el accionar de verdaderos estadistas que debieran servirnos como guías para los tiempos que vienen, nebulosos e impredecibles como nuestro destino y el de Colombia, sumida, como hace un siglo, en una guerra civil de trágicas proporciones, interminable holocausto de nobles vidas y potentes inteligencias, de vastas posibilidades y promesas ya truncas".
"En raras ocasiones confluyen la publicación de una obra sólida, erudita, admirable y a la par lujosamente editada como es el caso insólito aquí, del libro "Mendoza, Secretario de Hacienda y Presidente. Obra de gobierno-1908-1910", impresa hacia octubre de 1999, en Santafé de Bogotá, por Stamato Editores, en tres vistosísimos tomos que suman 844 páginas. Ornada de un estudio preliminar que cubre todo el primer tomo, de 235 fojas y 635 notas infrapaginales, suscrito por el doctor Celestino Andrés Araúz-catedrático titular del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá; los dos tomos restantes recogen la documentación ministerial y presidencial del grande hombre cuya vida fructífera, de tan solo cincuenta y nueve años, rescata nuestro cerebral historiador captando, quizá, el momento más brillante, más estelar, de su prolongada carrera pública, es decir, los dos años en que el eminente jurisconsulto e intelectual santanero asciende a ocupar destinos propios del Poder Ejecutivo y proyecta las líneas de fuerza de su accionar como eficaz estadista y responsable administrador."
Tal fue el planteamiento del Dr. Alfredo Figueroa Navarro, el jueves de la semana pasada, en la presentación, por la Sociedad Bolivariana de Panamá, de tan importante obra, ante intelectuales, historiadores, dignatarios estatales y personalidades del mundo de la política, las letras y la educación que se reunieron en un hotel de la localidad y tuvieron oportunidad de escuchar su magistral intervención.
PARA LA POSTERIDAD
Añadió que: "Compila el doctor Araúz, con esa pulcritud en el detalle y esa pericia en la transcripción de los documentos que le nimban, la abundante papelería emanada del alto despacho del doctor Carlos Antonio Mendoza, en rigor más de 600 páginas, de memorias, resoluciones, leyes, decretos, cartas, notas, contratos, actas de visitas, circulares, cuentas, exposiciones, alocuciones, entrevistas, comentarios, informes, semblanzas y cuadros estadísticos, de sumo interés para la inteligencia de aquellos lustros aurorales de Panamá independiente. Labor ímbroba si se constata el estado desastroso en que vegetan esos papeles profanados por el descuido, la incuria y los estragos de nuestro húmedo, tórrido clima tropical".
MAESTRIA DE AUTORES, EDITOR Y COLABORADORES
También el Dr. Figueroa Navarro tuvo palabras de elogio para la esposa de Celestino Araúz, Patricia Pizzurno Gelós quien le apoyó en este destacado trabajo, así como para el editor de la obra, don Vicente Stamato, argentino, establecido en Bogotá, del cual dijo: "Esta obra habría sido un cúmulo farragoso de párrafos y textos miscelánicos prescindiendo del buen gusto y conocimiento del oficio de su exigente editor...ha puesto todo su mestiere y su empeño en el andamiaje del proyecto solicitando mapas, consiguiendo retratos, ampliando postales extraídas de las preciosas colecciones de Nicolás Liakópulos Falcón, de Vicente Alberto Pascual, clarificando antiguas fotografías de Endara, encargando a pintores imágenes de unos veintitrés personajes ilustres para uniformarles habida cuenta de la pésima conservación del material fotográfico, retocando y engrandeciendo firmas del Presidente Mendoza y sus cinco secretarios de Estado, en fin, concentrándose en todos esos detalles simbólicos que constituyen los secretos de una bella edición, ese lenguaje de los colores, esa alquimia de los matices, de los medios tonos, de las portadas, contraportadas, portadillas, carátulas, guardas, emblemas, separaciones de los párrafos, inserción nítida de los mapas, las láminas, las ilustraciones estupendas que, en su conjunto, convierten esta obra, adusta, compleja e hiper especializada en un monumento estético de suyo colosal"
Destacó, asimismo, el respaldo irrestricto del Dr. Carlos Alberto Mendoza para que la publicación fuese realidad: "...Digno nieto de aquel cuyos fastos evocamos: a él se debe el estímulo por exhumar de las tinieblas del olvido y de la amnesia histórica la hidalga figura del abuelo de quien hereda el nombre, la pasión por la jurisprudencia, el afán por estudiar los problemas nacionales y el intenso, voraz, amor patrio".
DIGNO DE EMULAR
Aplaudió que el Dr. Carlos A. Mendoza haya aportado el dinero para la edición de la publicación de tres tomos e hizo un llamado a imitarlo: "Con cuánta dicha la nación aplaudiría gestos magnánimos, como el aquí cristalizado, de los descendientes de los restantes primeros mandatarios de la República encaminados a sufragar la edición de los documentos de sus respectivos períodos presidenciales. Si aquello se produjera, contaría el país con la historia verídica de todas las administraciones que se han sucedido a partir de noviembre de 1903, vale decir, noventa y seis años de logros, de luchas, de desvelos, tormentosas victorias y amargas derrotas".
MENDOZA SE EMPINO ANTE LAS CIRCUNSTANCIAS
El Dr. Alfredo Figueroa Navarro se refirió también a las condiciones críticas en que tocó al Dr. Carlos Antonio Mendoza fungir como Secretario de Hacienda y hacerse cargo de la Primera Magistratura de la Nación , los que desempeñó con ejemplar honestidad y eficiencia.
"Si reparamos que nació en 1856, pocos meses después del "incidente de la taja de sandía", o del melón de Panamá (como se le conoce en Colombia), en plena etapa del gold rush californiano, en el corazón del arrabal santanero, o sea, en aquella calle 13 Oeste donde aún se conserva la placa que confirma su natalicio popular, hijo de don Juan mendoza, panameñísimo adalid de origen venezolano, liberal de avanzada, senador por Panamá en Bogotá, Presidente del Estado Soberano de Panamá, y de doña Josefa Soto Baruco; si recordamos que se educó en la entraña de la cordillera de Colombia desde los trece años y que ocupó infinidad de cargos en el engranaje gubernamental, aparte de su práctica jurídica privada; si rememoramos que ejerció desde muy joven el periodismo combativo contra los excesos de la Regeneración conservadora, de 1886 a 1903, en multitud de diarios de aquellas calendas y en artículos por fortuna recogidos, por ejemplo, en la sugerente obra titulada Periódicos panameños de oposición. 1892-1899 (1998), al cuidado de Carlos Alberto Mendoza y Vicente Stamato, bajo del sello de la Biblioteca Cultural Shell; si, en fin, nos percatamos de que participó en la guerra de los Mil Días abandonando, como Belisario Porras, la calma rutinaria de bufete abogadil por la áspera contienda bélica y saboreando tanto la épica victoria como la lóbrega derrota; si registramos que redactó con maestría y arrojo los iniciales documentos de nuestra separación, concluiríamos que el hilo de la vida rectilínea de Mendoza le conducía a ocupar cargos notabilísimos en los albores del Panamá independiente. Sin duda, la primera década republicana fue la más difícil, agria, cruel y conflictiva de nuestros anales como entidad estatal plena en proceso de desenvolvimiento".
UN HOMBRE ILUSTRE
Pintó el Dr. Alfredo Figueroa Navarro, como lo describe también en su obra el Dr. Celestino Andrés Araúz, el sombrío panorama en que hubo de gobernar el Dr. Carlos Antonio Mendoza: "...arruinado el país por la barbarie de la guerra de los Mil Días, arrasada la economía del agro por ese flagelo, del cual se recuperó el Istmo en la década del cuarenta por lo que respecta a la ganadería, íngrimas las arcas colectivas, ayuno Panamá de caminos y carreteras, sumido en pavoroso analfabetismo de más del 90% de la población, había que armarse de mucha utópica paciencia y de quijotesco empeño para decidirse a transformar aquel miserable departamento colombiano en una pujante colectividad de nuestra América". Y siguió diciendo que: "el reto era tan variopinto que segó las vidas de los dos primeros mandatarios y llevó al sepulcro al primer designado del Presidente José Domingo de Obaldía, es decir, al prócer José Agustín Arango. Siendo Mendoza el segundo designado, le cupo ascender al solio presidencial en marzo de 1910 tras haber regentado con donosura la Secretaría de Hacienda desde 1908. Así coronó el azar, con su aureola impredecible, a Carlos Antonio Mendoza, en puridad nuestro tercer Presidente de la vigésima centuria. Efímero obsequio a un hombre que debió, por sus merecimientos y preparación, tomar a presidir las riendas del país. Tal no fue el caso porque fallecería seis años más tarde en pleno apogeo de la administración de su fraternal amigo de la infancia panameña y de la juventud bogotana, y también de su feroz opositor, Belisario Porras Barahona (1856-1942)."
"Tocó a Mendoza continuar la indescriptible faena de sus malogrados predecesores enderazada a la construcción nacional, o sea, lo que llaman los politólogos anglosajones nation building. Heredamos de Colombia quizá una patria, pero no una nación en el estricto sentido de la palabra. Patria es algo sentimental. Nación significa un programa de vida, un plebiscito diario y monolítico de todos los ciudadanos en aras del engrandecimiento y de la consolidación de la idea nacional. A Mendoza incumbió, entre los gobernantes de la primera República, el reto inclaudicable, terrible, de comenzar a edificar, de la nada, un esbozo de nación auténtica. Quien dice que nación entiende, de inmediato, organización. En este sentido y, a diferencia, por ejemplo, del país actual, Carlos Antonio Mendoza tuvo que dar los primeros pasos en el ordenamiento de la Estadística y de plurales instituciones tutelares de la República. Puso en orden la Hacienda, adecentó el fisco, dio vigoroso impulso a la educación primaria y secundaria coadyuvando a finalizar los pabellones del Instituto Nacional; visitó, en obedecimiento a un precepto constitucional, al cual no pudieron responder sus antecesores, las agencias estatales desparramadas desde Bocas del Toro, Chiriquí, Veraguas hasta Azuero, Colón y San Blas, revisando personalmente los libros de cuentas, acercándose a las humildes escuelas, recorriendo en vapor -no existía otro transporte-o a caballo centenares de kilómetros del país en observancia de un elemental precepto que dispone que el gobernante ha de velar por el idóneo desenvolvimiento de la República en beneficio de los gobernados".
En otra parte de la presentación de la obra, que calificó de "tres tomos fastuosos provistos de un talante faraónico y de una presentación impecable", el Dr. Alfredo Figueroa Navarro expresó que: "Sin embargo, no deja de exasperar la confabulación conservadora panameña y racista norteamericana que impidió la postulación presidencial de Mendoza para completar el período de su antecesor hasta 1912. Sin duda, lo que acaeció fue la página infame, bochornosa de la historia nacional. La unión del conservadurismo con los intereses imperiales. Citando las palabras del cónsul francés, Ponsignon: "En el fondo se ha podido ver que el país está listo para la anexión o en todo caso el protectorado. Una parte de sus habitantes es netamente norteamericana y ve el acontecimiento con calma e incluso con satisfacción. La otra parte está cercana a someterse sin condición. Sin embargo, se aprovechan de la primer ocasión para decir que detestan a los norteamericanos".
"En raras ocasiones confluyen la publicación de una obra sólida, erudita, admirable y a la par lujosamente editada como es el caso insólito aquí, del libro "Mendoza, Secretario de Hacienda y Presidente. Obra de gobierno-1908-1910", impresa hacia octubre de 1999, en Santafé de Bogotá, por Stamato Editores, en tres vistosísimos tomos que suman 844 páginas. Ornada de un estudio preliminar que cubre todo el primer tomo, de 235 fojas y 635 notas infrapaginales, suscrito por el doctor Celestino Andrés Araúz-catedrático titular del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá; los dos tomos restantes recogen la documentación ministerial y presidencial del grande hombre cuya vida fructífera, de tan solo cincuenta y nueve años, rescata nuestro cerebral historiador captando, quizá, el momento más brillante, más estelar, de su prolongada carrera pública, es decir, los dos años en que el eminente jurisconsulto e intelectual santanero asciende a ocupar destinos propios del Poder Ejecutivo y proyecta las líneas de fuerza de su accionar como eficaz estadista y responsable administrador."
Tal fue el planteamiento del Dr. Alfredo Figueroa Navarro, el jueves de la semana pasada, en la presentación, por la Sociedad Bolivariana de Panamá, de tan importante obra, ante intelectuales, historiadores, dignatarios estatales y personalidades del mundo de la política, las letras y la educación que se reunieron en un hotel de la localidad y tuvieron oportunidad de escuchar su magistral intervención.
PARA LA POSTERIDAD
Añadió que: "Compila el doctor Araúz, con esa pulcritud en el detalle y esa pericia en la transcripción de los documentos que le nimban, la abundante papelería emanada del alto despacho del doctor Carlos Antonio Mendoza, en rigor más de 600 páginas, de memorias, resoluciones, leyes, decretos, cartas, notas, contratos, actas de visitas, circulares, cuentas, exposiciones, alocuciones, entrevistas, comentarios, informes, semblanzas y cuadros estadísticos, de sumo interés para la inteligencia de aquellos lustros aurorales de Panamá independiente. Labor ímbroba si se constata el estado desastroso en que vegetan esos papeles profanados por el descuido, la incuria y los estragos de nuestro húmedo, tórrido clima tropical".
MAESTRIA DE AUTORES, EDITOR Y COLABORADORES
También el Dr. Figueroa Navarro tuvo palabras de elogio para la esposa de Celestino Araúz, Patricia Pizzurno Gelós quien le apoyó en este destacado trabajo, así como para el editor de la obra, don Vicente Stamato, argentino, establecido en Bogotá, del cual dijo: "Esta obra habría sido un cúmulo farragoso de párrafos y textos miscelánicos prescindiendo del buen gusto y conocimiento del oficio de su exigente editor...ha puesto todo su mestiere y su empeño en el andamiaje del proyecto solicitando mapas, consiguiendo retratos, ampliando postales extraídas de las preciosas colecciones de Nicolás Liakópulos Falcón, de Vicente Alberto Pascual, clarificando antiguas fotografías de Endara, encargando a pintores imágenes de unos veintitrés personajes ilustres para uniformarles habida cuenta de la pésima conservación del material fotográfico, retocando y engrandeciendo firmas del Presidente Mendoza y sus cinco secretarios de Estado, en fin, concentrándose en todos esos detalles simbólicos que constituyen los secretos de una bella edición, ese lenguaje de los colores, esa alquimia de los matices, de los medios tonos, de las portadas, contraportadas, portadillas, carátulas, guardas, emblemas, separaciones de los párrafos, inserción nítida de los mapas, las láminas, las ilustraciones estupendas que, en su conjunto, convierten esta obra, adusta, compleja e hiper especializada en un monumento estético de suyo colosal"
Destacó, asimismo, el respaldo irrestricto del Dr. Carlos Alberto Mendoza para que la publicación fuese realidad: "...Digno nieto de aquel cuyos fastos evocamos: a él se debe el estímulo por exhumar de las tinieblas del olvido y de la amnesia histórica la hidalga figura del abuelo de quien hereda el nombre, la pasión por la jurisprudencia, el afán por estudiar los problemas nacionales y el intenso, voraz, amor patrio".
DIGNO DE EMULAR
Aplaudió que el Dr. Carlos A. Mendoza haya aportado el dinero para la edición de la publicación de tres tomos e hizo un llamado a imitarlo: "Con cuánta dicha la nación aplaudiría gestos magnánimos, como el aquí cristalizado, de los descendientes de los restantes primeros mandatarios de la República encaminados a sufragar la edición de los documentos de sus respectivos períodos presidenciales. Si aquello se produjera, contaría el país con la historia verídica de todas las administraciones que se han sucedido a partir de noviembre de 1903, vale decir, noventa y seis años de logros, de luchas, de desvelos, tormentosas victorias y amargas derrotas".
MENDOZA SE EMPINO ANTE LAS CIRCUNSTANCIAS
El Dr. Alfredo Figueroa Navarro se refirió también a las condiciones críticas en que tocó al Dr. Carlos Antonio Mendoza fungir como Secretario de Hacienda y hacerse cargo de la Primera Magistratura de la Nación , los que desempeñó con ejemplar honestidad y eficiencia.
"Si reparamos que nació en 1856, pocos meses después del "incidente de la taja de sandía", o del melón de Panamá (como se le conoce en Colombia), en plena etapa del gold rush californiano, en el corazón del arrabal santanero, o sea, en aquella calle 13 Oeste donde aún se conserva la placa que confirma su natalicio popular, hijo de don Juan mendoza, panameñísimo adalid de origen venezolano, liberal de avanzada, senador por Panamá en Bogotá, Presidente del Estado Soberano de Panamá, y de doña Josefa Soto Baruco; si recordamos que se educó en la entraña de la cordillera de Colombia desde los trece años y que ocupó infinidad de cargos en el engranaje gubernamental, aparte de su práctica jurídica privada; si rememoramos que ejerció desde muy joven el periodismo combativo contra los excesos de la Regeneración conservadora, de 1886 a 1903, en multitud de diarios de aquellas calendas y en artículos por fortuna recogidos, por ejemplo, en la sugerente obra titulada Periódicos panameños de oposición. 1892-1899 (1998), al cuidado de Carlos Alberto Mendoza y Vicente Stamato, bajo del sello de la Biblioteca Cultural Shell; si, en fin, nos percatamos de que participó en la guerra de los Mil Días abandonando, como Belisario Porras, la calma rutinaria de bufete abogadil por la áspera contienda bélica y saboreando tanto la épica victoria como la lóbrega derrota; si registramos que redactó con maestría y arrojo los iniciales documentos de nuestra separación, concluiríamos que el hilo de la vida rectilínea de Mendoza le conducía a ocupar cargos notabilísimos en los albores del Panamá independiente. Sin duda, la primera década republicana fue la más difícil, agria, cruel y conflictiva de nuestros anales como entidad estatal plena en proceso de desenvolvimiento".
UN HOMBRE ILUSTRE
Pintó el Dr. Alfredo Figueroa Navarro, como lo describe también en su obra el Dr. Celestino Andrés Araúz, el sombrío panorama en que hubo de gobernar el Dr. Carlos Antonio Mendoza: "...arruinado el país por la barbarie de la guerra de los Mil Días, arrasada la economía del agro por ese flagelo, del cual se recuperó el Istmo en la década del cuarenta por lo que respecta a la ganadería, íngrimas las arcas colectivas, ayuno Panamá de caminos y carreteras, sumido en pavoroso analfabetismo de más del 90% de la población, había que armarse de mucha utópica paciencia y de quijotesco empeño para decidirse a transformar aquel miserable departamento colombiano en una pujante colectividad de nuestra América". Y siguió diciendo que: "el reto era tan variopinto que segó las vidas de los dos primeros mandatarios y llevó al sepulcro al primer designado del Presidente José Domingo de Obaldía, es decir, al prócer José Agustín Arango. Siendo Mendoza el segundo designado, le cupo ascender al solio presidencial en marzo de 1910 tras haber regentado con donosura la Secretaría de Hacienda desde 1908. Así coronó el azar, con su aureola impredecible, a Carlos Antonio Mendoza, en puridad nuestro tercer Presidente de la vigésima centuria. Efímero obsequio a un hombre que debió, por sus merecimientos y preparación, tomar a presidir las riendas del país. Tal no fue el caso porque fallecería seis años más tarde en pleno apogeo de la administración de su fraternal amigo de la infancia panameña y de la juventud bogotana, y también de su feroz opositor, Belisario Porras Barahona (1856-1942)."
"Tocó a Mendoza continuar la indescriptible faena de sus malogrados predecesores enderazada a la construcción nacional, o sea, lo que llaman los politólogos anglosajones nation building. Heredamos de Colombia quizá una patria, pero no una nación en el estricto sentido de la palabra. Patria es algo sentimental. Nación significa un programa de vida, un plebiscito diario y monolítico de todos los ciudadanos en aras del engrandecimiento y de la consolidación de la idea nacional. A Mendoza incumbió, entre los gobernantes de la primera República, el reto inclaudicable, terrible, de comenzar a edificar, de la nada, un esbozo de nación auténtica. Quien dice que nación entiende, de inmediato, organización. En este sentido y, a diferencia, por ejemplo, del país actual, Carlos Antonio Mendoza tuvo que dar los primeros pasos en el ordenamiento de la Estadística y de plurales instituciones tutelares de la República. Puso en orden la Hacienda, adecentó el fisco, dio vigoroso impulso a la educación primaria y secundaria coadyuvando a finalizar los pabellones del Instituto Nacional; visitó, en obedecimiento a un precepto constitucional, al cual no pudieron responder sus antecesores, las agencias estatales desparramadas desde Bocas del Toro, Chiriquí, Veraguas hasta Azuero, Colón y San Blas, revisando personalmente los libros de cuentas, acercándose a las humildes escuelas, recorriendo en vapor -no existía otro transporte-o a caballo centenares de kilómetros del país en observancia de un elemental precepto que dispone que el gobernante ha de velar por el idóneo desenvolvimiento de la República en beneficio de los gobernados".
En otra parte de la presentación de la obra, que calificó de "tres tomos fastuosos provistos de un talante faraónico y de una presentación impecable", el Dr. Alfredo Figueroa Navarro expresó que: "Sin embargo, no deja de exasperar la confabulación conservadora panameña y racista norteamericana que impidió la postulación presidencial de Mendoza para completar el período de su antecesor hasta 1912. Sin duda, lo que acaeció fue la página infame, bochornosa de la historia nacional. La unión del conservadurismo con los intereses imperiales. Citando las palabras del cónsul francés, Ponsignon: "En el fondo se ha podido ver que el país está listo para la anexión o en todo caso el protectorado. Una parte de sus habitantes es netamente norteamericana y ve el acontecimiento con calma e incluso con satisfacción. La otra parte está cercana a someterse sin condición. Sin embargo, se aprovechan de la primer ocasión para decir que detestan a los norteamericanos".
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