Arte y Cultura
Lo que fue Chabuca Granda para el Perú y toda su gente
Se luce escribiendo historias, que más que eso son crónicas sociales que se imponen contribuyendo a resaltar la raza negra. Es fácil inspirarse y escribir sobre un lugar cuando cada ciudadano conoce su propia historia y la sabe contar con detalles.
- Priscilla Delgado (Promotora cultural)
- - Publicado: 14/12/2014 - 12:00 am
Cuando uno escucha “La flor de la canela” sabe que es una de las canciones más conocidas del mundo y por ello identificamos un poco al país donde nació la mujer que la compuso, Chabuca Granda, cuyo nombre en realidad es María Isabel Granda y Larco. Hija de familia de la clase media alta del Perú, dejó un legado en la historia musical de América Latina, fueron las letras de sus canciones un poco irreverentes para su época.
Chabuca prácticamente reescribió la historia del Perú a través de sus valses, en los que cuenta la historia del caballo de paso peruano mediante la canción “José Antonio”. Igualmente, muchos de sus números son casi metáforas con una historia entrelazada, siempre de sus propias vivencias y sentimientos.
Cuando uno escucha “Del puente a la alameda”, se imagina cómo es, porque es casi una canción hablada. Ella también le regaló al mundo una fusión para la música negroide incursionando a ultranza en otros géneros para ese momento, en tanto que era el vals criollo lo que se escuchaba, pero acompañada de la mejor guitarra de aquel entonces, Oscar Avilés, sin duda el mejor intérprete de la guitarra de todos los tiempos del Perú.
Se luce escribiendo historias, que más que eso son crónicas sociales que se imponen contribuyendo a resaltar la raza negra, y ella se deja acompañar en el cajón por negros, que en el mundo entero son prácticamente los amos y señores de la percusión.
Trascendencia
Es importante hablar de Chabuca Granda, porque si una herencia tiene el Perú es su música, la que se festeja cada 31 de octubre, fecha establecida por decreto como el Día de la Canción Criolla, en homenaje a su música, a sus bailes, a sus ancestros y sus costumbres. Este día es el más importante en la cultura peruana y todo el país se vuelca a celebrarlo de distintas maneras, ya sea con un festival gastronómico o con un encuentro de niños tocando cajón en plena calle.
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Calles limpias, como si las hubieran limpiado a mano, por lo tanto olorosas. Además, los limeños cuidan todo con esmero, sus parques, sus calles, sus monumentos. No se encuentran baños públicos sucios. Cada rincón de Lima es un tributo a una ciudad que ellos aman y que enamora a quienes la visitan. Tal vez Chabuca se inspiró en esos rincones que aún persisten como patrimonio cultural.
Es fácil inspirarse y escribir sobre un lugar cuando cada ciudadano conoce su propia historia y la sabe contar con detalles. Cada niño articula un discurso para el turista y recomienda qué comer dentro del área donde se está.
En esta ciudad, con unos enormes cordones de pobreza, no se detienen para pensar cómo vivir, simplemente viven con un clima muy hostil. Cuando hace frío, se mojan hasta las sábanas. En Lima no llueve, solo cae una garúa en junio, tal como lo describe una de las canciones de Chabuca. Por lo tanto, los pobres viven sin techo. Allí no es un eufemismo los “sin techo”.
Muchas casas no los tienen, sin embargo, se esmeran en cultivar en sus huertos familiares sus propios alimentos y hoy día la comida peruana es considerada la primera del mundo, por la cantidad y variedad de platos elaborados, en un principio por los pueblos originarios, y ahora por la alta cocina, que sigue investigando cómo se pueden producir platos con las variedades de papas que encontraron estos primeros pobladores.
Lima es una ciudad que ha pasado por toda clase de problemas, desde terremotos hasta malos alcaldes, pésimos gobernantes y grupos armados, pero hoy se erige con altivez luciendo sus mejores galas y enseñándoles al resto de las ciudades que se puede construir cultura si hay un clima de paz, si en las calles hay seguridad, si cada ciudadano aporta y quiere a su ciudad. La hace hospitalaria para que ingrese dinero que al final se distribuye entre todos, en mejores empleos, mejor calidad de vida.
Ellos no descubrieron el agua tibia, pero sí encontraron que se puede realzar la cultura de distintas formas, a través de su gastronomía, de sus calles, parques y avenidas, de su música, pero, sobre todo, de su gente, que es el agente multiplicador que mantiene sus raíces y su cultura. Cada habitante tiene la obligación de conocer su historia, cada peruano sabe la historia de los caballos de paso, cada uno sabe cuántas variedades de papa hay y cómo se cocina una carapulca.
Los panameños, los que vivimos en esta ciudad de rascacielos, debemos tocar tierra y amar más lo que Dios nos dio.
Nos falta aprender que solo a través de nuestra cultura podremos ser mejores ciudadanos; solo trabajando con la multiplicidad de recursos de los que estamos dotados podremos tener un desarrollo sostenido y llegar al primer mundo que tanto añoramos.
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