Aullido de loba
Y voy yo y me río
Hoy en la mayor parte de los países suelen ser: ‘dinero B’, y ‘testaferro’. Siendo así ¿de qué carajo sirve que los obliguemos a declarar nada? Una de las condiciones sine qua non para ser político es la sordera selectiva para no escuchar nada más allá de lo que les cuentan los lambones.
- Mónica M. Franco*
- - Publicado: 27/7/2014 - 12:00 am
Y después de reírme un ratín, me lo creo. Sí, como no. Así que los funcionarios que no han presentado su declaración de bienes tal y como manda la Constitución, en un plazo de diez días tras haber tomado posesión de su cargo, podrían ser encarcelados. Esperen un momento, por favor, que tome aire, que ya me está doliendo la mandíbula de reírme. Incluso leo declaraciones de algún preclaro, o preclara, que dice que el Presidente debería destituir a los que no hayan cumplido esa ordenanza, y un nuevo ataque incontrolable de carcajadas me invade. ¿Pero cómo se puede ser tan ingenuamente pendejo? ¿De dónde estamos hablando? ¿Del Japón de los shogun donde el deshonor implicaba el seppuku? ¡Venga ya, señores, que esto es Panamá! El país donde nunca pasa nada. El país del ‘indignémonos hoy, que mañana se nos olvida’.
Además, seamos serios, vamos a decir las cosas claras, quizás, en el momento en el que se redactó la Constitución los funcionarios estuvieran hechos de otra pasta, quizás aún se diera importancia a la palabra dada. A la verdad de las declaraciones. Quizás en aquel entonces si yo decía que tenía tres, efectivamente tenía tres. El pundonor quizás estaba de moda. Pero ¿hoy en día? ¿Honor? ¿Pundonor? ¿Vergüenza? ¿De qué estamos hablando? Declaración de bienes, ¿para qué? Las primeras palabras que aprenden los políticos de hoy en día en la mayor parte de los países suelen ser: ‘dinero B’, y ‘testaferro’. Siendo de este modo ¿de qué carajo sirve que los obliguemos a declarar nada? Si quien hace la ley hace la trampa, ya se encargarán ellos de esquivar la ley y la trampa, que para eso son los más listos del mundo mundial, y los demás solo somos pobres pendejos que pagamos impuestos para que ellos puedan aumentar su patrimonio no declarado.
Luego, los políticos al uso se preguntan, echándose las manos a la cabeza, de donde salen los Correa, los Chávez o los Iglesias que en el mundo son. Pues no hay que ser muy listos, queridos tramperos políticos, la gente puede ser tarda en la cólera y larga en el olvido, pero cuando el monstruo de la ciudanía se despierta suele hacerlo tremendamente cabreado. Y miren ustedes qué cosas, suele lanzarse contra cualquiera que se le ponga por delante sin que le importen un carajo sus fueros y sus privilegios. Con sangre en los ojos.
Pero al parecer una de las condiciones sine qua non para ser político hoy en día es la sordera selectiva para no escuchar nada más allá de lo que les cuentan al oído los lambones, y los cantos de sirena del enriquecimiento fácil. Así les va.
Le piden al Presidente que saque del cargo inmediatamente a los que no han presentado su declaración, vale, bien, se dirá el Presi, lo hago. ¿Y luego, a quién pongo? Quizás es que no hay candidatos. Que los que no tenemos esas responsabilidades no somos capaces de entender la dificultad de encontrar una aguja en un pajar.
Que sí, que soy una escéptica y una cínica. Que ya no creo en pajaritos preñados. Pero me sigue haciendo mucha gracia la ingenuidad que demuestran algunos, ingenuidad que se ve destrozada una y otra vez y que una vez más se transforma en confianza, para ser aplastada una vez más por la realidad. La realidad es que la política está podrida y que los ladrones andan detrás de los roban. Pero que, a pesar de todo, tenemos el mejor sistema político que conocemos. Con o sin declaración. Y así nos va.
*(Antropóloga, acrtiz y escritora)
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