África II
Al llegar al aeropuerto de Ataturk, después de un paseo en el centro de Estambul, Turquía, tenía que esperar dos horas para tomar el...
- Nilena Marín ([email protected] / Instagram: @motivamerica)
- - Publicado: 31/5/2016 - 12:00 am
"Alá"
Los hombres de blanco
Al llegar al aeropuerto de Ataturk, después de un paseo en el centro de Estambul, Turquía, tenía que esperar dos horas para tomar el vuelo a Cotonou, Benín. Lo primero que hice fue buscar las pantallas para saber mi puerta de embarque. Observé detenidamente y aún no estaba, así que de inmediato localicé un lugar donde sentarme y fue allí donde inicié el viaje de "observación". Me dediqué en ese momento a mirar a todas las personas que pasaban frente a mí. Vi pasar a ciudadanos de diferentes razas, religiones, idiomas y culturas. Me llamó la atención dos hombres despidiéndose de sus familias y, lo más curioso no era eso, sino más bien, era el atuendo que llevaban, el cual consistía en dos telas blancas, de textura delgada, colocadas una encima de la otra, sandalias en sus pies y ningún abrigo puesto, cosa que no entendí porque en Estambul hacía mucho frío, o también pensé: "¿será que se dirigen a un país caluroso?". No tengo idea por qué estaban vestidos de tal manera, era diferente, he visto musulmanes con túnicas, pero no así, en definitiva era algo nuevo para mí.
La bendición de Alá
Luego de un rato, aunque aún no aparecía mi vuelo en las pantallas, caminé hacia la zona de las puertas de embarque. Formé la fila sin ningún apuro, pasé por el control de pasaportes y no tuve ningún inconveniente. Mi pasaporte y boleto aéreo estaban en orden. Comencé a caminar para distraerme un rato y no torturarme en ver cada segundo las pantallas, pero todo fue en vano, la vista es necia y giré mi rostro hacia una de ellas y ¡nada!, mi vuelo no aparecía y era tan extraño porque solo faltaban 40 minutos para abordar. Fue allí, en ese momento cuando me dije "paciencia", respiré hondo y me acerqué al área de los baños. Al llegar a la fila, en el área de las damas, le pregunté en inglés a una señora musulmana si estaba esperando para entrar a los baños. Ella me sonrió y comenzó a hablarme en turco. Mi respuesta fue igual, con una "sonrisa", no entendía ni una sola palabra que me decía, pero por su tono de voz y gestos faciales comprendí que no era nada malo. En ese momento se acercó otra mujer musulmana y me dijo en inglés lo siguiente: "¿Turco, francés, español?" Y yo le contesté: "español", hablaron entre ellas, (lo que entendí fue que la segunda mujer le explicó a la otra que hablo español) y fue allí donde algo mágico pasó. La primera mujer musulmana me miró, volvió a sonreírme, a tocarme el rostro muy suavemente y comenzó a decir algunas palabras en turco. Lo único que pude entender fue: "Alá". Mi sentido común me dijo en ese momento que me estaba bendiciendo, así que no dudé en regresarle más sonrisas y decirle "gracias" en turco: "Tesekkur ederim".
La puerta de embarque
Miré mi reloj y faltaban pocos minutos para embarcar, en las pantallas aún no aparecía nada. El estrés quería apoderarse de mi cuerpo, pero, en cuestión de segundos, como un parpadeo de ojos, colocan el vuelo TK0561con destino a Cotonou (Benín) y Abiyán (Costa de Marfil). La puerta de embarqué era la última del aeropuerto. "¡Qué suerte la mía", me dije yo. Y así, inicié la carrera olímpica hacia la puerta, cargando mis dos equipajes, la mochila y mi maleta, bajando y subiendo escaleras eléctricas, de manera rápida como toda una atleta.
Al llegar, no había muchas personas, iban poco a poco acercándose. Estaba dudosa porque la puerta no indicaba ningún destino. Frente al letrero de la puerta se encontraba un chico africano, igual que yo, "con caras de perdidos". Al segundo, él le preguntó en francés a un señor si estaba en la puerta correcta, y con un "oui" pude entender que sí, pero para estar 100% segura le pregunté al chico en inglés y con un "yes" inició entre él y yo una interesante conversación. Continuará…
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.