Abismal Desigualdad
Las necesidades específicas estudiadas de género, etnia, edad y ubicación geográfica señalan que la máxima expresión de la desigualdad en Panamá tiene rostro de mujer indígena.
- Toribia Venado Venado [email protected]
- - Publicado: 25/5/2017 - 12:00 am
Recientemente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó el estudio “Situación de las mujeres indígenas de Panamá”, que analiza las condiciones de 202,152 mujeres de las comarcas. Las principales temáticas incluyeron educación, salud, migración femenina, economía, trabajo agrícola, toma de decisiones y participación política.
La investigación muestra incumplimiento de derechos humanos de las mujeres, así como de derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional y convenios internacionales.
Las necesidades específicas estudiadas de género, etnia, edad y ubicación geográfica señalan que la máxima expresión de la desigualdad en Panamá tiene rostro de mujer indígena.
La mayoría de ellas (40,020) no saben leer, así no pueden defender ni peticionar derechos. Respecto a la salud sexual y reproductiva, enfrentan dificultades de acceso y atención que provocan elevadas muertes maternas y neonatales.
La insatisfacción del 75.2% en planificación familiar está en la comarca Ngäbe-Buglé, en comparación con el 27.4% de la población nacional no indígena que sí tienen garantizado el derecho a planificar.
Al analizar el diagnóstico, agregamos la migración femenina como el cuarto riesgo a la triple discriminación. Es importante destacar que la mujer migra buscando oportunidades, por empleo, estudio, atención médica, entre otras, la misma impacta a hombres y mujeres de las comarcas.
Describe el informe que en la toma de decisiones y participación política, la mujer indígena ocupa posiciones en las que no existen recursos económicos, no ejercen cargos públicos ni de elección popular; los cargos públicos en las comarcas están ocupados por hombres. Por cada siete representantes de corregimiento indígena, una es mujer.
Las indígenas aportan a la economía del país mediante cultivos permanentes, en la venta de animales que crían y la explotación de especies acuáticas. Ellas sustentan la vida en las comarcas con su producción agrícola, destinadas principalmente al autoconsumo, asumen además, compromisos domésticos y familiares porque el hombre no se involucra.
Las mujeres productoras carecen de equipos y propiedad de maquinarias para cultivar, no tienen tierra ni propiedad colectiva, son poco beneficiadas por la asistencia técnica estatal, el acceso al crédito es mínimo, no sobrepasan los $1,000 en relación con el hombre que logra hasta 10 mil dólares.
Esta desigual situación es intolerable. Revertirlas implica ejecutar la política pública de igualdad de oportunidades para la mujer indígena, permear las instituciones públicas, sobre todo el Viceministerio de Asuntos Indígenas, que debe incorporar el enfoque de género, cuya ausencia es notoria en la institución.
Asimismo, la perspectiva de género debe transversalizar el Plan de Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas de Panamá, en el que las mujeres no fueron tomadas en cuenta.
Solo así iremos de la teoría al hecho de garantizar la igualdad de oportunidades como un imperativo humano.
Exviceministra de Asuntos Indígenas
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