Análisis
¡Brrr! ¡Qué frío!
... jubilados a quienes poco les importa el tiempo o el dinero, en búsqueda del Edén, de un asiento barato para aliviar el penetrante templado dolor en sus articulaciones. Y aquello del asiento barato, ya ni tanto. ¡Y eso afecta, permea, disminuye obscenamente el atractivo del destino!
- Jaime Figueroa Navarro
- /
- [email protected]
- /
- - Publicado: 20/1/2018 - 12:00 am
No me refiero a la "ola" de frío, acompañada de una rara y vigorosa lluvia en pleno verano, que nos obliga a sacar los suéteres de los baúles, repletos de bolitas de alcanfor, sino al helado ártico que sin tregua invade el hemisferio norte esta inusual temporada. Al timbrar mi celular y verificar que en efecto el interlocutor proviene de allá, respondo con una esquela harto preparada, mentirilla blanca incluida, en inglés: "Buenos días, le saluda Jaime desde la soleada ciudad de Panamá, donde la brisa veraniega refresca una tropical temperatura de 84 grados (recordando que los gringos miden la temperatura en grados Fahrenheit y no centígrados). ¿En qué le puedo servir?". Acto seguido, obscenidades amistosas resquebrajan la comunicación, antes de ir al grano. Muchos son jubilados a quienes poco les importa el tiempo o el dinero, en búsqueda del Edén, de un asiento barato para aliviar el penetrante templado dolor en sus articulaciones. Y aquello del asiento barato, ya ni tanto. ¡Y eso afecta, permea, disminuye obscenamente el atractivo del destino! Examinemos las alternativas con ejemplos. La tarifa más económica viajando desde Miami a ciudad de Panamá a fin de mes, tomando esta semana como referencia, la ofrece Mexicana de Aviación, por $487 y asegúrate de llevar tu hamaca porque la escala en Ciudad de México es de 18 horas. Acto seguido, Avianca por $622 nos traslada desde Miami a degustar pupusas en San Salvador antes de llegar a Bogotá a la medianoche y con otra hamaca a hombros, esperar el vuelo a ciudad de Panamá al amanecer. De allí Copa nos vuela directo a bordo de su vuelo 173 por $672 en el incómodo horario de 4:59 a.m., lo que significa que hay que estar en el aeropuerto a las 2:59, es decir, como saliendo de las discotecas de South Beach en Uber con un aliento de dragón, despeinado, para formar las filas de seguridad expuesto a vejámenes y humillaciones para iniciar el día.
Las otras opciones de vuelos directos en horarios razonables, dejando atrás las hamacas, nos las brindan American Airlines por $754 y Copa por $860, es decir, "mejor, mami, ¡vámonos para Cancún!", donde el peso mexicano anda por los suelos y las tarifas aéreas prácticamente a la mitad. Claro que siempre están los que miden sus centavos y optan por el masoquismo de volar, persignándose antes del despegue, vía Fort Lauderdale, a bordo de Spirit Airlines por la muy publicitada tarifa de $429. Ante el horror de Miami International Airport en su desordenada corpulencia, a solo 30 millas al Norte, sobre la interestatal carretera 95, gozas de un aeropuerto más o menos decente, donde con buena suerte puedes finiquitar los tramites de migración y aduanas en menos de 30 minutos, mientras tu homólogo en Miami está aún esperando sus maletas en la manga de recepción 27, después de estar firmemente estacionado en la manga 32 por 25 minutos.
Pero las bendiciones de ese pulcro aeropuerto, donde ya se escucha de vez en cuando el inglés, entre el maracucho, portorro y habanero, terminan abruptamente al llegar a las interminables líneas de Spirit, donde el brillante juegavivo optó por su tarifa de $429, listo para ser saqueado por agentes de servicio con gafas quebradas, fuerte acento sureño y robusto aliento a tabaco, de allá, un poquito más al Norte, sin la menor sensibilidad o simpatía, que optaron por esta chamba en lugar de perseguir las pelotas de golf de Trump en Mar-A-Lago, porque les brinda la oportunidad de humillar a los cristianos sin ser cura en confesorio. Posterior a todas las opciones, Spirit te saca hasta el último céntimo por respirar a bordo, amén que el vuelo despega, con suerte, a las 11:10 p.m., costándote una úlcera y, más o menos, el mismo precio que sus competidores. El punto es que estas diabólicas tónicas, con el precio más caro del mundo por kilómetro recorrido, para nada invitan a visitar, conocer, intimar un Istmo que mucho ofrece, pero que, a todas luces, al comenzar la jornada, ya decepciona.
Líder empresarial.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.