Análisis
Cuando el pueblo elija a sus magistrados
... aún seguimos anhelando el día en que en este país, democráticamente, los magistrados de la Corte Suprema, los procuradores del país y también del Tribunal Electoral puedan ser electos por el pueblo panameño, en elecciones populares libres y transparentes.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 20/4/2018 - 12:00 am
Pecado para los hombres es engañarse a sí mismos. Mentirse a uno mismo es una licencia que no podemos patrocinarnos. Pero hay quienes gustan de beber el vino de la mentira como si fuese verdad. Concurren con aspavientos a aplaudir cuanta mentira con apariencia de verdad se les presenta. Ni juglares ni corifeos. Las mentes inteligentes no participamos de los banquetes en donde se sirve hipocresía, envidia y engaños. Como si fuera poco, hay quienes también comen de la misma paila en la que se cuecen las traiciones, se cocinan las trampas y se sazona la mentira. No creo en el escenario de cosas que a iniciativa del Ejecutivo, del Gobierno, se ha presentado para dar curso a la elección de dos magistrados de la Corte. Eso de que el Gobierno ha nombrado una comisión integrada por algunos ministros y un abogado a efectos de que califiquen y analicen a todos los que han presentado su hoja de vida como muestra de aspirar a un puesto en la Suprema Corte, y que luego serán seleccionados 10 o 20 postulados, lista que habrá de ser remitida a la Comisión del Pacto de Estado por la Justicia para que a su vez analice, entreviste y estudie el perfil de los seleccionados, simple y sencillamente, manifiesto, para nada me cuadra. Es un engaño más. Otro del montón de mentiras que se le enuncian al país, al pueblo.
Hemos visto, en el curso de los días, que más de 150 abogados, algunos muy conocidos y renombrados, ya académicos litigantes consuetudinarios, ampliamente conocidos en el foro patrio, creyendo en la convocatoria, concurrieron al llamado y presentaron sus respectivas ejecutorias ponderando sus méritos, los títulos, seminarios, maestrías, diplomados, etc., en aras de acreditar o probar que tienen los méritos para aspirar al cargo de magistrado de la Corte. Como siempre ha sucedido, empiezan los matraqueos, y algunos medios ya han dado inicio, como si fuera un juego de suerte o de azar, a hacer sus ponderaciones, desde una perspectiva política, moviéndose en una especie de sortilegio, señalan quién o quiénes podrían ser los ungidos. Pero, por otra parte, el desaliento o el desánimo también se apodera de aquellos que no tienen quién los aproxime a los resortes del poder o hable bien por ellos ante quienes les toca o corresponde hacer una u otra selección.
Al parecer, son dos las instancias: la primera a nivel de Gobierno y la segunda, una instancia mixta, en la que convergen los denominados sectores de la sociedad civil agrupados o concurrentes en el Pacto de Estado por la Justicia junto a los representantes de los tres órganos del Estado, el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. Cada una jugando su protagonismo. La del Gobierno, obvio, jugando a política y los del Gobierno en el Pacto de Estado por la Justicia, igual, jugarán a lo mismo. De eso no cabe la menor duda. Si analizamos la primera instancia, la de los ministros, no entendemos por qué aparece tanto el ministro como el viceministro del Presidencia integrándola. Eso es extraño y destruye toda posibilidad de que en la integración de dicha comisión gubernamental exista realmente legitimidad y autenticidad, imparcialidad y seriedad.
El pecado se agiganta cuando vemos que en dicha comisión, por parte del Gobierno, también converge la ministra de Gobierno y la viceministra de Desarrollo Social más el abogado que sumaron en su conformación. Siendo que a estos designados del Gobierno para que seleccionen de 10 o hasta 20, puede ocurrir que se inclinen por favorecer a 10, 15 o 20 que sean aliados al poder, amigos del poder, en fin. De hecho y a partir de allí le ponen una camisa de fuerza a la Comisión del Pacto de Estado por la Justicia, que acostándose en el Lecho de Procusto, recomendará a unos cuantos ante el Ejecutivo que ya, previamente, habrían sido seleccionados por los ministros y viceministros del Gobierno que recomendaron ante dicho Pacto de Estado por la Justicia a sus allegados.
¡Ojalá quiera Dios y me equivoque!, y sean considerados los que por el Órgano Judicial también concurrieron a presentar sus hojas de vida aquilatando experiencia, academia, dominio vasto del derecho y una trayectoria de consagración al mundo jurídico panameño.
Sin duda alguna, aún seguimos anhelando el día en que en este país, democráticamente, los magistrados de la Corte Suprema, los procuradores del país y también del Tribunal Electoral puedan ser electos por el pueblo panameño, en elecciones populares libres y transparentes. ¡Dios bendiga a la patria!
Abogado.
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