Análisis
Cuando los periodistas nos pisamos la dignidad
La libertad de expresión y la libertad de prensa no nos dan el derecho a las personas y organizaciones a jugar con la imagen e integridad de otra. Los intereses personales de los dueños de los medios de comunicación no pueden estar por encima de la ética profesional de sus subalternos.
- Miguel Ángel Sánchez
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- - Publicado: 23/1/2018 - 12:00 am
En mi recorrido por el mundo periodístico y los medios de comunicación, he conocido muchos casos donde el interés personal del periodista, del director o de los dueños de los medios de comunicación social, prevalece sobre la objetividad y la ética profesional. Quizás, algunos colegas, y otros, que no necesariamente son periodistas, pero que tienen la sartén por el mango en las mesas de redacción, no estén de acuerdo con esta afirmación, o simplemente no les gusta que alguien les diga la verdad. Bueno, quien se sienta ofendido, por algo será.
El pasado año, realicé un viaje a los Estados Unidos para participar de la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), donde pude conocer, cómo la imagen e integridad de una persona se ve afectada por una pluma o un comentario mal intencionado. Tal y como lo escribió el amigo y maestro Juan Luis Correa, en una confesión, publicada el pasado 8 de enero en el diario La Estrella de Panamá: "en esta reunión el Comité de Nominaciones de la organización, compuesto por los expresidentes, lo eligieron por mayoría para asumir la Presidencia de la SIP para el periodo 2017-2018. Al día siguiente de dicha elección, el Comité de Nominaciones le solicitó una reunión, para manifestar que varios colegas de Panamá se oponían a su designación para ocupar la Presidencia de la SIP, manifestando, según le hicieron saber, todo tipo de argumentos y de amenazas, incluyendo que algunos medios de comunicación de Panamá se verían obligados a abandonar la SIP, si Juan Luis llegaba a ser presidente.
Este hecho, es un claro ejemplo de la maldad que se vive en el mundo de los medios de comunicación y de cómo, el llamado grupo "cuarto poder", destruye a personas que están dentro de su mismo engranaje, quizás por envidia, persecución o simplemente por ganar protagonismo. Debo confesar, que mi falta de experiencia en este tipo de reuniones y estar al lado de altos ejecutivos y dueños de medios de comunicación de muchos países miembros de la SIP, me cohibían y me obligaban a ser un espectador más. Sin embargo, mi instinto periodístico me obligó a conocer algunos detalles de lo que había ocurrido.
Indagando, la información que obtuve ese día, hoy la confirmo con la confesión del sacrificado. En casos como estos ¿cómo se puede enmendar el daño que se le ha hecho a esta persona? ¿Es un medio de comunicación capaz de ser responsable y aceptar sus errores? Lo cierto es que nunca llegamos a pensar que cuando ya no estemos representando al medio de comunicación, el cargo de conciencia puede pesar, o quizás, el destino nos pase factura.
La libertad de expresión y la libertad de prensa no nos dan el derecho a las personas y organizaciones a jugar con la imagen e integridad de otra. Los intereses personales de los dueños de los medios de comunicación no pueden estar por encima de la ética profesional de sus subalternos. En casos como este, debemos dejar que las personas saquen sus propias conclusiones y no incidir con argumentos febriles en la decisión de otros.
Debo destacar las sabias palabras del doctor Gustavo Mohme, presidente electo de la SIP en esa asamblea cuando dijo: "Quiero en primer lugar destacar el rol de Juan Luis Correa, asociado y amigo que ha trabajado prácticamente sin inasistencias y con una generosidad inusual a favor de nuestra causa durante 26 años continuos. Gracias a su liderazgo estuvimos tres años en Panamá celebrando nuestras asambleas. Juan Luis, propuesto para este cargo, declinó la nominación hasta que los cuestionamientos que afectan a otras personas de su entorno se disipen. Este notable gesto me inspira y compromete a encarar esta reelección. Nuestra institución y tú, Juan Luis, salen fortalecidos de esta coyuntura".
La noche anterior a este discurso, el propio Juan Luis me presentó a Gustavo Mohme. La verdad me dio gusto conocerlo y después de escuchar su discurso, me alegré por la valoración que se le daba a la figura del amigo panameño. Debemos aprender de la frase "entre bomberos nos pisamos la manguera" y saber que entre colegas de la profesión, no debemos perjudicarnos unos a los otros.
Periodista y arquitecto.
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