Capacidad y competencia
Cuando no hay naranjas en el almuerzo
Feliz domingo, hoy les presento una anécdota que amablemente me compartieron en la cual se muestra una radiografía de muchas empresas que luchan por seguir adelante en
- Fidel Reyes E. ([email protected])
- - Publicado: 27/7/2014 - 12:00 am
Feliz domingo, hoy les presento una anécdota que amablemente me compartieron en la cual se muestra una radiografía de muchas empresas que luchan por seguir adelante en este Panamá tan competitivo, por supuesto, y como dicen las películas “los nombres han sido cambiados, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”.
La anécdota dice así:
Juan trabajaba en una empresa farmacéutica desde hace dos años, siempre muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones, llega puntual y está orgulloso de que en 2 años nunca recibió una amonestación, cierto día buscó a Don Carlos, como se le conocía al gerente de la empresa y quien durante casi 15 años ha sido el motor de la organización, en esta ocasión el encuentro era para hacerle un reclamo…. “Don Carlos, trabajo en la empresa hace dos años con bastante esmero y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido relegado, mire, Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace solo 6 meses y ya ha sido promovido a supervisor, ¿cree usted que es justo?” Don Carlos, quien con mucha atención lo escucha toma aire y con el objetivo de mostrarle a Juan que estaba equivocado, le dice: “Juan, mientras revisamos tu situación, quisiera pedirte que me ayudes a resolver un problema, como bien sabes, el personal toma sus alimentos en nuestra cafetería diariamente con un menú variado y completo además de nutritivo, sin embargo hoy, y por petición de algunas personas, quiero agregar fruta para la sobremesa del almuerzo, en la bodega de la esquina venden fruta, por favor, averigua si tienen naranjas”.
Inmediatamente, Juan puso manos a la obra, salió como rayo y se esmeró en cumplir con el encargo, en 5 minutos estaba de vuelta, cuando llegó con el gerente, este le preguntó: “bueno, Juan, qué averiguaste?”
“Señor, tienen naranjas para la venta”, ¡perfecto! le contestó, y ¿cuánto cuestan?, Juan guardó silencio y solo expresó ¡Ah!… No pregunté por eso.
Perfecto, no hay problema, de casualidad ¿viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal? La respuesta fue clara y concreta “tampoco pregunté por eso, señor”. Don Carlos entonces hizo un último esfuerzo para ver si Juan tenía alguna respuesta. “En caso de que no alcanzaran, ¿hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja?”, a lo que Juan simplemente respondió: “No sé, señor, no creo…”.
Bueno, siéntate un momento, en ese momento don Carlos, con mucha calma y al mismo tiempo con toda la intención de mostrarle a Juan lo que todo gerente espera de su personal, tomó el teléfono y pidió a Fernando que viniese a su oficina, cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que le había dado a Juan.
En ese momento, Fernando tomó 2 minutos para repasar lo que se le había solicitado y salió rumbo a la bodega de la esquina, en 10 minutos estaba de vuelta, cuando retornó Fernando, Don Carlos, el gerente, le pregunta: “Bien, Fernando, ¿qué noticias me tienes?” a lo que Fernando, sin titubear, le responde: “Señor, le informo que tienen naranjas suficientes para atender a todo el personal, ahora, si prefiere también tienen plátano, papaya, melón y mango, la naranja está a 1.5 balboas el kilo, el plátano a 2.2, el mango a 90 centavos el kilo, la papaya y el melón a 2.8 el kilo y me dicen que si compramos 5 kilos en adelante nos darán un descuento del 10%”.
“He dejado separada la naranja, pero si usted escoge otra fruta, debo regresar para confirmar el pedido, ya que como usted sabe, en esta bodega los productos frescos son muy solicitados, por lo que es mejor hacer el pedido con tiempo si desea tener la suficiente fruta para el personal”.
Carlos, el gerente, agradece a Fernando y al mismo tiempo exclama: “Espera un momento”… se dirige a Juan, que aún seguía esperando estupefacto y le dice: “Juan, qué me decías?”
A lo que Juan respondió: “Nada, señor, eso es todo”, muchas gracias, con su permiso…
Cuántas veces usted ha experimentado este episodio con el personal que labora en su establecimiento cualquiera que sea el sector de la economía en que se desarrolla, cuántas veces sentimos que merecemos algo por simplemente estar ahí presentes, pero sin dar el mejor de nuestro esfuerzo, la actitud pasiva de Juan lo lleva a estancarse y seguramente a frustrarse porque no conseguirá una promoción pronto.
Por el contrario, la actitud e interés de Fernando por brindar alternativas y soluciones concretas lo pone en una posición envidiable para el resto del equipo y con posibilidades de crecimiento en un menor plazo que Juan y algunos otros elementos del equipo.
Si con las tareas más sencillas no tienes el interés de hacer las cosas más allá de lo establecido, no te extrañes que difícilmente te confíen tareas de mayor importancia, la visión y globalización de las empresas exige cada día personal con mayor “hambre” por conseguir objetivos y metas.
Identifique con cuántos “Fernandos” y con cuántos “Juanes” cuenta usted en su establecimiento y haga un balance para saber hacia dónde se inclina la balanza.
Ojalá sea hacia el lado de los “Fernandos”, de lo contrario, no habrá naranjas en el almuerzo.
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