¿Cuanto más se sabe menos se avanza?
Me he dado cuenta de que como ciudadanos es posible definirnos por ciertas actitudes que ya se han desarrollado anteriormente para la evaluación del mismo, en este caso me enfoqué en tres.
- Andrea Celeste Núñez P.
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- - Publicado: 23/3/2018 - 12:00 am
Hablar de corrupción en estos momentos es pan de cada día. Parece que no es suficiente con todos los casos que los años han venido arrastrando para provocar este sinsabor, pues cada semana salta a la luz uno nuevo. La internet, los medios de comunicación, todo este avance tecnológico se ha mostrado como enemigo de la corrupción, destapándola y permitiendo el rápido acceso a información necesaria. Pero ante tanto escándalo diario aún me queda la sensación de "¿cuanto más se sabe menos se avanza?". Nuevas cifras, vinculaciones, nombres, cargos hacen que los procesos se vuelvan complejos llevándonos a conocer casi de sorpresa información comprometida sobre la administración de nuestro Estado, donde buena parte de las leyes y el sistema en sí se han visto de una u otra manera creados para permitir tal fin (un inoperante avance judicial en general), obteniendo así pocas respuestas o justicia.
Independientemente de este gobierno, el problema de la corrupción es tan real hoy que ha conseguido afectar todas las áreas comprometidas al buen manejo de un Estado como salud, educación, justicia, etc... Surgen innumerables preguntas a un país que como república independiente es realmente joven y en el cual la población se ha visto desde sus inicios a tener que enfrentarse, no solo al deseo de una verdadera soberanía, sino a la imposición de los intereses políticos de quienes controlaban su propio Estado.
Y lo peor es que de una u otra manera, la sociedad como tal en esta situación se está acostumbrando a mover en este fango. Toca reconocer que si bien es cierto, parece que no es suficiente la crisis actual cuando la apatía a todo este asunto es real y creciente, una apatía que puede tener muchos orígenes, pero el principal por la misma naturaleza humana cuando se percata de que todo continúa igual ante equis circunstancia.
Sin embargo, aunque a veces cuesta reconocer que no tienen escapatoria o justificación por sus actos, no podemos culpar de todo a los políticos, empresarios o autoridades cuando estos llegan al poder por nuestra elección, pues parece que todo este mar de información solo le provee más popularidad o admiración a la población por estos líderes. Me he dado cuenta de que como ciudadanos es posible definirnos por ciertas actitudes que ya se han desarrollado anteriormente para la evaluación del mismo, en este caso me enfoqué en tres: el ciudadano cómodo, que desconoce sus derechos y piensa que estos son solo cosas para abogados y de buena fe espera que todo se resuelva; el ciudadano víctima, que solo sabe quejarse y que se encuentra seguro de que para nada sirve hacer algo y, por último, el ciudadano consciente, que reconoce la realidad así como sus derechos, sabe reclamar de forma responsable y no es cómplice de estas malas prácticas, aun cuando estas no sean recíprocas a su situación.
Pero luego, al conocer el escenario de nuestro país y las pocas respuestas no es sorpresa que todos seamos un poco de estos tres ciudadanos sin darnos cuenta. Como joven y estudiante, me siento frente a un gran devenir político y social, por esta razón creo firmemente en el poder de la juventud, la cual tiene un papel fundamental en el valer de nuestros derechos.
Estamos dando un gran paso cuando decidimos participar, involucrarnos y mostrarnos firmes en nuestras decisiones; sin embargo, esto solo funciona si separamos lo que yo llamo "emociones políticas temporales" de las verdades y hechos reales que acontecen, y actuamos con base en estos continuamente, puesto que no podemos quedarnos únicamente hablando de corrupción…
Estudiante de relaciones internacionales Universidad de Panamá
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