Análisis
El pueblo soberano siempre tiene la razón
...el gobernante tenga conciencia de que el soberano es el pueblo, no él. Que gobierna porque un pueblo lo eligió para administrar la cosa pública y que de esa administración no se espera otra respuesta que no sean los buenos resultados, las buenas ejecutorias, todo en pro de las grandes mayorías
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 05/1/2018 - 12:00 am
"El Estado siempre tiene la razón". Me quedo con estas palabras pronunciadas por el señor presidente de la República, en fecha de 2 de enero de 2018 ante la Asamblea Nacional de Diputados y en ocasión del Informe a la Nación, tal y como lo manda el Artículo 183, Numeral 5 de la Constitución Política. Esta disposición prescribe que es atribución que ejerce por sí solo el presidente de la República: "Presentar al principio de cada legislatura, el primer día de sus sesiones ordinarias, un mensaje sobre los asuntos de la administración" Una simple y sencilla labor de hermenéutica forense nos presentaría un claro sentido y alcance de la parte del precitado artículo que reza: "Presentar (…) un mensaje sobre los asuntos de la administración". Es claro que el mensaje que el presidente debe brindar a la Asamblea Nacional de Diputados debe versar o hacerse contener, de modo especifico, sobre los asuntos de la administración. Pero ¿a qué administración se refiere la norma constitucional? Sin duda alguna, a la administración del gobierno que preside el mandatario. Por lo que su discurso debe contener información o datos precisos, concretos, sobre: planes y programas realizados o por realizar; obras o infraestructuras hechas; cómo se ha invertido el dinero plasmado y asignado en el presupuesto general de la nación; conquistas sociales o logros económicos de su administración; estado del empleo y el desempleo en Panamá; lo concerniente a la escolaridad y a la educación; vivienda, trabajo, transporte, derechos humanos, niveles de pobreza y desarrollo social; en fin, estos y otros tantos que den muestras claras de cómo ha sido el trabajo o la actividad del Gobierno, de su administración, sobre estos temas y en los que su activismo tiene injerencia clara o directa.
Tradicionalmente, los presidentes de nuestro país utilizan o instrumentan esta oportunidad y derecho de dirigirse ante la Asamblea Nacional de Diputados, y por consiguiente al país, como un mecanismo y escenario político para lanzar amenazas, generar la diatriba, espetar improperios expresos o insinuados a la oposición, hacer amenazas vedadas y, en alguna medida, tratan de sembrar la idea de que el Gobierno es "de autoridad, temple y carácter", siguiendo con ello un falso paradigma político y que consiste en un ilusionismo perverso de que mientras más se crea el pánico o el terror, mejor gobierno se hace. De ese tradicionalismo no ha escapado el señor presidente Varela cuando, sin excluir otros apartados de su discurso, afirma en tono vehemente, retador, despotricado, excluyente, amenazante, que: "Al final el Estado siempre tiene la razón". Pongamos las cosas en su lugar. No es cierto lo que se ha dicho, eso de que al final de cuentas el Estado siempre tiene la razón o que el Estado se sale con las suyas. Prueba de ello es que en materia de derechos fundamentales o derechos humanos, como también en principios y reglas del bloque de la constitucionalidad, tenemos la Jurisdicción Supra Nacional (Corte Interamericana de Derechos Humanos) la cual, en no pocas ocasiones, le ha tenido que decir a nuestro Estado y a otros de nuestra América, que se han equivocado, que no han tenido la razón y hasta hemos sido, en el caso muy particular de Panamá, objeto de condenas millonarias, si no invito a que recordemos lo que aconteció con la famosa Ley 25 de 14 de Diciembre de 1990, dada en el gobierno del presidente Guillermo Endara, en el que Panamá, demandado en la jurisdicción internacional, como Estado, fue condenado a resarcir a los 270 ex trabajadores del antiguo Irhe.
Pero en una introspectiva, esto es mirando hacia adentro, entre los límites de nuestra geografía, ello tampoco es cierto. Son incontables las veces que los gobiernos, tratando de imponer decisiones o políticas inconsultas, antidemocráticas, del mismo modo, han tenido que recular. La "recula" se ha dado a nivel de proyectos de leyes aberrantes e injustos, antipopulares en cuestiones de obras no justificadas, en materia de decisiones adoptadas al fragor de la emoción en temas de importancia en las relaciones internacionales, etc.
Pero, no puedo cerrar este artículo, sin antes presentar la frase opuesta y es la siguiente: "El soberano, el pueblo, siempre tiene la razón", aun cuando pueda estar equivocado.
Esto es lo interesante, que el gobernante tenga conciencia de que el soberano es el pueblo, no él. Que gobierna porque un pueblo lo eligió para administrar la cosa pública y que de esa administración no se espera otra respuesta que no sean los buenos resultados, las buenas ejecutorias, todo en pro de las grandes mayorías nacionales: indígenas, campesinos, estudiantes, obreros o trabajadores, los cordones de la pobreza, en fin.
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