Análisis
La perversión del concepto de solidaridad
- Juan Jované/opinion@epasa.com/
Se trata, claro está, de una perversión del idioma, ya que de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, esta es una palabra que tiene que ver con una relación entre personas: "adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros". Es evidente, entonces, la razón por la que san Juan XXIII, el llamado Papa Bueno, haya afirmado en su "Mater et Magistra" que la solidaridad "une a todos los seres humanos y los hace como miembros de una sola familia"...

Hace apenas una semana participamos en un conocido programa televisado con el fin de debatir en torno a los problemas del llamado programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la CSS, en el que participaron mayoritariamente representantes de los sectores económicamente dominantes del país. En el mismo resultó bizarro que estos, en su intento de defender la implantación de las cuentas individuales, postularon la idea según la cual la solidaridad debería entenderse exclusivamente como la "solidaridad con uno mismo".
Se trata, claro está, de una perversión del idioma, ya que de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, esta es una palabra que tiene que ver con una relación entre personas: "adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros". Es evidente, entonces, la razón por la que san Juan XXIII, el llamado Papa Bueno, haya afirmado en su "Mater et Magistra" que la solidaridad "une a todos los seres humanos y los hace como miembros de una sola familia", mientras que Pablo VI, en su "Populorum Progressio" llamaba la atención sobre el hecho de que "el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad".
Se trata, para ir más allá, de una actitud de reciprocidad y de asistencia mutua entre los seres humanos, la que resulta indispensable para el cuidado y la permanencia de la vida. Es así que el papa Francisco no solo insiste en la necesidad de la solidaridad dentro de una generación, que implica la redistribución de la riqueza, así como de la solidaridad intergeneracional, es decir la que se da entre diversas generaciones, la cual es la base de una seguridad social, que evite hacer descartables a los adultos mayores. El papa Francisco reconoce esta última como indispensable para evitar la destrucción del planeta: "ya no se puede hablar de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional".
En el fondo de la perversión del concepto de solidaridad está el interés de descalificar esta idea, la que realmente les resulta incómoda a su visión basada en el lucro desmedido e incesante. Los practicantes del culto a la avaricia realmente avalan la idea de Federick Hayek, para quien la solidaridad es una especie de sentimiento atávico, sin cabida en el mundo moderno, que debe estar guiado por el ejercicio extendido de la práctica del individualismo.
El individualismo es un camino que lleva al suicido de la propia humanidad, al olvidar que la solidaridad es la causa básica de la sobrevivencia de nuestra especie: madres que cuidan a sus hijos con amor; familias y países que educan a sus hijos; hijos que entienden el real sentido del mandato bíblico de honrar al padre y a la madre; trabajadores que entienden que es la solidaridad y no la competencia la que les permite una vida digna; seres humanos que protegen el medioambiente para las futuras generaciones. No queda duda de que quienes luchamos por regresar y consolidar un sistema de seguridad social solidaria estamos en el camino de la defensa de la humanidad.
Economista
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