Epicentro
La zozobra de la inseguridad
...pero la generación que viene, que está en riesgo, y que eventualmente se hará dueña del futuro nacional, debe recibir todo el apoyo necesario que la enrumbe por el buen camino de una educación que forje en ellos, sobre todo, un sentimiento nacional de patria y un sentido permanente de solidaridad hacia todo aquel que vive en ella.
- Arnulfo Arias O./[email protected]/
- - Publicado: 27/3/2017 - 12:00 am
Puedo entender que, en términos porcentuales, índices y cuadros, las cifras relacionadas con la delincuencia sean alentadoras para la nación; pero más allá de eso, viendo el diario resquemor de nuestra población, los índices quedan en su marco informativo frío y distante de una realidad que sí se vive a diario. La población, en términos generales, se siente ya insegura. El temor dejó de ser estacional y se ha asentado en el ánimo colectivo para quedarse. No pasa un solo día sin que a uno lleguen las noticias que tienden a avivar como una llama esa preocupación. Así, cada vez nos dejan de extrañar aún menos aquellos titulares que antes nos hubieran alarmado a todos. Cadáveres en maletas, automóviles abaleados, menores inocentes que han perdido su vida en medio de los tiroteos de bandas, bancos asaltados, peatones atracados. La lista sigue y sigue. Como mecanismo de defensa, tarde o temprano, la población comienza a ser menos sensible colectivamente, aunque no menos preocupada por los mismos temas a nivel individual. He allí el peligro; esa desensibilización que a menudo se confunde con desinterés; ese apego en resguardar profundamente aquello que se siente y tomarlo simplemente como parte de la vida, como el determinismo insólito de lo que debe ser.
Y al aislarse así, también se aíslan poco a poco las virtudes colectivas de la cortesía, la amabilidad y la confianza. Vemos, entonces, una población que ya poco se saluda y que raramente hace algún despliegue de solidaridad genuina, porque debe necesariamente refugiarse en ese desapego que es muy común en otras latitudes, donde el flagelo de las guerras y conflictos van enfriando el corazón y el sentimiento, y van creando una corteza impenetrable e insensible para distanciarse así de la desgracia ajena. Lamentablemente, a eso lleva y en eso desemboca la inseguridad, que se sufre en la raíz más íntima de toda sociedad. De manera indirecta afecta la misma idiosincrasia de nuestra población, tornándola más gris, menos alegre y más ensimismada en los problemas propios y en aislamiento progresivo de los colectivos.
Se debe comprender, sin embargo, que a todos nos afecta indefectiblemente la inseguridad; que no importa dónde estemos ni vivamos, el radio de acción delincuencial se ha agigantado, sin dejar espacio libre ni seguro. Para atacar de raíz el problema, habrá sin duda que someter a fuerza férrea a aquel que se halla ya torcido por las circunstancias y se deleita ahora en una vida criminal; pero la generación que viene, que está en riesgo, y que eventualmente se hará dueña del futuro nacional, debe recibir todo el apoyo necesario que la enrumbe por el buen camino de una educación que forje en ellos, sobre todo, un sentimiento nacional de patria y un sentido permanente de solidaridad hacia todo aquel que vive en ella.
Abogado
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