Llegamos por cuarta vez a un 1 de julio
Otra vez los diputados se enfrentan a la toma de decisión para elegir un nuevo presidente de la Asamblea Nacional, o quizás reelegir al actual; decisión que para el pueblo ya no tiene la menor importancia. Se presume que esta elección se define con base en los ofrecimientos económicos y canonjías que el poder Ejecutivo ofrezca a los diputados que entrarán a un proceso de votación.
- Cristóbal Silva / [email protected]
- - Actualizado: 28/6/2017 - 03:12 pm
En pocos días llegaremos por cuarta vez a un 1 de julio, fecha en la que ocurren actos políticos de cierta importancia para la clase política, aunque para el resto de la ciudadanía ya no parecen ser de mucho interés.
Otra vez los diputados se enfrentan a la toma de decisión para elegir un nuevo presidente de la Asamblea Nacional, o quizás reelegir al actual; decisión que para el pueblo ya no tiene la menor importancia. Se presume que esta elección se define con base en los ofrecimientos económicos y canonjías que el poder Ejecutivo ofrezca a los diputados que entrarán a un proceso de votación.
El desprestigio que exhibe la Asamblea le ha quitado toda importancia a este evento, que a los ojos del pueblo es solo un ejercicio en el cual lo que buscan los participantes es apoderarse del control de la junta directiva en función de las líneas que les “baje” el presidente de la República. Esta es la triste y penosa realidad de este evento, que deja a un lado los intereses del pueblo.
Los diputados están más interesados en incrementar sus arcas y beneficios, tratando de “pegarse” un poco más a la silla presidencial y obtener más beneficios personales mediante el tradicional tráfico de influencias.
Por otro lado, el presidente de la República debe presentar otro informe al país acerca de su gestión durante el periodo legislativo anterior que culmina el 30 de junio. Es otro evento sobre el cual el pueblo ya ha perdido todo interés.
Al parecer, la gente tiene la percepción de que luego de haber escuchado uno o dos de estos discursos presidenciales, ya los ha escuchado todos, dado que los subsiguientes son más de lo mismo.
Los discursos del presidente ante la Asamblea se han convertido en el enunciado de una serie de promesas que luego no se cumplen, frustrando las esperanzas del pueblo para que el Gobierno encuentre soluciones a las diversas dificultades que le agobian: costo creciente de los alimentos, incremento del desempleo, inseguridad, que hace vivir a la gente con temor de ser víctimas de un atraco y hasta de perder la vida en las calles; falta de medicinas y servicios médicos adecuados en clínicas y hospitales; escuelas cerradas por sus malas condiciones; insuficiente servicio de transporte público son las principales dificultades que durante estos tres años de gobierno del presidente Varela han afectado a la población.
¡Será 1 de julio otra vez. Ya para la gente esto le produce un hastío que desea pronto termine de alguna manera. La actual precaria calidad de vida del panameño, llega al punto que ya no aguanta más. ¿Hasta cuándo, Varela?
Ingeniero
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