Análisis
Noticias falsas
Es posible redondear cifras en Migración de Tocumen para desmentir nuestro argumento, pero no así los índices de ocupación hotelera
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 17/2/2018 - 12:00 am
El tema de noticias falsas ha registrado mayor notoriedad particularmente posterior a las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos, en las que los rusos aportaron científicamente una serie de elementos quiméricos que colaboraron con la campaña del candidato Trump, tema que aún escudriña el investigador oficial Robert Mueller y que bien podría resultar en un barrido del panorama político norteamericano. Y mucha culpa tenemos los lectores, un público ávido de noticias que acepta la letra escrita o hablada como cierta, universo de trogloditas con nula o muy limitada capacidad de análisis. De allí, por ejemplo, nace la observación de la prensa francesa al describir, sobre el tema que nos atañe, la inteligencia del votante promedio en Estados Unidos como "levemente superior al de un bovino". Si las cosas son así allá, ¡imagínense lo que tenemos entre manos acá!
Se hace evidentemente necesario analizar a fondo todos los elementos de una información cada vez más dinámica y ultrailusionista que pretende captar y manipular la opinión pública a la saña del director de medios o del gobierno de turno, desde los periodiquillos amarillentos, esos de glúteos y cadáveres en su portada, que invitan al populacho a la lectura de ficciones, hasta aquellos que se tildan de "serios" y son tan pusilánimes como los anteriores. En particular, una noticia captó recientemente nuestra atención. A pesar de encontrarnos en el cenit de la temporada alta, donde se hacen más evidentes los visitantes que escapan al gélido frío del hemisferio norte, diversos medios destacan un análisis de la Autoridad de Turismo de Panamá que relata un repunte esotérico en el número de visitantes al Istmo durante 2017, recalcando la presencia de 2.5 millones de turistas que consumieron $4,451 millones. La manipulación de cifras sirve la finalidad de un abanicazo a la fecunda labor de nuestras autoridades, en particular las que se dedican a estos menesteres, siendo la realidad totalmente la inversa. Se hace muy, sobremanera, evidente el intempestivo desliz en el número de visitantes durante el presente gobierno. Es posible redondear cifras en Migración de Tocumen para desmentir nuestro argumento, pero no así los índices de ocupación hotelera, que si bien es cierto están levemente impactados por la novel tendencia de albergues "clandestinos", satanizados por los hoteleros y autoridades. Airbnb es una modalidad presente en todos los países del mundo, que se quedará con nosotros, tal cual Uber, que refleja las tendencias de nuevas generaciones de viajeros en búsqueda de alternativas en reemplazo de las tradicionales.
En 2017, jamás llegaron a Panamá 2 millones y medio de turistas. Basta con consultas informales al raspadero de la plaza de Francia, a la dependiente del quiosco de la Autoridad de Turismo fuera del recinto aduanal de Tocumen, a los guías de turismo que dependen del flujo de visitantes para su pan de cada día. Los desatinados números reflejan una constante entrada y salida del país de angustiados venezolanos, del creciente número de colombianos en nuestra economía informal y de una migración cada vez más evidente de centroamericanos que ya no solo apuntan hacia el Norte en búsqueda de una mejor vida. Si no lo cree, basta conversar y analizar los acentos de las empleadas domésticas en el parque de Punta Paitilla. La estrepitosa caída en las cifras reales del turismo nacional son el resultado de una falta de profesionalismo y liderazgo en lo que bien podría ser el motor de nuestra economía. El turismo en el siglo XXI no se puede administrar informalmente. Para muestras México nos dicta cátedras con una prolífica Secretaría de Turismo bendecida por una planificación estructurada que incrementa milagrosamente las cifras año a año, a pesar de una inusitada ola de violencia, su feroz narcotráfico y la amenaza del racista muro. No acepte todo lo que lee o lo que escucha. Sea más analítico, indague, infórmese bien sobre las alternativas a las noticias falsas. Un consumidor educado selecciona minuciosamente dónde adquirir determinados productos y la variable diferencia en la calidad y precio de los mismos. Un ciudadano responsable analiza. Como bien dice el adagio: "Estudia, y no serás cuando crecido, ni el juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos"./Líder empresarial.
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