Análisis
¡Para un estudio de la política nacional!
Se requiere, además, un profundo análisis de la más poderosa oficina del país (la Presidencia de la República) y de las fuentes de su fuerza en relación del presidente con su pueblo.
- Paulino Romero C.*
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- - Publicado: 27/11/2017 - 12:00 am
En verdad, cuando se encara un tema tan sugestivo como la actividad política, es fácil que lo transitorio nos encandile y que omitamos lo permanente. Hemos procurado tener siempre presente que las luchas políticas y los programas económicos se agotan y decaen, que las polémicas que hoy llenan las columnas de los diarios, y los programas de radio y televisión serán mañana imágenes borrosas, y que los supuestos caudillos partidarios terminan por ser nombres apenas mencionados en los libros de la historia. Panamá no es solo una urdimbre de transformaciones y de oportunidades, es también una realidad que, no obstante sus fluctuaciones, posee elementos clave que permanecen inalterables.
Amamos a nuestro país y a nuestra cultura, pero flaco servicio les prestaríamos a ambos y al credo de la democracia si ignoramos los hechos desagradables de la vida nacional. En el mismo sentido, hemos transitado por los ámbitos norte, sur y centroamericano, europeo, asiático y del Medio Oriente, y si hubiéramos dejado de responder a algún argumento esgrimido contra Panamá, no habría sido por falta de diligencia y de realismo. Pero tampoco favoreceríamos a los críticos más acérrimos de Panamá si les ofreciéramos una imagen distorsionada de la civilización panameña, con el único fin de alimentar el disgusto que ya experimentan. Panamá es, desde cualquier punto de vista, un país significativo en la geopolítica mundial y posee una cultura en proceso de desarrollo, económico, estratégico, social y políticamente aceptable. La presencia de tanta vitalidad condensada en un pequeñísimo segmento de la sociedad humana es prueba de una sorprendente confluencia de la historia, los medios, las pautas institucionales, la voluntad y el impulso colectivo para forjar una nación emprendedora.
Por eso, los interrogantes que formulamos respecto a los panameños son los mismos que cabría plantear respecto a los pueblos de toda la civilización humana: ¿cuáles son sus tradiciones, su linaje biológico, el medio natural que lo rodea? ¿Cómo se ganan la vida? ¿Cómo se gobiernan? ¿Cómo se resuelven los inevitables problemas inherentes al poder y la libertad? ¿Cómo se dividen en grupos étnicos y clases? ¿Cómo galantean y contraen matrimonio, cómo crían y educan a sus niños y niñas? ¿Cómo trabajan, juegan y expresan su espíritu creador en el arte y la literatura? ¿Qué concepciones los debilitan o les infunden vigor? ¿Cuáles son las tensiones y los problemas que lo dividen? ¿Qué sentido social los unifica?
Conviene examinar las curiosas, si bien relativamente efectivas, formas de gobierno –y desgobierno— de los panameños. Hay que partir del "estilo político" panameño, la subestimación de la política, el desprecio por lo político, la negativa a encarar la política de "gran estilo", al mismo tiempo, no obstante. Que se imponen la audacia política y el experimentalismo de carácter práctico. Nos corresponde preguntarnos cuáles son las contribuciones fundamentales realizadas por los panameños a las artes del gobierno en una sociedad libre.
Se requiere, además, un profundo análisis de la más poderosa oficina del país (la Presidencia de la República) y de las fuentes de su fuerza en relación del presidente con su pueblo. También conviene examinar el desenvolvimiento de los partidos, la conducta de los votantes y las cambiantes líneas del desarrollo partidario.
¡En realidad, el estudio de la política nacional nos parece, a todas luces, un trabajo de palpitante actualidad!
*Pedagogo, escritor, diplomático.
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