Conciencia social
Pragmatismo, enajenación y educación
Justa razón en el pensamiento cristiano, que desde tiempos inmemorables y aún más con el advenimiento de la dictadura del pensamiento único y su código de mandamiento
- Ramiro Guerra (Abogado)
- - Publicado: 31/7/2014 - 12:00 am
Justa razón en el pensamiento cristiano, que desde tiempos inmemorables y aún más con el advenimiento de la dictadura del pensamiento único y su código de mandamiento [el neoliberalismo] ha enarbolado tenazmente y con una voluntad férrea, la filosofía social humanitaria.
La Iglesia cristiana, sus grandes ideólogos, entre ellos el papa Juan Pablo II, Karol Wojtyla, y ahora su sucesor Francisco, han sido duros críticos e impugnadores de lo que han denominado la cosificación del ser humano, propia de un capitalismo que enajena, convirtiéndonos en seres huérfanos de insensibilidad y cero conciencia de solidaridad para con el próximo.
PRAGMATISMO E INDIVIDUALISMO PASARON A SUSTITUIR LA CONCIENCIA SOCIAL, COLECTIVA Y HUMANITARIA. UN FENÓMENO COMO EL DEL BOMBAZO A UN AVIÓN DE UNA LÍNEA DE MALASIA, MUEREN 258 SERES HUMANOS. ESTE HECHO SE PRIORIZA COMO NOTICIA, Y NADA PASA.
En nuestro país, el debate ha estado a la orden del día y trasciende a todas las órdenes de nuestras vidas. Los defensores del liberalismo extremista llegaron al límite de centrar todo nuestro quehacer en torno a la argumentación pragmática del desarrollo humano sustentado en la ley del mercado y de la tecnología.
Ética, moral y todos los valores que se derivan del buen obrar y comunicarse pasaron a ser material para el archivo de lo inservible.
Pragmatismo e individualismo pasaron a sustituir la conciencia social, colectiva y humanitaria. Tan repugnante resulta esa ideología de salvarse quien pueda y el endiosamiento del mercado, que un fenómeno como el del bombazo a un avión de una línea de Malasia, lo derriban y con ello mueren 258 seres humanos, este hecho se prioriza como noticia para el mundo de la geopolítica. Y nada pasa. Tal insensibilidad la observamos en nuestro alrededor en las relaciones humanas. No hay un respeto ni conciencia por la vida humana. Siempre tengo en mi memoria al poeta Chucho Martínez, quien en forma sarcástica me decía: tú crees que tú controlas el televisor, te equivocas, él es el que te esclaviza, lo mismo ocurre hoy con la tecnología de la comunicación.
Usted organiza una fiesta y todos sus invitados físicamente llegan, pero ninguno mentalmente está allí por el hecho del denominado chateo en WhatsApp y hablando por celular. Se ha perdido el sentido de la comunidad. En la calle uno observa a nuestros semejantes con el celular en el oído, nada que envidiar al soldadito de plomo, parecemos hombres robots.
No nos estamos retractando del desarrollo de la comunicación, sino del proceso creciente de despersonificación que ha traído consigo al extremo que priorizamos el sentido de comunicarnos por chateo.
El hablar da pereza. Creo que tenemos que formar a la gente para el desarrollo sobre base científica. A enseñarle a dominar el mercado y la tecnología y no al revés.
SE HA PERDIDO EL SENTIDO DE LA COMUNIDAD. EN LA CALLE UNO OBSERVA A NUESTROS SEMEJANTES CON EL CELULAR EN EL OÍDO, NADA QUE ENVIDIAR AL SOLDADITO DE PLOMO, PARECEMOS HOMBRES ROBOTS.
Hay que volver en nuestra currícula hacia el obrar ético y filosófico. A los imperativos o máxima kantiana del no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan.
Hay que trabajar en el diseño cartesiano de la duda y que nada es perenne e inmutable. Que la ciencia no nos domine, sino nosotros dominar la ciencia.
Hoy sentimos la falta de esa conciencia que nos brinda la filosofía democrática que hace del hombre un ente pensante y crítico que asume el cambio siempre como posible y retracta de la ideología conformista.
Renovemos nuestra forma de pensar, así como la Iglesia católica reformó su concepto sobre el infierno para ubicarlo en el plano terrenal, así mismo me atrevo a afirmar que el anticristo no es un concepto que se personifica, ya está con nosotros, traducido en un montón de ideologías que fracturan la integridad y dignidad humana. Sus apóstoles inundan el mercado con toda clase de literatura enajenante del yo. Volvamos a la ética del antropocentrismo humanista y solidario.
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