Sistema político
¿Qué nos pasa?
Nuestro sistema político está enfermo. La podredumbre está presente en toda nuestra institucionalidad. Pero como escribía el gran pedagogo Pablo Freire: mientras haya aunque sea uno o pocos, hay esperanza.
- Ramiro Guerra
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- - Publicado: 04/2/2018 - 12:00 am
Dónde está la intelectualidad que antaño abrazaba las causas democráticas y populares. Salvo excepciones, algunos y algunas no desmayamos en desbrozar o quitar los obstáculos que no permiten ver con claridad el horizonte. El proceso que dio lugar a la dictadura del pensamiento único, prohijó un grave fenómeno de desideologización que trascendió a nuestros claustros universitarios y muchos optaron por la política del avestruz y otros hasta compraron el discurso pragmático y utilitarista del confort. Disculpen mi osadía cuando digo que no siento a la o las universidades proyectándose en términos críticos y pro positivos en la sociedad.
Cierto que la corrupción es un tema de fondo de la crisis que vive el país. Seguimos con los mismos y viejos paradigmas propios de una democracia gravemente arterioesclerótica, es decir enferma. Ya no se debate el cómo superar los niveles de inequidad y desigualdad en que estamos sumergidos.
Los economistas saben que la forma del reparto del esfuerzo social, un reducido grupo se queda con lo que es un esfuerzo de toda la sociedad. 500 mil panameños que viven el día a día con venta de chucherías. Un sistema educativo que no propende a la crítica y la creatividad. Y así nos dicen que estamos rumbo a ser país de primer mundo.
La salud de los panameños y panameñas ha venido cursando un proceso de desmejoramiento. Nuestros hospitales y clínicas se han convertido en centro de aglutinamiento de masas con problemas de salud. No existe una eficaz atención primaria y preventiva de atención. La organización comunitaria como un soporte de la prevención y atención de salud fue desmontada. Es evidente que el país adolece de estrategia de desarrollo humano.
A los grupos de poder económico les resbalan estos temas. Sus negocios apuntan en otra dirección. Lo he venido denunciando, nos inventan temas para el debate y a diario nos sirven la mesa con agendas mediatizadoras.
Hay gentes pagadas para ese trabajo de enajenación y despropósitos. No hay respeto por la ciudadanía. El cinismo o los políticos cínicos se han vuelto crónicos en esas poses propias de un teatro al mejor estilo de Tartufo.
Nuestro sistema político está enfermo. La podredumbre está presente en toda nuestra institucionalidad. Pero como escribía el gran pedagogo Pablo Freire: mientras haya aunque sea uno o pocos, hay esperanza.
No dejemos que el optimismo muera por pesimismo y falta de voluntad. Necesidad y libertad en la historia han estado indisolublemente agarrados de la mano.
Abogado.
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