Proyecto de ley
Rápidos y furiosos
Puedo entender la importancia y celeridad que los mal llamados Padres de la Patria le han dado a este proyecto de ley, dado el hecho que ellos no tienen la necesidad de comprar autos usados importados.. Por otra parte, la justificación de ahora parece ser mucho más conmovedora y cohesiva: la causa ecológica y la seguridad de la población. ¡Qué verdes y qué humanos nos hemos puesto últimamente!
- Juan Carlos Rivera/ [email protected]/
- - Publicado: 12/1/2018 - 12:00 am
A los amantes de la saga sobre ruedas de Vin Diesel, lamento decepcionarlos. Las siguientes líneas no describen una inverosímil persecución automovilística que inexplicablemente todo lo resuelve, sino lo ‘rápidos’ que han sido algunos de nuestros “honorables” diputados para promover el Proyecto de Ley 580 que tiene como objetivo regular y fiscalizar la importación de autos usados que ingresen al país y que, con justa razón, ha puesto ‘furiosos’ a los comerciantes de estos vehículos y a quienes los adquirieren a fin de sortear los altos precios de la oferta local.
Por supuesto, lo que a unos mata, a otros cura. Las concesionarias de autos nuevos a nivel local deben estar celebrando tal como lo hicieron allá en el 2010 con la imposición del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) a los autos usados importados y como casi lo hacen en enero del año pasado con la tentativa de un inmisericorde aumento en la inscripción de estos mismos vehículos en el Registro Único Vehicular, medidas estas que supuestamente buscaban proteger al mercado local de la amenaza que representaba la importación de autos a precios mucho menores que los que aquí se ofrecen.
En enero, pensé que se trataba de otra cortina de humo para distraer la atención de la población, dados los persistentes escándalos de los que nuestro país se ha convertido en un muy sonado protagonista. No obstante, me pareció una falta de visión el recurrir a esta estrategia tan tenue, pues el país le sobran, bajo la manga, otros escándalos alternativos más impactantes y capitalizables para cumplir más eficientemente con este mismo fin. Luego de informarme de la caída del 13.3% en las ventas de autos nuevos que experimentaron las 'vampirescas' concesionarias locales de autos nuevos, todo quedó muy claro. ¡Pobrecitos!, no podían darse el lujo de que sus vitalicios monopolios se vieran perjudicados , así que seguramente fueron a quejarse con Papá y Mamá.
Puedo entender la importancia y celeridad que los mal llamados Padres de la Patria le han dado a este proyecto de ley, dado el hecho que ellos no tienen la necesidad de comprar autos usados importados; pasa eso, el Estado no solo les paga muy bien, sino que los exonera de impuestos al adquirir sus flamantes vehículos nuevos. Por otra parte, a diferencia de las indigeribles razones que estos creativos personajes dieron para implementar la “iniciativa” de enero, la justificación de ahora parece ser mucho más conmovedora y cohesiva: la causa ecológica y la seguridad de la población. ¡Qué verdes y qué humanos nos hemos puesto últimamente!
A propósito, ¿de cuándo acá a nuestras autoridades les ha comenzado a preocupar tanto el medio ambiente? De hecho, sí lo han venido haciendo desde hace algún tiempo, pero en un sentido un tanto paradójico al facilitar e incluso promover la prostitución y consecuente destrucción de nuestros recursos naturales al tiempo que satisfacen la voracidad de flamantes “inversionistas”, aún cuando esto conlleve la expropiación de los legítimos dueños y la apropiación de lugares inalienables dado su inestimable valor ecológico. Sí, hablo del arrasamiento de los manglares de Juan Díaz, la fractura en el Corredor Biológico Mesoamericano en Donoso, la mosqueterización de la Isla de Cañas, la “conquista” del Atlántico, el dilema de la Isla de Coiba, y otros tantos ejemplos que, por falta de espacio, tenemos que omitir. Si de salvar al planeta se trata, ¿por qué mejor no se esmeran por humanizar el transporte colectivo? ¡Ah!, estoy soñando despierto otra vez; esta no es una prioridad para nuestros gobernantes, quienes jamás se rebajarían a utilizar un sistema tan poco exclusivo como el que utilizamos el resto de los mortales en este país.
¿De cuándo acá a nuestros gobernantes les ha comenzado a preocupar tanto la seguridad de la población? No son estas las mismas autoridades que propiciaron el transporte pirata y encubren a policías coimeros? Avalan revisados vehiculares que se parecen más a una mera sesión fotográfica, nada parecidos a las minuciosas inspecciones que se hacen en Estados Unidos de América (EUA), país de origen de estos autos usados? ¿No sería mejor implementar inspecciones de esta misma índole aquí, y así determinar cuáles vehículos están aptos para circular y cuáles no? Sigo soñando; se me olvidaba que eso sacaría de circulación a mucha chatarra local, que, por cierto, suele estar en mucho peores condiciones y generar muchas más emanaciones tóxicas que los temidos autos.
Por experiencia propia, puedo dar fe que en EUA no solo los autos, sino también sus refacciones son mucho más baratos, atemporales, accesibles y de mejor calidad que en Panamá, aún cuando el ingreso promedio de la población de ese país es 3 veces más alto que el nuestro. Allá también existen estándares de seguridad que sacarían de circulación incluso a muchos de los autos nuevos que aquí se venden. En esta misma línea, a los aguerridos defensores de los autos con especificaciones japonesas, les tengo una mala noticia: Lo que nos venden aquí no está destinado al país nipón, sino al Tercer Mundo. De esta forma, nuestras concesionarias importan baja calidad para venderla a altos precios, y así incrementan su margen de ganancia.
Por si no lo sabían, en el verdadero Primer Mundo, una sola empresa no es la única representante de una marca o marcas de vehículos; en el verdadero Primer Mundo, esta empresa no tiene exclusividad sobre las piezas originales (cuyo precio triplica por cierto) por cinco años y luego te desampara para obligarte a comprar el nuevo modelo a expensas de tu endeudamiento crónico; en el verdadero Primer Mundo, no te empiezan a cobrar el mantenimiento de agencia desde la primera cita y, en el verdadero Primer Mundo, la venta de solo un par de vehículos no genera suficientes ganancias para pagar la “multa” por violar supuestas leyes antimonopolio. Cualquier diferencia con nuestro “Primer Mundo” es pura coincidencia …
¡Qué horror!, ¿Nos ubican en el Tercer Mundo? Sí, este lugar al que, movidos por nuestro fantasioso glamour, miramos usualmente con desentendimiento e incluso desdén, pero al que indudablemente pertenecemos, y del cual nunca saldremos mientras no tengamos la humildad de aceptar nuestra realidad ni la entereza de enmendarla. A pesar de esto, no falta un cándido que defienda la cuestionada medida en pos de los malentendidos “patriotismo” y “soberanía” de los que aquí se suele hacer alarde, como si en Panamá se construyera vehículo a motor alguno.
Tristemente, no todos somos ingenuos (por no utilizar un término más acertado a fin de no herir susceptibilidades) a pesar de que la mayoría insista en dar muestra de lo contrario cada 5 años.
Coordinador Centro Especializado en Lenguas. Universidad Tecnológica de Panamá. Centro Regional de Azuero.
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