Mensaje
San Ignacio y el cañonazo
Recorre con muchos obstáculos las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y finalmente la Universidad de París. Tiene que aprender latín teniendo 35 años y estudiar intensamente. Busca seguidores entre los estudiantes de la universidad y así va a nacer la Compañía de Jesús, destacando entre los cofundadores San Francisco Javier. Crea un nuevo tipo de orden religiosa con mucha disciplina, excelente formación espiritual y académica y se lanza a misiones en pueblos lejanos, trabajando intensamente en la educación con colegios y después universidades..
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 16/9/2017 - 12:00 am
Era el 22 de mayo de 1521, y los franceses con un ejército de 12 mil soldados de infantería y 800 lanceros con 29 piezas de artillería están asediando la ciudad de Pamplona, bombardeando constantemente la fortaleza, haciendo caer paredes de piedra. El ejército del rey Carlos V de Alemania y I de España está compuesto por mil hombres que defienden con ballestas, grandes piedras lanzadas de catapultas y aceite hirviendo derramado desde lo alto de las almenas. Animados por el capitán Ignacio de Loyola, resisten de manera heroica, perdiendo hombres, esperando refuerzos y manteniendo en alto la bandera con el escudo de Castilla. En eso un cañonazo certero atraviesa un muro de piedra y la bola de hierro golpea con fuerza las piernas de Ignacio, y le rompe severamente la derecha y lesiona la izquierda. El capitán valeroso cae y la tropa al ver a su jefe tan malherido al final se rinde, y cae también Pamplona. Se trastornan todos los planes de Ignacio, el hombre de 30 años, cortesano, educado para cuidar reyes, refinado, galante caballero, músico y muy entrenado en armas, queda prácticamente inválido. Los franceses, viendo la nobleza de su cuna y su valentía, lo perdonan y lo mandan a su casa en Azpeitia, Guipúzcoa, y lo llevan en andas cuatro soldados.
En su casa torre, edificio de piedra y coronado de ladrillos, perteneciente a una antigua familia vasca, relativamente poderosa, Ignacio, el menor de 13 hermanos, comienza su lenta recuperación, al tener la pierna derecha destrozada. Dos operaciones en la pierna y casi un año de convalecencia. Pidió leer libros de caballería y no había, sino una vida de santos y otra de Jesucristo. Y poco a poco comienza a sentir en su alma "consolaciones del espíritu", imaginándose imitar a san Francisco de Asís y a santo Domingo de Guzmán. Y termina sintiendo "desolaciones" cuando se imaginaba como caballero que busca a su princesa soñada, ganando combates y alternando en palacios. En esa habitación Ignacio se entregó al Señor y decidió vivir como Francisco de Asís. Se va de su casa torre en una mula con un siervo de la familia y hace noche en la ermita de Aránzazu donde hace voto de castidad y al día siguiente se dirige al monasterio de Montserrat, donde ante la imagen de la Virgen vela la noche entera en oración profunda, dejando la espada y el puñal, y entrega su ropa fina a un pordiosero, se compra una tela dura de saco de granos y se hace su vestimenta de pobre. Vive pidiendo limosna y en Manresa está casi un año, donde tiene grandes experiencias místicas, sequedad espiritual y sufrimientos por escrúpulos. Vive un tiempo en un hospital sirviendo a los enfermos y pobres y luego marcha a Tierra Santa. A todo eso ya ha compuesto el famoso libro de los Ejercicios Espirituales y comienza a predicar.
Se decide estudiar para ser sacerdote. Recorre con muchos obstáculos las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y finalmente la Universidad de París. Tiene que aprender latín teniendo 35 años y estudiar intensamente. Busca seguidores entre los estudiantes de la universidad y así va a nacer la Compañía de Jesús, destacando entre los cofundadores San Francisco Javier. Crea un nuevo tipo de orden religiosa con mucha disciplina, excelente formación espiritual y académica y se lanza a misiones en pueblos lejanos, trabajando intensamente en la educación con colegios y después universidades, promoción social y extendidos por los cinco continentes. Han sido muy perseguidos, expulsados de países y hasta estuvieron suprimidos un tiempo. Ejercen el profetismo de muchas maneras.
Recordemos las Reducciones del Paraguay. Por 120 años estuvieron trabajando con los indígenas formándolos en comunidades, adiestrándolos en tareas agropecuarias y de ebanistería, cultivando varias artes, sobre todo musical y evangelizándolos. Crearon un estilo de vida muy organizado, solidario, progresista y comunitario. Pero los intereses de los imperios de aquel tiempo y cierta debilidad de la jerarquía eclesiástica hacen que fueran destruidas las Reducciones y se perdiera un gran tesoro para la humanidad.
¿Qué nos enseña San Ignacio? Que los "cañonazos" que recibimos en la vida son para bien en el Señor. Sin esa herida tan terrible en la pierna no tendríamos hoy a la Compañía de Jesús y el bien que han hecho en cinco siglos. Sin esa herida Ignacio no hubiera sido santo. Recuerde siempre, con Dios usted es invencible.
Monseñor
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