Si no te respetas, te hundes
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 17/3/2018 - 12:00 am
Para crecer integralmente hay que respetarse, y para eso hay que valorarse, estimarse y amarse. Y cuando uno lo hace, no permite enlodarse, ensuciarse en actitudes y comportamientos indeseables. Es como cuando llevas un traje nuevo, recién comprado, no quieres que se manche y menos que se rompa. Pues nosotros, cada uno, es creación "recién hecha" de Dios y reflejamos la presencia divina, ya que de Él venimos y Él está dentro de nosotros. Somos "luz", brillamos internamente, participamos de la plenitud de Dios y en nosotros está la misericordia, la sabiduría, la fuerza y el amor del Señor buscando la manera de expresarse en nuestros pensamientos, actitudes y acciones. ¡Si nos conociéramos tal y como somos! Somos, como dicen los místicos orientales, "una chispa divina", como un " rayo del Sol Divino" irradiando en el mundo, haciendo la salvedad que somos criaturas hechas por Dios, limitadas en todo, dependientes totalmente de Él y que "seríamos nada " sin Dios. Con Él somos, con Él valemos, con Él viviremos eternamente y brillaremos para siempre como estrellas en el firmamento divino. Si supiéramos cómo somos por dentro, ya que somos hechos a imagen y semejanza de Dios, quedaríamos extasiados de la belleza que hay en nuestra alma. Pero Satanás no quiere que miremos hacia dentro, que nos detengamos en la meditación, para vernos tal y como somos. Él quiere que nos miremos como basura que solamente se sentirá mejor si se llena de cosas y adquiere poder.
Pero este sentimiento es tan temporal y vulnerable que cualquier cosa lo derrumba. Y como al final creemos que no valemos, caemos en cualquier aberración, ya que "total, si en verdad nada soy, qué importa".
¿Y qué hacer para cambiar eso? Empezar por uno mismo, creando una mayor conciencia de lo que somos y de lo que son los demás. A más grado de "iluminación interior" que viene de Dios, más resurge el compromiso de cuidar ese tesoro que somos cada uno. El respeto que se fundamenta en verse como Dios nos ve, genera una veneración por ese Dios que está en uno y en los demás. Al vernos como hijos de Dios Padre, hermanos de Cristo, bañados con su sangre redentora, templos del Espíritu Santo, miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia y con la misión de construir un mundo nuevo, eso nos hace actuar con dignidad, con compasión, con generosidad y respeto. El respetar a las personas por su misterio que descansa en el Señor nos ayudará a ir creando una nueva cultura en donde los derechos de todos serán promovidos y vendrá entonces la añorada paz. Todo esto se puede realizar en la medida en que confiemos en el Señor, pidamos su ayuda y actuemos como comunidad cristiana que evangeliza al mundo, sabiendo que con fe en El triunfaremos, ya que con Dios somos invencibles.
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