Dadaísmo a la mexicana
Los infrarrealistas no compraban lo que leían, lo robaban. En realidad lo tomaban prestado porque lo hacían con amor y sin violencia. Roberto Bolaño culpaba ...
Los infrarrealistas no compraban lo que leían, lo robaban. En realidad lo tomaban prestado porque lo hacían con amor y sin violencia. Roberto Bolaño culpaba ...
- Emiliano Pardo-Tristán (Compositor y guitarrista)
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- - Actualizado: 09/11/2015 - 10:41 am
Los infrarrealistas no compraban lo que leían, lo robaban. En realidad lo tomaban prestado porque lo hacían con amor y sin violencia. Roberto Bolaño culpaba de las lagunas en su educación a la librería mexicana El Sótano, por colocar libros imprescindibles para su formación en la parte más alta de las estanterías, donde era imposible tomarlos prestados.
"Pero si en ese grupo sólo leen Ulises y su amiguito chileno. Los demás son una pandilla de analfabetos funcionales". Ulises Lima, álter ego del poeta mexicano Mario Santiago Papasquiaro: "Si he de vivir que sea sin timón y en delirio", así lo hizo, se vivió la poesía sin rumbo y con todos sus excesos. A los 18 años -recuerda el escritor mexicano Juan Villoro- Mario había leído todos los libros, visto todas las películas y escuchado todos los discos. Mario Santiago Papasquiaro, seudónimo de José Alfredo Zendejas Pineda, leía hasta en la ducha, escribió gran parte de su obra poética en los márgenes de libros prestados y murió en el DF atropellado por un vehículo que, al darse a la fuga, lo dejó agonizando con tan solo 44 años: "Si puedes ser leyenda / para que ser fosa común".
Mario Santiago fue el mejor amigo y el mejor poeta que conoció Roberto Bolaño. Ambos crearon el infrarrealismo en 1975, que junto al estridentismo de los años veinte, dan vida al realismo visceral de 'Los detectives salvajes'. La estética infrarrealista era una especie de dadaísmo a la mexicana y en su manifiesto sentenciaban: "Volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial". Con este eslogan como bandera sabotearon recitales de poesía y repelieron todo lo que representaba al establishment literario mexicano, apuntando sus dardos envenenados a la figura y obra de Octavio Paz, al que en esos años, sin exageración, los infrarrealistas odiaban. "¿Nuestro objetivo? Partirle su madre a Octavio Paz, -decía el joven Bolaño-, ése es nuestro objetivo".
"Los infrarrealistas eran el terror del mundo literario", comenta la escritora mexicana y discípula de Paz, Carmen Boullosa. "Nosostros no saboteábamos sus eventos pero sí sus publicaciones, hacíamos lo que podíamos para no dejarlos publicar donde nosotros publicábamos".
En un acto público en el que Octavio Paz leía sus poemas, el infra Jesús Luis Benítez -desinhibido por algunos excesos-, le interrumpe constantemente con frases minimalistas y en crescendo "mucha luz, cuánta luz... demasiada luz...", cuando sacan a Benítez del recinto, a Paz sólo le queda sentenciar: "El alcoholismo no disculpa la estupidez". Antes de aquel incidente, por presagio o mera coincidencia, Mario Santiago ya había concluido su manifiesto infrarrealista diciendo: "La estupidez no es nuestro fuerte".
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