dia-d
Qué tiempos, qué costumbres
- Publicado:
Héctor Collado (Escritor) / Escritor El tiempo es una coordenada que nos ubica en su entraña o nos contempla desde su pausa o su velocidad sin apasionarse nunca, sin distraerse de su oficio acumulativo, pero siempre tendiente al vacío metafísico.Lo medimos para que nos tome la medida como un sastre de lo eterno.Lo compartimentamos, diría que en hogazas, cuando queremos eslabonar los accidentes de la historia, un poco para ordenar los errores, los terrores, los hallazgos, lo que se inventa, lo que se desbarata, por ejemplo con las guerras: Primera, Segunda, Vietnam, para no perder la costumbre; el Golfo Pérsico para no olvidar…El tiempo, como el fuego, ejerce cierta fascinación en las personas, a veces cierto hilo de sospecha, recelo.Amén de sus usos, es un pálpito presente en el día a día; una banda elástica que se extiende desde un aquí y ahora en que nos reconocemos, hasta un allá y entonces que nos reencontrará para desconocernos.Como decíamos ayer, existen tantas expresiones, como situaciones para hacer referencias al tiempo: cuando se anhela el pasado, “como en los tiempos de antes”; cuando hacemos un reclamo, “estás perdiendo tu tiempo”; cuando se lo negamos a otro, por lo aburrido o para obviar algún compromiso, “no tengo tiempo para eso”; y qué me dices del “hace mucho”, en referencia directa y contundente que vuelve añosa la propuesta tiempo; y la casi sentencia que hace comparación y diferencia entre generaciones, gustos, modas, costumbres: “todo tiempo pasado fue mejor”.Queda la opción barnizada por la esperanza y un poco el agrio de la derrota disfrazada de vergüenza: “vendrán tiempos mejores”.Hace mucho que no la escucho reflejada, ni siquiera en los discursos.“El tiempo, el implacable, el que pasó… ¿Qué dejó?”Sea para esperar o para rendirse, lo cierto es que esa operación, medida de manera hidráulica, análoga o mecánica, se está ahí mirando de soslayo, como Manuela “no tiene horario ni deber, no tiene pena”.Soy yo, filosofía descamisada, descalza, desamparada el que complica la complicidad de las calendas griegas y las agendas oficiosas y las urgencias notorias…Por eso digo y me gusta repetir aquello que leí alguna vez: “De las edades del tiempo/ me quedo con el presente:/ el nido de mi paloma/ se encuentra ahí casi siempre”.La vida baraja los naipes, adverbios de tiempo, es un control que decreta arrancar o detenerse: “Eben ezer”: Hasta aquí…