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Un guerrero de la vida convive entre nosotros
Redacción / - Publicado:
En un antiguo hangar de Howard, convertido en moderno centro de operación regional de la compañía Dell, laboran más de 2 mil personas, en su mayoría gente joven, muchos de los cuales ignoran que comparten sus vidas con una leyenda.En medio de una inmensa sala llena de cubículos, ordenadores, audífonos, micrófonos y, sobre todo, gente cuya edad promedio estimamos en 25 años, encontramos al mediodía de un día de agosto a Julio César Torres, un veterano de la guerra de Corea que alcanzó el rango de Teniente Coronel en el ejército estadounidense y hoy, a sus 85 años, es el colaborador de mayor edad entre las más de 80 mil personas que laboran en todo el mundo para la corporación Dell.Pero la historia de este ingeniero civil, que nació en Pittsburgh , resultó más impresionante de lo que esperábamos y si ser el empleado de mayor edad de Dell es de por sí un hecho digno de ser contado, cuando supimos que sobrevivió a un ataque, inventó un radar, fundó empresas, es capaz de pilotar cincuenta tipos de aviones, tiene un hijo adolescente y los datos de su vida tienen extrañas coincidencias con los sucesos del 11 de septiembre del 2001, entonces nos convencimos de que no era un personaje común, es una leyenda.Una vida de luchas.Don Julio César cuenta que desde muy joven tuvo que trabajar duro para costear sus estudios universitarios, los cuales realizó en Cuba."Cuando estuve en la universidad de La Habana tuve que trabajar en tres lugares de manera simultánea", recuerda, y explica que su rutina diaria consistía en llegar a la universidad a las 6:00 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde, posteriormente conducía un autobús hasta las seis de la tarde y aprovechaba el lapso entre las 6:00 y 8:30 de la noche para estudiar.La faena continuaba de 9:00 p.m.hasta las 3:00 de la madrugada, cuando entraba al Club Paladium del Hotel Nacional de Cuba, en donde aprovechaba sus conocimientos de inglés para trabajar como cantinero."Esta fue mi rutina durante seis años hasta que me recibí como maestro en ingeniería electrónica", cuenta el padre de cinco hijos, el mayor de los cuales tiene 57 y el menor de 16 años.Herido en combate.Una vez terminó sus estudios universitarios, don Julio Torres debió entrar al servicio militar obligatorio con el ejército de los Estados Unidos, país del cual adquirieron la nacionalidad su madre, la barcelonesa América Álvarez Barroso y su padre, el cubano Francisco Pérez Hernández.Aquél joven de apenas unos 28 años recibió una llamada de la embajada de EE.UU.en Cuba, donde se le indicaba la obligatoriedad de su ingreso al ejército, lo cual se dio en menos de nueve días."Me hicieron presentarme allí para registrarme y después en Pittsburgh, donde nací, me dijeron que en nueve días entraría, pero antes que se cumpliera ese plazo ya me habían enrolado y tuve que entrar", relata este caballero con el entusiasmo de un chiquillo que apenas frisa los 20 años.Recuerda que después alguien le recomendó que era mejor enrolarse en la Fuerza Aérea que en la Armada, puesto que en esta última tendría que caminar mucho."Me inscribí sin percatarme de que esto implicaba que debía dar dos años más de servicio militar, con respecto a la Armada, en donde solo eran 2 años", dice con resignación."Un sargento que me entrevistó dijo que si tenía título universitario, entonces era candidato para ser piloto.En esa época era necesario tener dos años de estudios universitarios para ser piloto y diez meses después me gradué de piloto.Poco después me enviaron a otra escuela para aviones de un solo motor, luego fue a otra para aviones con más de un motor y con ello vino un ascenso en el escalafón y quedé como primer teniente", reseña.Pero cuando todo parecía marchar sin sobresaltos, vino un episodio que cambiaría su vida.A Julio Torres lo enviaron a cumplir 18 misiones en Corea, pero en la última ocurrió lo que nunca había sucedido."Era un escuadrón de reconocimiento, estaba volando sin armamentos, solo con cámaras fotográficas para tomar imágenes aéreas y me hirieron", recuerda.Explicó que cuando se disponía a regresar a la base, el avión fue atacado por las fuerzas enemigas provocándole una herida que le destrozó el brazo y hasta el sol de hoy lo tiene con un codo de platino.Durante el ataque el copiloto murió, tres de los cuatro observadores que venían abordo también fallecieron y uno quedó vivo, pero quedó lisiado."El avión venía de Hawai, volamos 14 horas para tomar las fotografías y cuando veníamos de regreso fue el ataque.Con todo y las heridas, me hice un torniquete, volé el avión y lo traje devuelta; apenas aterrizamos me desmayé", describe."Tres semanas después desperté en una base que quedaba en California.Me habían operado y yo no me había dado cuenta de nada.Me contaron que no sabían cómo ese avión había llegado a la base, puesto que en las condiciones que estaba no era volable, ya que le faltaba un pedazo de un ala, entre otras averías, pero hasta el sol de hoy, yo tampoco sé cómo lo volé, pero llegué y aquí estoy", cuenta en tono de alivio.Esto aconteció en 1951.Le cambió la vida."Después de haber pasado por esta experiencia, un coronel me preguntó qué estaba haciendo como piloto si era un ingeniero electrónico y que en el ejército se necesitaban más ingenieros que pilotos.Entonces me enviaron como comandante de una base de entrenamiento de radar, pero como para ser piloto se debía tener por lo menos 50 horas de vuelo al mes y, ya que me hicieron piloto, volaba todos los aviones que llegan de prueba a esa base.Al final quedé calificado para pilotar más de 52 tipos de aviones y eso me convirtió en piloto de comando hasta alcanzar el grado de Teniente Coronel", resume.Experiencia laboral.Después de ocho años de estar en la "fuerza" Julio Torres decidió que había llegado la hora de retirarse, porque quería expandirse en su carrera electrónica.Trabajó en RCA y diseños de computadores y la primera vez que vino a Panamá fue en 1969 con la misión de revisar sensores; en ese entonces tuvo oficinas en Corozal y residió en la comunidad de Albrook.Después de eso fue gerente de mercado de RCA donde por muchos años estuvo encargado de 41 países.También laboró con la compañía Motorola.En las postrimerías de la década de los 80 vino a Panamá como inversionista y fundó Telesalt, una compañía dedicada al servicio de televisión por cable.Esto le permitió obtener la cédula panameña y, "por eso después de diez años me han dado permiso de trabajo de manera indefinida".Faceta de inventor.Julio César Torres asegura que mientras laboró para RCA creó el primer radar a colores para un avión.Recuerda que el invento quedó como propiedad de la empresa, pero se le hizo un reconocimiento como el gestor de la innovación."He hecho tantas cosas en mi vida que no lo creo", dice y añade que "mi éxito más grande fue la iniciativa para RCA.Yo fui el ingeniero que diseñó el primer radar a colores para un avión.Por eso me dieron 3 mil dólares por la iniciativa.Ellos se quedaron como dueños del invento, porque yo trabajaba para ellos", rememora.Su relación con el 9/11.La vida de Julio César Torres tiene matices de todo tipo.Aunque parezca increíble existen algunas coincidencias de sus datos personales con los trágicos sucesos del 11 de septiembre del año 2001, cuando se produjo en más duro atentado terrorista contra objetivos estadounidensesCuriosamente don Julio, cuyo apellido es "Torres", nació un 11 de septiembre de 1923 aproximadamente a las 8:35 de la mañana.Uno de los aviones que se estrelló con las torres era un Boeing 767-223 y el impacto se dio entre las 8:30 y 8:40 del aquel amanecer.Ahora don Julio evita celebrar su onomástico el 11 de septiembre, porque se ha convertido en una fecha trágica para la humanidad y ha tratado de festejar en los días previos o posteriores a esa fecha.Bromea diciendo que espera que estas solo sean coincidencias.Familia.Son cinco descendientes los que tiene Julio César Torres.Explica que su hija mayor tiene 57 años y el más joven 16."Hay una diferencia un poco grande", bromea otra vez.Revela que una hermana suya fue intérprete para las Organización de las Naciones Unidas en representación de EE.UU.Actualmente reside de manera permanente en Panamá y le ha tocado conocer personalmente a los últimos cuatro presidentes, con quienes tiene retratos que un lugar muy visible en puesto de trabajo."En mi condición de piloto me tocó pilotar helicópteros para algunos de ellos durante sus campañas e giras políticas", explica.Reveló que trabajó como asesor en el IDAAN, durante la administración de Carlos Sánchez, debido a su experiencia en todo lo relacionado al sistema de aguas en el área de la antigua Zona del Canal."Yo no estoy aquí por la plata, sino para mantenerme activo.Lo que pasa es que yo antes tuve muchas posiciones ejecutivas ahora quería trabajar desde abajo", justifica.Agregó que "además lo hago para mi salud.La mente funciona mejor cuando está activa.Le aconsejo a todos los de la tercera edad que no descansen mucho, esa clase de descanso es la que acaba a la gente.Es decir, no traten de exigirse mucho, pero tampoco se queden sin hacer nada, porque el no hacer nada es lo que hace que uno se envejezca.Esta es la manera de mantener el sistema inmune", reflexiona.Sobre su presencia en Dell de Panamá dijo que no tuvo problemas para ingresar, debido a que es una empresa que respeta aquello de que la edad no importa, si se es apto para desempeñar el trabajo."Aquí me tratan como un rey", dice."Ye he vivido 70 años en Estados Unidos, 10 en Panamá y 5 otras partes del mundo, pero nunca había encontrado una compañía que reconoce y premia a sus empleados como Dell"Es una pregunta bastante grande, pudiéramos quedarnos todo el tiempo pensando eso.Se me ocurre que el sistema de educación.El mundo ha cambiado tanto que nos hemos quedado atrás con respecto al resto.Las tecnologías han avanzado tanto y no estamos moviéndonos a ese ritmo.De aquí a 5 años voy a tratar de trabajar en Recursos Humanos.Con mi experiencia y los años que tuve en la universidad, siempre estudié psicología y sería más beneficioso para la compañía trabajando en esa dirección.Por la experiencia que tuve en Latinoamérica (20 años) conozco a los latinos, su cultura y su manera de pensar, lo cual me da una ventaja.Presente y futuro.Esta semana Julio César Torres cumplirá 85 años y quien lo ve no se imagina que haya vivido tanto.Sobrevivió a un ataque mortal, legó un inventó a la humanidad y sigue aportando su ejemplo de trabajo a la comunidad del mundo, por lo no hay duda de que superará dos nuevos retos que lo atormentan.Padece de una bronquitis crónica por haber sido fumador desde temprana edad, la cual le ha afectado la voz, pero está recibiendo atención médica para "reparar ese detalle" y está escribiendo un libro sobre su vida, el cual dice espera terminar pronto.Mientras tanto hoy es domingo, un día apropiado para celebrar su octogésimo quinto aniversario y una buena excusa para evitar el 9/11, una efeméride teñida de luto para gran parte de la humanidad, pero una fecha especial porque un día como este nació Julio César Torres, el guerrero de la vida.