Silicon Valley ya no es un paraíso para todos los que allí trabajan
Arwin Buditom es guardia de algunas de las firmas de alta tecnología más exitosas en Estados Unidos. Joseph Farfán mantiene en funcionamiento los sistemas de calefacción, aire acondicionado y de electricidad de esas compañías.
Silicon Valley ya no es un paraíso para todos los que allí trabajan
Arwin Buditom es guardia de algunas de las firmas de alta tecnología más exitosas en Estados Unidos. Joseph Farfán mantiene en funcionamiento los sistemas de calefacción, aire acondicionado y de electricidad de esas compañías.
Sin embargo, para estos empleados, igual que para decenas de miles más que han contribuido al auge de las empresas tecnológicas en Silicon Valley, ya es imposible compaginar los gastos con sus ingresos.
Buditom se hospeda con su hermana y vive a una hora de distancia en coche de su trabajo. Farfán consigue sus provisiones en un almacén de alimentos para personas de escasos recursos.
“Es increíble hasta que le toca a uno vivirlo”, dijo Farfán, mientras hacía fila en el Centro Comunitario del Sagrado Corazón en San José para recibir pasta, arroz y verduras gratis.
Silicon Valley cumple su quinto año de crecimiento sin límites. El ingreso promedio familiar es de 90,000 dólares, según la Oficina del Censo. La casa de una familia sola cuesta alrededor de un millón de dólares.
El aeropuerto decidió agregar un centro para jets privados a un costo de 82 millones de dólares.
Sin embargo, los ríos de dinero que fluyen por esta península de 4,662 kilómetros cuadrados (1,800 millas cuadradas) que se extiende del sur de San Francisco a San José, también duplicó los costos de la vivienda en los últimos cinco años, pero se han estancado los sueldos de los obreros calificados y poco calificados.
Enfermeras, maestros de preescolar, guardias de seguridad y jardineros tienen que desplazarse durante horas desde suburbios donde la vida es menos cara. Ahora, la ampliación de la brecha de los ingresos entre los ricos y los rezagados económicamente ha suscitado debate, ira y protestas.
Insultos dirigidos al 1% de la población que concentra la riqueza y otras inconformidades fueron escritas el mes pasado con pintura de aerosol en paredes, cocheras y en un vehículo en la localidad de Atherton, en Silicon Valley, donde viven muchos directivos de la alta tecnología y a la que la revista Forbes describió el año pasado como la comunidad más cara de la nación.
Guardias de seguridad se congregaron afuera de la reunión de accionistas de Apple el mes pasado en demanda de un aumento salarial. “¿Qué sucede con Silicon Valley? La prosperidad de unos cuantos es la pobreza de muchos”, dictan las pancartas.