Salto en el vacío
El viaje de la vicepresidenta y canciller Isabel de Saint Malo ha puesto cabizbajo a más de un panameño. ¿Qué busca la directora de las relaciones exteriores?
El viaje de la vicepresidenta y canciller Isabel de Saint Malo ha puesto cabizbajo a más de un panameño. ¿Qué busca la directora de las relaciones exteriores? ¿Ha analizado al revés y al derecho lo que representa la invitación de Cuba en la Cumbre de las Américas? ¿Tiene en cuenta si la invitación disgusta a países amigos o cosecha aplausos en el grupo de naciones a los que no pertenece Panamá? No sabemos dónde estaba la canciller cuando las autoridades del Canal descubrieron el arsenal de armas cubanas camuflado debajo de un montón de sacos de azúcar en las bodegas de un barco de Norcorea. Un armamento no declarado por el capitán del barco al intentar atravesar el Canal, que sometía a riesgo la seguridad de la vía interoceánica. La ONU condenó a Cuba y a Corea del Norte por violación de las normas sobre el tránsito de armas.
Pero la encargada de la diplomacia panameña tampoco tiene en cuenta que en la Cumbre de las Américas celebrada en Canadá se aprobó que solo pueden participar las naciones democráticas, y Cuba tiene un régimen totalitario de presos políticos, sin libertad de expresión y violación de los derechos humanos de los ciudadanos de la Isla. No considera asimismo que hay cinco espías cubanos en presidios de Estados Unidos, país que no podría ver con simpatía reunirse con dirigentes cubanos que enviaron a agentes procesados por actos reñidos con la seguridad del país del Norte.
Si aceptáramos que la invitación a Cuba podría ser el preámbulo de un proceso de democratización del régimen cubano y que el Gobierno quiere que Panamá sea el escenario de una reconversión ideológica, no vacilaríamos en justificar el viaje de De Saint Malo. Pero hasta el momento no hay señales de algún cambio importante que redefina las características de un régimen gerontocrático desgastado por la melancolía y la desolación de sus pobladores sin esperanza. No se percibe la más leve modificación del pensamiento de los hermanos Castro, sobre todo de Fidel, que apoya a casi todas las dictaduras del mundo y repite en forma mecánica el mismo discurso antiimperialista de hace 50 años.
Pero a Juan Carlos Varela y a Isabel de Saint Malo se les ha metido entre ceja y ceja invitar a Cuba a la Cumbre de las Américas, contra viento y marea. Hasta ahora no se percibe el interés del gobierno de aproximarse a la Alianza del Pacífico. Varela va a hablar en las Naciones Unidas, como otros mandatarios. En el foro mundial se conocerá las líneas maestras de la postura del nuevo gobierno en relaciones internacionales; una postura que empezamos a descifrar por las vinculaciones con Venezuela y Cuba, a pesar de los hechos opuestos a los intereses de Panamá. Venezuela ha fomentado el desempleo de trabajadores panameños al no amortizar las deudas por compras de mercadería. Cuba violó las normas de tránsito de naves por el Canal, sin expresar excusas que conozca el pueblo panameño.
En resumen, dada la ausencia de explicaciones en materia de política exterior, el viaje a Cuba parece responder a un capricho personal revestido de formalidades protocolares. Comprobaremos quiénes aplauden la invitación y quiénes reservan su opinión al respecto. El gobierno de la familia primero no cesa de sorprender con sus exabruptos locales e internacionales. Ahora hay menos sorprendidos.