UE perderá $ 3,000 millones con crisis vacuna
- Roberto Acuña
- - Publicado: 28/1/2001 - 12:00 am
La crisis de las "vacas locas" costará este año al menos 3,000 millones de euros a la Unión Europea (UE), que está obligada a hacer compras de intervención de carne ante el hundimiento del mercado del vacuno, señaló el comisario europeo de Agricultura, Franz Fischler.
En el escenario más optimista, con una disminución del consumo del 10 por ciento y un desbloqueo de las exportaciones "hemos calculado que las compras públicas de intervención pasarán del millón de toneladas, con un coste presupuestario del orden de 3,000 millones de euros", señaló Fischler en una entrevista publicada hoy por "Le Monde".
El comisario advirtió de que, según el compromiso de la cumbre europea de Berlín de marzo de 1999, hay fondos calculados en unos 1,000 millones de euros este año acer frente a crisis como la de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB).
"Pero si los precios caen por debajo del nivel de seguridad, tenemos la obligación legal de comprar toda la producción", recordó el responsable europeo, que dijo que frente a esa situación las opciones posibles son que los Estados se hagan cargo de esos gastos o que se ahorre dinero de otras partidas del gasto.
Explicó que planteará estas cuestiones en el consejo de ministros de Agricultura de los Quince, que se reúnen en Bruselas el próximo lunes, y que entonces también se barajará la posibilidad de "trasferir dinero en favor del desarrollo rural en detrimento del apoyo al mercado".
Fischler insistió en que "el acuerdo de Berlín nos invita a seguir atentamente la evolución del mercado de la carne, lo que significa actuar en caso de dificultades. Pero también debemos velar por los gastos" por lo que las nuevas bajadas del precio del vacuno "podrían no ser compensadas a los agricultores, como ha ocurrido hasta ahora".
El gasto agrícola representa en torno al 45 por ciento del presupuesto comunitario.
El comisario subrayó que "necesitamos nuevas medidas para restaurar la confianza y recuperar el mercado de la carne de vacuno".
Sin embargo, advirtió de que "no podemos cambiar los objetivos de la Política Agraria Común (PAC) definidos en 1999" y hay que centrarse en que esos acuerdos "funcionen de forma satisfactoria, lo que a causa de la EEB no ocurre".
Preguntado sobre el impacto del encarecimiento de los alimentos si se quiere garantizar que éstos sean seguros, respondió que "es verdad que el consumidor debe estar preparado a pagar más por una mejor calidad".
Pero argumentó que relativamente esa subida tampoco será tan importante dentro del gasto total de las familias, ya que aunque se gastaran un 15 por ciento más en alimentación de lo que dedican en la actualidad, los gastos de comida no representaría más que un 16 por ciento de su presupuesto total, frente al 14 por ciento actual.
En cuanto a la prohibición de las harinas cárnicas en los piensos destinados a la alimentación animal, la justificó porque "las inspecciones demostraron que los controles no son suficientes" y porque hay fraudes.
Pero recordó que es una prohibición temporal y que antes de convertirla en definitiva hay que evaluar sus consecuencias a escala internacional para evitar que se repitan "discusiones como las que tuvimos con los estadounidenses sobre la prohibición de las hormonas".
En el escenario más optimista, con una disminución del consumo del 10 por ciento y un desbloqueo de las exportaciones "hemos calculado que las compras públicas de intervención pasarán del millón de toneladas, con un coste presupuestario del orden de 3,000 millones de euros", señaló Fischler en una entrevista publicada hoy por "Le Monde".
El comisario advirtió de que, según el compromiso de la cumbre europea de Berlín de marzo de 1999, hay fondos calculados en unos 1,000 millones de euros este año acer frente a crisis como la de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB).
"Pero si los precios caen por debajo del nivel de seguridad, tenemos la obligación legal de comprar toda la producción", recordó el responsable europeo, que dijo que frente a esa situación las opciones posibles son que los Estados se hagan cargo de esos gastos o que se ahorre dinero de otras partidas del gasto.
Explicó que planteará estas cuestiones en el consejo de ministros de Agricultura de los Quince, que se reúnen en Bruselas el próximo lunes, y que entonces también se barajará la posibilidad de "trasferir dinero en favor del desarrollo rural en detrimento del apoyo al mercado".
Fischler insistió en que "el acuerdo de Berlín nos invita a seguir atentamente la evolución del mercado de la carne, lo que significa actuar en caso de dificultades. Pero también debemos velar por los gastos" por lo que las nuevas bajadas del precio del vacuno "podrían no ser compensadas a los agricultores, como ha ocurrido hasta ahora".
El gasto agrícola representa en torno al 45 por ciento del presupuesto comunitario.
El comisario subrayó que "necesitamos nuevas medidas para restaurar la confianza y recuperar el mercado de la carne de vacuno".
Sin embargo, advirtió de que "no podemos cambiar los objetivos de la Política Agraria Común (PAC) definidos en 1999" y hay que centrarse en que esos acuerdos "funcionen de forma satisfactoria, lo que a causa de la EEB no ocurre".
Preguntado sobre el impacto del encarecimiento de los alimentos si se quiere garantizar que éstos sean seguros, respondió que "es verdad que el consumidor debe estar preparado a pagar más por una mejor calidad".
Pero argumentó que relativamente esa subida tampoco será tan importante dentro del gasto total de las familias, ya que aunque se gastaran un 15 por ciento más en alimentación de lo que dedican en la actualidad, los gastos de comida no representaría más que un 16 por ciento de su presupuesto total, frente al 14 por ciento actual.
En cuanto a la prohibición de las harinas cárnicas en los piensos destinados a la alimentación animal, la justificó porque "las inspecciones demostraron que los controles no son suficientes" y porque hay fraudes.
Pero recordó que es una prohibición temporal y que antes de convertirla en definitiva hay que evaluar sus consecuencias a escala internacional para evitar que se repitan "discusiones como las que tuvimos con los estadounidenses sobre la prohibición de las hormonas".
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