Análisis
Alfabetización: para enseñar al que no sabe
El proceso de alfabetización debe ser, ante todo y sobre todo, motivador. Empero, precisa recordar que nadie realiza un esfuerzo en la vida si no cree que de él pueda extraer una utilidad capaz de compensar con creces las molestias que ese esfuerzo puede ocasionarle. Los agentes de alfabetización –voluntarios o no— deben estar suficientemente capacitados para comprender la importancia de ese noble trabajo humano y no pensar que el esfuerzo que van a realizar solamente se justifica si les reporta un determinado beneficio en dinero, o en méritos....
- Paulino Romero C.*
- /
- [email protected]
- /
- - Publicado: 31/7/2017 - 12:00 am
Es lamentable que haya todavía en el mundo más de la mitad de su población humana que vive en un estado de hambre crónica, pero también es lamentable que exista una proporción casi igual de personas analfabetas, que carecen de alimento cultural y viven casi en completa ignorancia. Por un proceso adaptable, la mayoría de los hambrientos crónicos no sufren esa carencia de un modo inmediato, pues ha perdido el apetito y así no siente la necesidad de comer. Por idéntica razón, también la mayoría de los analfabetos no siente el impulso de aprender a leer y a escribir. Debido a esto, el principal obstáculo con que han tropezado las "campañas de alfabetización" que periódicamente se inician en los países en desarrollo es la resistencia pasiva –y a veces activa— de quienes habrían de beneficiarse directamente con ellas, o sea, de sus presuntos alumnos.
El proceso de alfabetización debe ser, ante todo y sobre todo, motivador. Empero, precisa recordar que nadie realiza un esfuerzo en la vida si no cree que de él pueda extraer una utilidad capaz de compensar con creces las molestias que ese esfuerzo puede ocasionarle. Los agentes de alfabetización –voluntarios o no— deben estar suficientemente capacitados para comprender la importancia de ese noble trabajo humano y no pensar que el esfuerzo que van a realizar solamente se justifica si les reporta un determinado beneficio en dinero, o en méritos que puedan ser ulteriormente cambiados por él. Es decir, no debe limitarse a "ofrecer" sus enseñanzas, si no ayudar activa y entusiastamente a sus reacios alumnos para asimilarlas y usarlas.
Por ello, los resultados cosechados en la mayoría de las campañas de alfabetización son mucho menores que los esperados, e inclusive que los razonablemente posibles, en función del costo en ellas invertido. Psicológicamente, esa falla se explica por la insuficiente motivación de quienes ofrecen y quienes reciben la alfabetización, cualquiera que sea la técnica usada para realizarla. Y como efecto de ese desnivel entre los proyectos y los resultados, se observa inclusive al cabo de unos pocos años un contingente de alfabetizados se desalfabetiza nuevamente por falta de ejercicio en su hábito, que fue aprendido, pero no quedó prendido a sus pautas de vida personal.
Son muchos los países en desarrollo en los que las autoridades afirman que se está "combatiendo con éxito" el analfabetismo y aducen para demostrarlo que cada año aprenden a leer y escribir miles de adultos, pero se olvidan de consignar la adversa cifra de otros miles de niños que están tornándose analfabetos por falta de escuelas y recursos. Ocurre aquí algo semejante a lo que se observa en el campo de la vida: en los primeros días siguientes al aumento salarial, se observa una aparente y eufórica mejoría de la capacidad de consumo, pero pronto sobreviene la mayor elevación de los precios y los pobres continúan sometidos a igual o mayor carencia adquisitiva que antes.
Cuando todos y cada uno de los analfabetos comprendan que aprender a leer y escribir no es un lujo, sino una necesidad y una obligación, entonces sí será factible que las "campañas de alfabetización" alcancen éxito. Así lo pensó, planificó y puso en vigencia el ministro de Educación, Prof. Federico A. Velásquez, creador de la Campaña Nacional de Alfabetización y Educación de Adultos en 1959.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.