Catarsis
- Silvio Guerra Morales
Se ha anunciado que el Canal de Panamá, para el próximo año, no registrará crecimiento alguno en sus ingresos –cuestión que deviene en peligrosa para la economía del país siendo que muchos sectores y comunidades se ven beneficiados con los planes y programas de desarrollo social merced a las ganancias que reflejan dichos ingresos-; los vaticinios respecto a una terrible sequía que se nos avecina tras un niño malcriado que piensa hacer desbarajustes en el arco chato del país y con ello una agricultura y una ganadería que padecerán sus inclemencias sin descontar los sufrimientos que cause a la población en general; los dueños del petróleo, al parecer, quieren atosigarnos, una vez más, con amenazas de incremento del precio en el barril del crudo; se nos ha dicho también que la energía eléctrica, el costo o consumo, aumentará; la delincuencia, por otra parte, en nuestro país, sigue haciendo de las suyas sin respetar ley ni autoridad, vida ni valor alguno; la educación de nuestra juventudes, penosamente, sigue sin rumbo fijo y sin proyecciones filosóficas, pragmáticas ni ideológicas –carente de método y de metas-; la inseguridad ciudadana ha hecho presa a toda una población, que como ya lo hemos escrito anteriormente, vive con inmersa en el miedo; la salud de la población, en pañales, y ahora nos dicen que no hay médicos suficientes para atender a la población usuaria del seguro social, entre tanto el dengue y cuantos enfermedades virales existen, siguen haciendo presa fácil a niños, ancianos, en fin, a una sociedad potencialmente enferma.
¿Qué decir de la justicia civil, administrativa y penal? Bueno, las falencias del sistema se siguen dando y con ellas una sociedad cuyo credo en la justicia es “no creo”; los proyectos de infraestructuras aún no arrancan “en vivo”, o para mejor decir “”ver para creer”; los índices de pobreza extrema en Panamá siguen incrementándose y son altamente alarmantes; la gente del agro no sabe qué pasará con ellos en medio de diatribas que manejan un lenguaje que va desde “insumos”, “aranceles”, “costos de adquisición, de producción “ cero ganancias”, sin descontar los grandes endeudamientos con la banca local; los salarios ni los sueldos de nuestra pobre gente pobre resuelven nada y tampoco resolverán frente a un panorama tétricamente empobrecedor que se nos viene encima, puesto que estamos sometidos, como país de tránsito y de economía de mercados abiertos, a los vaivenes internos y externos de la globalización.
¿Qué respuestas concretas le daremos a nuestro pueblo frente a estos avatares? Lejos de las pugnas internas entre partidos políticos, lejos de las mezquindades personales; lejos de las venganzas y de las revenganzas; lejos de egoísmos y de toda mojigatería, creo firmemente, que debemos pensar un poquito más en Panamá.
El odio y el vilipendio, al parecer, tras nuestra pequeña estatura espiritual, nos están ganando la batalla. Al final de cuentas, la pobreza y la destrucción moral de la Patria, no hacen distinciones de blancos ni de cholos, de feos ni de bonitos, de altos ni de bajos, menos entre ricos y pobres. Pido a Dios, sinceramente, bendiga a la nación en el nuevo año.

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