Corte de lujo al servicio de la nación
El nombramiento de los magistrados no debe tomarse a la ligera, como el Órgano Ejecutivo pretendió hacerlo, sino que el Consejo de Gabinete debe ser cuidadoso en la definición del perfil de las personas a las cuales postulará como magistrados.
- Orestes Arena
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- - Publicado: 06/3/2018 - 12:00 am
El tema de la designación de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia en Panamá ha quedado en el limbo. A pesar de la dura derrota, el Órgano Ejecutivo no debe rehuir a su responsabilidad institucional y moral de nombrar magistrados a la altura de las exigencias de la sociedad panameña, que demanda una justicia de alto nivel y alejada de la política partidista. La población espera que las personas encargadas de administrar justicia sean competentes e imparciales para que contribuyan a la solución de los problemas sociales y políticos del país.
El nombramiento de los magistrados no debe tomarse a la ligera, como el Órgano Ejecutivo pretendió hacerlo, sino que el Consejo de Gabinete debe ser cuidadoso en la definición del perfil de las personas a las cuales postulará como magistrados. Primero, debe buscar juristas con un alto nivel académico y profesional. Porque en un mundo que requiere una justicia cada vez más especializada, un jurista no puede pretender llegar a la más importante esfera de la Administración de Justicia con una formación académica y profesional alejada del cargo que va a desempeñar. Es decir, un magistrado que desconozca los términos procesales seguramente dejará en indefensión a algún ciudadano que clama por justicia.
Por otro lado, la Administración de Justicia en Panamá está sumamente desprestigiada. Las constantes denuncias de ventas de fallos, los procesos penales y condenas contra jueces y magistrados, así como la denuncia de una justicia selectiva, obligan a las autoridades correspondientes a preferir al jurista imparcial sobre el abogado amigo. El magistrado que, en un asunto judicial, tenga preferencias personales hacia una persona, grupo político o económico violentaría el principio de imparcialidad judicial subjetiva, y seguramente sus decisiones serán cuestionables. Por esto, es necesario que los futuros magistrados sean imparciales. Es decir, que no se pueda ejercer sobre ellos ningún tipo de influencia política, amical y económica.
Finalmente, se debe escoger a magistrados con vocación para resolver los problemas que se le presenten en sus despachos. Ya que de nada sirve tener magistrados competentes e imparciales si estos ceden frente a presiones de los otros poderes del Estado. Panamá necesita magistrados que estén dispuestos a demostrar que el Órgano Judicial es uno de los 3 poderes del Estado. Magistrados que tengan la voluntad de decidir con base en la justicia, y que permitan un control difuso de convencionalidad en materia de derechos humanos. Magistrados con capacidad de resolver los problemas sociales y políticos a través de las herramientas que da la Administración de Justicia.
Según De Sousa Santos (2009), en el mundo los jueces adquieren cada día mayor protagonismo social y político. Lastimosamente, nuestro país escapa a esta transformación. No obstante, el Gobierno tiene en sus manos la posibilidad de saldar esa deuda y nombrar a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, de los cuales todos los panameños nos sintamos orgullosos. Que todos podamos decir que tenemos una corte de lujo al servicio de la nación.
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