Análisis
El futuro político de Cuba: Díaz-Canel
...el que Díaz-Canel no haya dado ninguna señal en su discurso inaugural de que podría convertirse en un reformador no significa nada, porque hacer eso equivaldría a su muerte política y física en la Cuba de Castro.
- Ricardo A. González Chan K. L.
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- - Publicado: 17/6/2018 - 12:00 am
El pasado 19 de abril, el dictador cubano Raúl Castro transfirió uno de sus cargos más importantes a Miguel Díaz-Canel. Según se observó en medios internacionales como un supuesto traspaso o transición y el génesis de una nueva etapa en Cuba. Pero, a pesar de todo lo expresado; esta transición o como quiera llamarse es un cambio solo cosmético del verdadero poder imperante en Cuba. Raúl Castro, de 86 años, aun con esta designación, seguirá ejerciendo la jefatura del Partido Comunista, que según la Constitución cubana, es la fuerza absoluta, superior de la sociedad y del Estado; además, seguirá al frente de las Fuerzas Armadas. Por su parte, Díaz-Canel, quien fuese nombrado presidente, el tercer cargo más importante en la Isla seguirá bajo la sombra de Castro. Se trata en buena medida de un cargo ceremonial: sus posibilidades de cambiar algo son imposibles hasta que Raúl Castro muera o se retire de su cargo como jefe omnímodo del Partido Comunista, algo que puede ser en 3 años. El mismo Díaz-Canel dijo en su discurso de investidura que su labor será conservar la dictadura cubana de casi 6 décadas. Además, enfatizó que el mandato dado por el pueblo a esta legislatura es la continuidad de la Revolución cubana. ¿Mandato dado por el pueblo? Eso es totalmente falso. El pueblo cubano no ha tenido una sola elección libre en casi 60 años. Todos los partidos de oposición y diarios independientes o medios electrónicos están estrictamente prohibidos. Quienes están en desacuerdo con el régimen militar son tildadas de agentes del imperialismo, enemigos del pueblo y perseguidas. La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba mencionada por Díaz-Canel es una figura decorativa. No existe un solo legislador opositor. Un total de 603 de los 604 votaron por Miguel Díaz-Canel.
Sorprendentemente, algunos Gobiernos latinoamericanos que han tomado una oposición firme por la restauración de la democracia en Venezuela han felicitado a la Isla por el nombramiento de Díaz-Canel. Solo el ejemplo más claro fue el Twitter del presidente de México, Peña Nieto; el cual felicitaba abiertamente a Díaz-Canel por su nombramiento; e incluso expresó que esta elección era una nueva etapa en la historia cubana. Al ver esto; en esta farsa investidura, no hay que felicitar. Un hombre Díaz-Canel que ha dedicado toda su vida a uno de los regímenes dictatoriales más antiguos del planeta; y que en su discurso inaugural juró preservar un gobierno que el año pasado encarceló y detuvo por razones políticas a cerca de 10 mil personas, según la Comisión de Derechos Humanos. No es digno de hacer felicitaciones. Muchos argumentan que la designación de Díaz-Canel es algo histórico porque es el primer presidente cubano en la historia reciente, cuyo apellido no es Castro, y porque representa a una generación más joven que podría estar abierta al cambio. Según esta línea de ideas, el que Díaz-Canel no haya dado ninguna señal en su discurso inaugural de que podría convertirse en un reformador no significa nada, porque hacer eso equivaldría a su muerte política y física en la Cuba de Castro.
En la década de 1980, el exlíder de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov era un "apparatchik"; que no era más que un funcionario obediente del Partido Comunista gobernante hasta el día que se convirtió en líder del partido, y comenzó a abrir el sistema político y económico de Rusia, señalan muchos. Es cierto. Nadie puede dudar de la posibilidad que Díaz-Canel se convierta algún día en el Gorbachov de Cuba. Pero lo más probable es que, al menos no en los próximos 3 años, en los cuales todavía Raúl Castro será el máximo líder del Partido Comunista cubano.
En lugar de felicitaciones, por muy ridícula elección, los presidentes extranjeros deberían enviar a Díaz-Canel una fuerte señal de que en el siglo XXI, ya no hay lugar para regímenes totalitarios que no permiten partidos de oposición ni la libertad de expresión. Y nosotros en los medios de comunicación debemos seguir nombrando al régimen cubano, por lo que es bajo la definición de cualquier diccionario: una dictadura.
Consultor independiente, docente y escritor.
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