El hábito no hace al monje
Si se quiere permitir que un sector estudiantil concurra a los centros de estudios según la concepciones religiosas y culturas de sus familias y países, vale también que se den concesiones iguales a las otras expresiones humanas que cohabitan en el territorio nacional.
- Gilberto Pasoalto
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- - Publicado: 21/3/2018 - 12:00 am
La decisión del Ministerio de Educación (Meduca) de permitir el ingreso de jóvenes musulmanas con atuendos propios de su cultura y religión en los colegios del país ha sido objeto de críticas, no porque nadie esté en contra de que se respeten las creencias individuales, sino porque no se ha medido con el mismo tamiz a otras expresiones étnicas, en su mayoría, propias del país.
Molesta que se siga con la práctica perniciosa de plantearles lo angosto a los de aquí y exagerar en la política de brazos abiertos para el resto del mundo; y, sobre los fueros y privilegios, nuestra Constitución política es determinante: todos somos iguales ante la ley.
Entonces, lo mínimo que esperamos de los Órganos del Estado, en este caso el Ejecutivo, representado por el Meduca, es que haga cumplir aquello de que todos los que habitamos esta tierra debemos gozar de los mismos derechos.
Si se quiere permitir que un sector estudiantil concurra a los centros de estudios según la concepciones religiosas y culturas de sus familias y países, vale también que se den concesiones iguales a las otras expresiones humanas que cohabitan en el territorio nacional.
No hagamos que algo bueno parezca malo o viceversa por carecer de la capacidad para medir el alcance de nuestras decisiones.
Aunque respetemos el derecho de cada grupo cultural y religioso, lo prudente es que se reconsidere esta decisión y volvamos al concepto de uniformidad en cuanto a los atuendos para presentarse en los colegios, puesto que en ello hay implícitos temas de control, identificación, disciplina y hasta de seguridad.
Ciudadano
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