Francisco y el mercado de bonos de carbón
La campaña de los llamados economistas del contra el papa Francisco, que comentamos en varios artículos previos, ha venido arreciando en las últimas semanas, tomando ...
La campaña de los llamados economistas del contra el papa Francisco, que comentamos en varios artículos previos, ha venido arreciando en las últimas semanas, tomando ...
- Juan Jované ([email protected])
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- - Publicado: 25/11/2015 - 12:00 am
La campaña de los llamados economistas del contra el papa Francisco, que comentamos en varios artículos previos, ha venido arreciando en las últimas semanas, tomando cada vez más la forma de una campaña de descalificación irrespetuosa, carente de base científica. Este es el caso de las recientes declaraciones de Robert Stavin, director del programa de economía ambiental de la Universidad de Harvard, para quien "el enfoque del papa, un argentino que es el primer pontífice proveniente del mundo en desarrollo, es similar al del pequeño conjunto de países socialistas de América Latina que se oponen al orden económico mundial, temerosos de los mercados libres, que han sido totalmente desdeñosos y faltos de cooperación en las negociaciones internacionales".
Si el profesor Stavin hubiera puesto atención a los planteamientos del papa, pudo haberse dado cuenta de que este insiste en dos principios básicos, el de la solidaridad y el de la subsidiariedad, que son dos ejes centrales tradicionales de la Doctrina Social de la Iglesia. Sobre todo debió poner cuidado en el último de estos principios, definido por san Juan XXIII en los siguientes términos: "Es menester procurar que en todo el mundo se cree el clima en el cual no solo el poder público, sino los individuos y las sociedades intermedias, puedan con mayor seguridad conseguir sus fines, cumplir sus deberes y reclamar sus derechos".
Resulta útil preguntarse cuál es el origen del enojo de los economistas del con el papa. La respuesta es que los mismos resienten, entre otras cosas, el párrafo 171 de la encíclica Laudato Si, en el que se afirma que "la estrategia de compraventa de 'bonos de carbón' puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes".
En lugar de referirse a los hechos, evitando la descalificación vacía, Stavin y otros economistas recurren a la diatriba, a fin de sostener su visión del problema. Esto permite una crítica científica de su posición.
La primera crítica se refiere a la incomprensión de la lógica del modelo en que vivimos, lo que lleva a Stavin a proponer cándidamente que las "externalidades", entre las que se destaca la contaminación, "son una consecuencia negativa no intencional, de la de otra manera meritoria actividad de los productores, de producir los bienes y servicios que las personas desean?". Paul Krugman, quien si bien propicia los mercados de carbón, tiene la suficiente entereza de no caer en una posición como la de Stavin, afirmando que "existen grupos de intereses poderosos que no quieren que el precio de mercado refleje los verdaderos costos, y existen ideólogos ? financiados por los grupos de interés ? que no quieren admitir que algunas veces el Gobierno tiene que intervenir".
EL PÁRRAFO 171 DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI, EN EL QUE SE AFIRMA QUE "LA ESTRATEGIA DE COMPRAVENTA DE 'BONOS DE CARBÓN' PUEDE DAR LUGAR A UNA NUEVA FORMA DE ESPECULACIÓN, Y NO SERVIR PARA REDUCIR LA EMISIÓN GLOBAL DE GASES CONTAMINANTES".
En segundo lugar, debemos contestarnos la siguiente pregunta: en la práctica, ¿han sido útiles los mercados de carbono o han operado como un mecanismo de especulación? De acuerdo con un comentario aparecido en 2013 en el sitio web de la organización Issues in Physics and Society, el mecanismo europeo llamado "European Union's Emission Trainding Scheme" ha sido toda una decepción.
El dominio de los intereses económicos que controlan la política ha llevado a la autorización de un notable exceso de derechos de emisión de carbón, de cerca de 3.1 gigatoneladas, lo cual, evidentemente, no resuelve el problema de la creciente emisión de gases invernadero. Este exceso, además, le puede significar a las grandes empresas participantes una ganancia futura de cerca de 4,500 millones de euros. Así mismo, de acuerdo con la fuente que venimos citando, aproximadamente el 90% de los permisos de emisión de carbón se negocian en el mercado no regulado y poco transparente de derivados, conocido como , obviamente proclive a la especulación.
Matt Taibbi, en un artículo publicado en la revista el 5 de abril de 2010, comentaba en torno a un posible mecanismo oficial norteamericano de bonos de carbón que "el nuevo mercado de créditos de carbono es una repetición virtual del casino de los productos básicos en el mercado que ha sido amable con Goldman, excepto que tiene una deliciosa nueva arruga: ?, el aumento de los precios será impuesta por el gobierno. Goldman ni siquiera tendrá que manipular el juego".
A final de cuentas, el papa Francisco está en todo su derecho de criticar el mecanismo de los bonos de carbón. Al hacerlo, defiende a toda la creación.
Economista
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