Good bye, Panamá
- Juan Carlos Ansin
- - Publicado: 13/3/2010 - 09:50 pm
Con estas irónicas palabras se despidió el poeta español León Felipe para incorporarse a las filas republicanas en la recién iniciada contienda civil española. Enviado como emisario cultural, enseñó literatura en la recién inaugurada Universidad de Panamá, bajo la presidencia del Dr. Harmodio Arias.
Poeta de la brillante generación del 27, dueño de un estilo que muchos comparan con Withman, al que tradujo al castellano cuando ejercía su profesorado en la Universidad de Cornell. Para quien esto escribe, León Felipe junto a Miguel Hernández, Antonio Machado y Rafael Alberti, fue una de las voces más desgarradora, clara y valiente de la república española y una de las de más alto vuelo poético.
Transcribo de La Historia de Panamá en sus Textos, de Carlos M. Gasteazoro, Celestino A, Araúz y Armando Muñoz Pinzón, la última parte de esa larga, impactante y profética despedida.
“(…) Cinco meses justos he vivido en Panamá. Vine a dictar unas clases sobre literatura y civilización españolas enviado por una junta cultural que no pertenece a ningún partido político del mundo. Pero fue una generosidad que tuvo para Panamá el gobierno vigente, el gobierno de Madrid, el único gobierno vigente en España, al que yo sigo fiel y vosotros panameños debéis de estarle agradecidos. Hubiésemos querido todos poderos mandar una cosa mejor. Pero no hay muchos maestros en España y yo he tenido que suplir mis deficiencias y mis limitaciones con la experiencia del hombre, el fervor del poeta y los desvelos del trabajador. Mis discípulos, esos muchachos de sensibilidad encendida y de ojos abiertos y confiados, que son la esperanza de Panamá, saben que yo no soy un impostor. ¿Soy yo un impostor? Les he hablado de tres o cuatro cosas que a mí me parecían esenciales, pero no les he enseñado nada. Y no les he ofrecido una doctrina sino una actitud. Las universidades deben tender más que a crear hombres doctos en una disciplina a crear hombres íntegros. La especialización la ha de determinar nuestra vocación singular, pero a veces no aparece esa vocación. Y de todas maneras, con vocación o sin vocación, el hombre es lo que cuenta y para ser hombre todos debemos tener vocación.
“No sé si he dado todo lo que debía dar a Panamá. Probablemente no. Y algo se me ha quedado por hacer que la política y el drama de España me impiden ahora remediar. De todas maneras no soy un tramposo.
¿Soy yo un tramposo, señor Presidente?
Ni un traidor. ¿Soy yo un traidor, señor Presidente?
Y no debo nada. ¿Debo algo, señor Presidente?
Pues que me abran las esclusas y las puertas del viento.
Me esperan en España la guerra y la verdad. Alas y velas para mí. Y un pañuelo blanco para decir adiós a las cuatro cosas amables que dejo en Panamá: a mis discípulos, a ese puñado de amigos humildes que me rodea, panameños y españoles y a la risa abierta y confiada de los negros y a las fauces vengativas del cocodrilo argentófago que nos ayudará a acabar con todos los filisteos del Istmo. Adiós amigos. ¡Good bye, Panamá!”.
León Felipe.
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