Oportunidades
Hablemos de exclusión
...el impacto en el futuro para las personas con discapacidad en su relación con el mercado laboral es cada vez más incierto, oscuro e impredecible.
- Elodia Muñoz
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- - Publicado: 23/1/2019 - 12:00 am
Me ha llamado poderosamente la atención el caso de una madre con su hijo autista y el desatino e incongruencia de una agente del Servicio de Protección Institucional.
A las claras evidencias, la ignorancia supina en relación con el trato preferencial y especial que merecen las personas con discapacidad.
Pero quedemos claro, todo aquel que excluye es testigo de un proceso discriminatorio generado por un prejuicio de estimar la diversidad como cosa inferior, sin valor y, por ende, material desechable.
Recientemente, llegó a mis manos un artículo de la escritora Carolina Vásquez Araya que desmenuza el tema sobre la ausencia de oportunidades laborales para quienes han excedido la barrera de los cuarenta y cinco, frente a un mercado cuya primacía parece ser el ahorro en salarios, muy por encima de la excelencia en el desempeño; mientras lo leía venía aquel pensamiento que, aunque trillado, ha dejado de llamar la atención a las autoridades responsables y comprometidos con el tema, me refiero a la exclusión laboral que atenta contra la realización e incluso la sobrevivencia de las personas con discapacidad.
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Ahora bien, si para un ciudadano supuestamente normal, al llegar a los cuarenta y cinco años de edad se le cercena su derecho a crecer laboralmente, considerándosele obsoleto, demasiado calificado contra una competencia vigorosa, idóneos pero al fin y al cabo, jóvenes inexpertos que aceptan cualquier salario que el mercado le ofrece.
Por otro lado, no dejemos pasar la avalancha migratoria que por unos cuantos centavos y en condiciones paupérrimas en contratos de usura brinda el mercado a un segmento de la población que sale de sus países buscando mejores oportunidades.
Siendo así, el impacto en el futuro para las personas con discapacidad en su relación con el mercado laboral es cada vez más incierto, oscuro e impredecible.
Por ello y debido a un sistema salvaje, depredador e inclemente con quienes realizan grandes esfuerzos por superarse, esas inversiones destinadas a brindar capacitación por medio de universidades públicas y privadas, más los recursos destinados a realzar el nivel educativo de una población en constante crecimiento, se van por el abismo en el momento justo cuando producen los mejores resultados.
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Ha sido valioso y bien demostrado el incremento en la profesionalización de la población con discapacidad, a pesar de las desigualdades, cada vez son más las personas con discapacidad que continúan con éxito carreras universitarias y estudios de posgrado, maestrías y doctorados, trabajando en instituciones, empresas y en el ejercicio independiente constituyen no solo un aporte al progreso, sino también una vía importante de crecimiento personal, social y familiar.
No obstante, resulta paradójico cerrar las puertas de las oportunidades laborales a las personas con discapacidad, luego de alcanzar precisamente el punto más elevado de su vida en cuanto a experiencia, conocimiento y responsabilidad después de haber luchado infatigablemente durante décadas por lograr esos estándares de igualdad laboral.
Por último, las personas con discapacidad en la etapa más productiva, sin posibilidades de conseguir un empleo digno, acorde con sus capacidades, no solo son un absurdo y un crimen, sino también una pésima forma de rebajar los costos operativos a costa de la calidad.
Sin embargo, los efectos de tales políticas no impactan únicamente en la vida de los discapacitados, también lo hacen a nivel de todo el tejido social.
Comunicadora social.
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