La Caja de Seguro Social
Publicado 2002/05/24 23:00:00
- Ana Muñoz Alvarez
En una tertulia familiar, mi nieto mayor me preguntó cuál sería el tema de mi próximo artículo. Había estado acariciando la idea de escribir sobre la CSS, así que cuando lo manifesté vi ante mí una mesa redonda de profesionales ansiosos de compartir conmigo las bondades y las deficiencias de la institución. Siguen las apreciaciones del grupo. La gestión del Dr. Arnulfo Arias al crear la CSS fue con el único propósito de proveer una jubilación digna a todos los trabajadores del país mediante el pago de cuotas de los empleados y los patrones. Con el correr del tiempo se le agregó la atención médica en clínicas y medicina mediante el servicio de farmacias privadas. Mucho después se le agregó la hospitalización, una vez el edificio para ese fin se hubo terminado.
Tengo que aceptar que hasta el año 1968, la CSS estuvo bien administrada. Después llegó la dictadura con sus robos, errores y asaltos al patrimonio dejándonos una caja, no de ahorros, ni de seguridad, sino una caja que se tambaleaba. El estado actual, calla por sabido. Un déficit actuarial de varios millones de balboas que si no renovamos su ideología y hagamos muchos sacrificios, el 2010 será penoso para todos. Estamos en el 2002; un nuevo siglo con estructuras y ecología nueva, y con una globalización que ha trastocado los cimientos de lo que fue fundado con bases sólidas. Me atreveré hacer algunas observaciones.
Beneficiarios: La relación cotizantes, unos 600 mil y beneficiarios, aproximadamente un millón 500 mil, no es razonable ni efectiva sobre todo porque los que menos cotizan son los que más beneficiarios tienen. La fórmula actual no es matemáticamente viable, no sólo porque desabastecen los medicamentos sino porque acaparan los servicios médicos y los cupos de hospitales. Esta carga es muy pesada para la CSS y el Gobierno debería abrir su compás y hacerse cargo de la salud de los que están de más en el programa.
Compra de hospitales: Aunque el denominador común de la población asegurada se asusta cuando se compran servicios y sus mentes se nublan con la privatización, creo que la CSS hubiera ganado millones con el arriendo de servicios de hospitales privados, modernos y bien equipados con la fórmula (costo + % de ganancia por cama) sin preocupación de ninguna índole, sobre todo actualmente cuando esos servicios están pasando por una crisis. Quince millones de capital invertido, cuando puede obtenerse el mismo servicio sin semejante desembolso que afecta la posición corriente de cualquier institución.
Farmacias: Este departamento se ha prestado a corrupción y abusos en la compra de medicamentos. En varias ocasiones se ha observado medicinas vencidas por millones de dólares. En farmacias privadas, sobre todo en el interior se han encontrado para su venta, productos de la CSS tan descaradamente que hasta llevaban etiquetas del SS. Las farmacias privadas pueden rendir este servicio mediante un proceso estricto computarizado ahorrándose estas compras abultadas y depósitos tan grandes, y mucho menos una fuerza laboral de la magnitud actual, aquella que sin escrúpulo deja al usuario esperando en la ventanilla mientras compra prendas dentro de la farmacia.
Citas médicas: El sistema es anacrónico y esclavizante. La penosa necesidad obliga a los pacientes a formar fila a las 4 a.m.; es decir, antes de que salga el sol. Las citas especializadas son tardías, sólo la pobreza compromete a los derechohabientes a esta larga y penosa espera.
Servicio en general: Me refiero en las oficinas, regadas por todo el país, deja mucho que desear. Hay una planilla grande y floja, que se mantiene con los brazos cruzados, incapaces de atender un problema. Los que conocen las leyes no están en sus puestos y las secretarias, con algunas excepciones, no tienen idea de lo que están lidiando. Yo diría que es urgente y necesario una revisión sin antifaz, no sólo de los patrones que no están cumpliendo sino de la actitud general de la abultada planilla y los procedimientos actuales.
Tengo que aceptar que hasta el año 1968, la CSS estuvo bien administrada. Después llegó la dictadura con sus robos, errores y asaltos al patrimonio dejándonos una caja, no de ahorros, ni de seguridad, sino una caja que se tambaleaba. El estado actual, calla por sabido. Un déficit actuarial de varios millones de balboas que si no renovamos su ideología y hagamos muchos sacrificios, el 2010 será penoso para todos. Estamos en el 2002; un nuevo siglo con estructuras y ecología nueva, y con una globalización que ha trastocado los cimientos de lo que fue fundado con bases sólidas. Me atreveré hacer algunas observaciones.
Beneficiarios: La relación cotizantes, unos 600 mil y beneficiarios, aproximadamente un millón 500 mil, no es razonable ni efectiva sobre todo porque los que menos cotizan son los que más beneficiarios tienen. La fórmula actual no es matemáticamente viable, no sólo porque desabastecen los medicamentos sino porque acaparan los servicios médicos y los cupos de hospitales. Esta carga es muy pesada para la CSS y el Gobierno debería abrir su compás y hacerse cargo de la salud de los que están de más en el programa.
Compra de hospitales: Aunque el denominador común de la población asegurada se asusta cuando se compran servicios y sus mentes se nublan con la privatización, creo que la CSS hubiera ganado millones con el arriendo de servicios de hospitales privados, modernos y bien equipados con la fórmula (costo + % de ganancia por cama) sin preocupación de ninguna índole, sobre todo actualmente cuando esos servicios están pasando por una crisis. Quince millones de capital invertido, cuando puede obtenerse el mismo servicio sin semejante desembolso que afecta la posición corriente de cualquier institución.
Farmacias: Este departamento se ha prestado a corrupción y abusos en la compra de medicamentos. En varias ocasiones se ha observado medicinas vencidas por millones de dólares. En farmacias privadas, sobre todo en el interior se han encontrado para su venta, productos de la CSS tan descaradamente que hasta llevaban etiquetas del SS. Las farmacias privadas pueden rendir este servicio mediante un proceso estricto computarizado ahorrándose estas compras abultadas y depósitos tan grandes, y mucho menos una fuerza laboral de la magnitud actual, aquella que sin escrúpulo deja al usuario esperando en la ventanilla mientras compra prendas dentro de la farmacia.
Citas médicas: El sistema es anacrónico y esclavizante. La penosa necesidad obliga a los pacientes a formar fila a las 4 a.m.; es decir, antes de que salga el sol. Las citas especializadas son tardías, sólo la pobreza compromete a los derechohabientes a esta larga y penosa espera.
Servicio en general: Me refiero en las oficinas, regadas por todo el país, deja mucho que desear. Hay una planilla grande y floja, que se mantiene con los brazos cruzados, incapaces de atender un problema. Los que conocen las leyes no están en sus puestos y las secretarias, con algunas excepciones, no tienen idea de lo que están lidiando. Yo diría que es urgente y necesario una revisión sin antifaz, no sólo de los patrones que no están cumpliendo sino de la actitud general de la abultada planilla y los procedimientos actuales.
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