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La corrupción entre el idealismo y el realismo
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Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, corrupción proviene del latín "corruptio-onis", y cuyo sentido traduce la acción y el efecto de corromper o corromperse.El precitado diccionario también sostiene que la palabra es usada para referir el vicio o abuso introducido en las cosas no materiales.De allí que se hable de la corrupción de las costumbres, de voces, etc.Palabras como: corruptela, corruptamente, corruptibilidad, corruptible, corruptivo, corrupto, corruptor, corrumpente, etc., se derivan del término "corrupto" y con ello se designa, conforme al orden presentado: mala costumbre o abuso, especialmente los introducidos contra la Ley; corrompidamente; calidad de corruptible; que puede corromperse; dícese de lo que corrompe o tiene virtud para corromper; que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar que corrompe.Por otra parte, la Academia tiene como palabras sinónimas corrompible y corruptible.Corromper significa alterar y trastocar la forma de alguna coa; echar a perder, dañar, depravar, podrir; sobornar a alguien con dádivas o de otra manera; pervertir o seducir a una persona; incomodar, fastidiar, irritar.También corromper equivale a "oler mal".Como se puede advertir, la palabra "corrupción", pese a la diversidad de sentidos que le ha conferido la Academia, mantiene un predicado unívoco: hace relación a todo aquello, cosas materiales o inmateriales, en las que se introducen vicios o abusos que hacen que éstas pierdan su forma y substancia.Así acontece, efectivamente, dado que los actos o comportamientos que traducen situaciones en las que se advierte corrupción son, casi siempre, objeto de censura política, moral, social, espiritual, etc., dependiendo, en todo caso, del ámbito en que se originen y desarrollen.Estos actos son reprobados por personas que no participamos, de ninguna manera de las formas o modos en que se manifiesta la corrupción, pero ganan seguidores, legiones, por parte de quienes han hecho de los tales un "modus vivendi".Es indudable que los corruptos seleccionan el ambiente o escenario en donde realizar sus vicios o dar rienda suelta a los abusos, por eso hacíamos referencia a los diversos ámbitos en que se pueden suscitar o producir los actos de corrupción.Lejos, luego de referirnos a la corrupción moral, espiritual, social, etc.de nuestra nación y gente, refiramos la corrupción política de la cual mucho se ha venido diciendo en las tres últimas semanas.Se habla de la corrupción rampante que se observa en los diversos estamentos e instituciones del poder político, sobre todo el que ejerce el actual gobierno.Los sectores de la oposición política atribuyen a los actuales mandatarios la autoría de la corrupción; pero, por otra parte, los gobernantes del momento y sus defensores señalan que la tan afirmada corrupción no es más que la continuidad o los efectos de actos que nacieron, según opinan, en gestiones del gobierno de la pasada administración política.Estas argumentaciones tienen la especial característica de provenir, precisamente, de las partes que, como integrantes del escenario político, se lanzan todo tipo de ataques e improperios y algunos de ellos, muy virulentos, solapados, mediante el juego de palabras.El sector político de la oposición, a través de una de sus más conspicuas voceras, advertía en un medio televisado de comunicación, que "el país no es corrupto", argumento que esgrimió ante un director de un medio periodístico que enfatizaba que "el país es corrupto".Por otra parte, un legislador de la bancada legislativa del oficialismo se defendía, ante los ataques de la oposición, diciendo que los eventuales actos de corrupción habían sido juzgados en "este gobierno", pero que tenían sus raíces en el gobierno pasado.Como se puede advertir, el tema de la corrupción pasa por una lectura bastante superficial y tímida, es decir, no se encara por parte de los interlocutores del tema el problema con la seriedad y objetividad que el mismo merece.Ello, desde luego, tiene algunas explicaciones: la corrupción siempre tiene sus elementos: corruptores, corruptos, medios o instrumentos de corrupción, canales de la corrupción, espacio y tiempo en que se gesta y desarrolla los efectos o consecuencias negativas que genera, víctimas de la corrupción, patrocinadores o tutores de ella, beneficiarios primarios, secundarios, etc.La gran telaraña de la corrupción, como se atisba, involucra a las más variadas y diversas situaciones, pero que al final de cuentas, toda la sociedad resulta gravemente afectada o lesionada por los caóticos y devastadores efectos que se suscitan.Se ha querido, por parte de la Asamblea Legislativa, encontrar aparentes remedios o mecanismos de combates para la corrupción expidiendo leyes que aumentan la pena para ciertos delitos contra la Administración Pública; aumentar el término de prescripción para los delitos que contra ella se perpetren; hacerlos, algunos, inexcarcelables, etc.y con ello se ha pretendido sostener que se acabará la corrupción.Esto es, en el lenguaje de Karl Popper, totalmente falsacionario, por no decir que anticientífico e ilógico.No obstante de ser admirable el esfuerzo, ello no lo hace aceptable en estricto rigor científico jurídico.La pena, sobre todo la de carácter aflictiva y restrictiva de la libertad, sostiene hasta la saciedad la moderna criminología y las actuales tendencias del Derecho Penal, no resuelve el problema del crimen y del alto incremento de éste.Por lo contrario, es vista como un factor generador de más criminalidad.En este sentido son interesantes los estudios que ha hecho el célebre criminólogo mexicano Luis Rodríguez Manzanera.Siendo así las cosas, hay que advertir que todo cuanto concierne a la corrupción gira a través de una clara órbita: la moralidad con que deben ser realizados y ejecutados todos los actos dentro de la Administración Pública.Se exige, luego, un mínimo de decoro y de transparencia necesarias; un cierto rigor de verticalidad y honestidad respecto a la conducta o comportamiento que deben connotar y denotar a las actuaciones de todos los funcionarios y usuarios del sistema administrativo.La cuestión reviste, para un tratamiento teórico-doctrinario, una importancia vital.Cada vez que se habla de corrupción mucho se está diciendo: la patria tiene mal olor; se han viciado los sistemas políticos; la justicia ha decaído en el abuso y la arbitrariedad; los representantes y asesores del Ejecutivo son sujetos de constantes cuestionamentos, sobre todo, los llamados "conectadores" o "mediadores" del sistema; la correcta prestación de un servicio público depende de la coima, la añagaza y la artería; pero también mucho se dice de los funcionarios del Estado de Derecho: se ha perdido todo vestigio de la seguridad jurídica; se ha trastocado la igualdad de todo ante la Ley; ya no rige el concepto del imperio de la legalidad; la consideración a la plena humanidad del hombre panameño o del extranjero es una utopía; la razonabilidad y logicidad de los actos públicos se han visto fuertemente impactados, etc.Es así como podemos sostener que la cuestión relacionada con el tema de la corrupción importa un problema de visión metodológica.Si nos ubicamos en una perspectiva idealista, haciendo trascender al hombre sobre la realidad del problema, estaremos dispuestos a encontrar métodos -caminos- que nos proyecten hacia las soluciones correctas del problema; pero si lo hacemos desde una dimensión realista, es obvio que, desde todo plano filosófico, poco habrá de importarnos el problema y sus soluciones.Hagamos, sin duda alguna, del "ser panameño", del "ser persona" nuestra principal perspectiva.Este es un mensaje claro tanto para la sociedad como para los resortes del poder político.Tomemos en cuenta al hombre y sus dimensiones ontológicas, epistemológicas, axiológicas etc.y en pro de esa entidad, de ese dualismo, materia y espíritu, trabajemos juntos por Panamá.No hay lugar a distintos sociales, políticos, de raza, sexo, etc.La Patria necesita oxigenarse de moral y transparencia.*En Filosofía, el idealismo es la corriente del conocimiento que postula que el hombre está por encima o sobre el objeto; por el contrario, el realismo filosófico traduce que el objeto está por encima del hombre o sujeto.El idealismo genético confiere al método singular importancia, entre tanto que el realismo genético tiende a disminuir o minimizar tal importancia.En esos sentidos debe ser analizado el presente escrito.