La importancia de la credibilidad
- Rosendo Torres (opinion@epasa.com)
Credibilidad, cualidad de creíble. Creíble que puede o merece ser creído. Creído en el buen sentido, sinónimo de confiado. De todas maneras estamos hablando de un componente de las relaciones entre seres humanos.
En el pasado, este término como correspondiente a una realidad, no era muy usado, pero en nuestros tiempos, con el desarrollo de la tecnología, con el avance en los medios de comunicación, con la interminable historia de la corrupción y las estafas, sale a relucir la necesidad de la credibilidad, no ya en lo que se dice o afirma sino en lo que se vende o promociona, lo que se vive o lo que se decide o se hace.
En una época de la vida, sobre todo en la niñez y en parte de la juventud, nos tragábamos todo lo que se nos decía como cierto, pero con los años y con los misteriosos comportamientos humanos, con las paradojas de la historia y con los resultados contrarios a las expectativas, devenimos a desconfianza en todo lo que se nos dice, sobre todo en cuanto a las bondades que se nos presentan de unas personas para un cargo o función, o de un trabajo o de una solución a un problema o a la de unos nuevos dignatarios. Aquí viene aquel dicho que repetimos: hay que ser como Santo Tomás, “ver para creer”. “Nisi videro... non credam” (Juan 20,25).
Y es que funcionamos sin darnos cuenta en gran parte de nuestros actuares a base de fe. Pero no la fe religiosa, la fe virtud teologal, sino la fe de la que hablan los epistemólogos cuando se cuestionan las fuentes del conocimiento humano y encuentran que el testimonio humano es una de las fuentes del conocimiento. La credibilidad puede ser en el campo humano, político, económico, comercial, educativo. La política, que la persona que escogimos para que dirigiera la cosa pública cumpla con las promesas que hizo. La económica, que las cifras de las entradas y las salidas del dinero público se ajusten a la realidad; la comercial que los productos que se nos anuncian o publicitan sean en verdad lo maravilloso que se nos presentan. La educativa, en que el docente, el espectáculo o el cantante que pregonan sea lo que se anuncia. Si no se cumplen esas metas, si lo pregonado, lo prometido, si la oferta no es lo que se anunció, entonces corroemos la credibilidad.
La credibilidad religiosa tiene el componente divino humano. Creemos en Dios, creemos en Jesucristo, en su Iglesia, en los hombres y mujeres creeremos mientras se ajusten a las exigencias del evangelio, mientras que Cristo pueda decir que es “mi Iglesia”. Si no hay credibilidad no hay gobernabilidad, Y si no hay gobernabilidad lo único que queda es la anarquía, caos. Que Dios no lo permita.
Sacerdote jesuita.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.