Los pueblos no toleran ya a dictadores
Lo que Panamá necesita es que se gobierne bien, que el pueblo se sienta bien administrado, que se satisfagan los anhelos de justicia. Y para gobernar bien, sobra la dictadura. En estos tiempos la palabra "dictadura" es sinónimo de "anarquía".
- Paulino Romero C.*
- /
- [email protected]
- /
- - Publicado: 26/3/2018 - 12:00 am
Somos enemigos de todas las dictaduras, sean de arriba o de abajo. Todas parecen igualmente odiosas, porque en todas ellas germinan los desastres nacionales. Llena está la historia de ejemplos de revolución y catástrofes que se deben a las "dictaduras de arriba". La dictadura de abajo ha producido efectos tan terribles como los que a estas horas padece Venezuela.
El comportamiento público del presidente Varela, luego de la manifestación multitudinaria del 9 de enero de 2018, en contra de la corrupción, que se acercó hasta su residencia y, a coro, le gritó repetidas veces "LADRÓN" y también del rechazo a las magistradas designadas Zuleyka Moore y Ana Lucrecia Tovar de Zarak, por la Asamblea Nacional (30/1/2018), se ha manifestado con arrogancia, agresivo y hasta amenazador. Algunos colaboradores muy cercanos al presidente habrían sugerido la necesidad de "un dictador político", un régimen político de fuerza. Pero, conocida la psicología de los que en Panamá aman la dictadura, podemos afirmar que tardaría poco tiempo en instaurarse el régimen de violencias.
No; lo que Panamá necesita es que se gobierne bien, que el pueblo se sienta bien administrado, que se satisfagan los anhelos de justicia. Y para gobernar bien, sobra la dictadura. En estos tiempos la palabra "dictadura" es sinónimo de "anarquía". Los pueblos no toleran un dictador, sea este civil o militar. Y dada esta gran verdad, que la experiencia de todos los días confirma, ¿cómo sostener que se debe gobernar contra la voluntad de los pueblos? ¿En nombre de quién?
Ni un solo ejemplo de dictadura podemos aducir para justificar tal situación en Panamá. Si se quiere partir del supuesto de que Juan Carlos Varela actúa como un dictador, recuérdese que en su reciente viaje a la República Popular China, suscribió varios convenios para impulsar la construcción de megaobras (tren ligero Panamá-David) a favor de las reivindicaciones obreras; es decir, aumentar la capacidad de empleos para la población, ampliando de ese modo la esfera de acción del pueblo.
Cuando surgió el actual desgobierno del presidente Varela, expresamos brevemente nuestra patriótica indignación. Nos pareció que rayábamos en la obnubilación traer al poder en esta hora peligrosísima a hombres representativos de la desmoralización nacional, a estos "yeyecitos" de la oligarquía criolla que no han dado a su patria un minuto de gloria ni siquiera de bienestar. Cien veces lo hemos repetido, porque es la idea de que se nutre nuestra política en lo que al problema específicamente panameño se refiere: nuestro pueblo sufre un proceso de extrema descomposición colectiva, o dicho de otra manera, el Estado panameño, suma de los organismos encargados de asegurar la convivencia nacional, ha perdido su autoridad y su eficacia. Ni el Ejecutivo al uso ni el Legislativo y Judicial ni el Ministerio Público suscitan en los panameños respeto ni esperanza.
Se impone, pues, una reorganización profunda de un nuevo Panamá político y administrativo. Ahora bien: reorganización política y administrativa significa una renovación de ciertas leyes y reglamentos, un mero cambio de vocablos que nada vale si no representa un cambio real en la sociedad. Reformar, transformar las instituciones públicas, es transferir el predominio que hasta ahora han ejercido unas ciertas clases, unos ciertos núcleos, unos ciertos hombres, a otras clases, otros núcleos y otros hombres; es modificar la mecánica histórica que ha producido la decadencia panameña.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.