Cartas desde el frente europeo
Racismo ilustrado
... deberíamos plantearnos por qué los discursos de los extremistas calan cada vez más profundo en las mentes de las generaciones más jóvenes. Qué ha sucedido con la educación y por qué es cada vez más parecida a una lobotomía comunal.
- Alonso Correa
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- - Publicado: 06/7/2021 - 12:00 am
El internet ha sido uno de los mayores apoyos para la creación y verificación de teorías sociológicas. Esta piscina de ideas, comentarios y acciones es el mejor caldo de cultivo para observar los micro y macromovimientos de la especie humana. Esta rama científica, al igual que muchas otras, jamás había tenido a su disposición un campo tan bien abonado para hacer germinar las semillas de sus bases como ciencia social.
La Ley de Poe no era una de sus bases, fuera de internet lo que propone tenía un valor casi nulo hasta hace menos de una década. Lo curioso es que desde su descubrimiento accidental no ha parado de repetirse y afirmarse. Esta teoría se creó sin querer en ChristianForums.com en 2005 cuando Nathan Poe colocó un comentario que decía: “Sin un emoticono que guiñe un ojo o alguna otra muestra clara de humor, es completamente imposible parodiar a un creacionista de tal manera que alguien no lo pueda llegar a confundir con uno de verdad”. En pocas palabras, sin una clara indicación de su creador, es imposible diferenciar entre una idea radical y una parodia de esta idea.
Y es que esta conjetura, desde que se le dio un nombre, se ha repetido una y otra vez con el auge de las redes sociales. Porque han sido las únicas capaces de unir a personas con pensamientos extremistas y entremezclarlos con humoristas que tratan de ridiculizar sus argumentos. La desventaja de este batiburrillo de opiniones es que los fanáticos de estos planteamientos, carentes de pensamiento crítico y sentido común, amplían los discursos con ridiculeces que parecen piezas claves del futuro idílico con el que sueñan.
Un ejemplo muy claro de la unión de la Ley de Poe y el desarrollo de las reflexiones actuales con la total falta de discreción acerca de qué es lo que entra en discusión, es un video que ha estado circulando por el internet en las últimas semanas, logrando más de 300 000 me gusta, en el que una mujer dice que el fin de la segregación es lo peor que le ha podido suceder a la comunidad negra en los Estados Unidos. Que a su parecer piscinas, baños, locales, fuentes, escuelas y vecindarios creados para la separación de las razas no es nada malo. Que es casi como un sueño. Que la separación entre ciudadanos de un solo país por el color de su piel sería la manera más correcta de poder trabajar en lo que ella cree que son problemas únicos de las comunidades afroamericanas.
Dos errores no crean una solución. Y no estoy diciendo que se deba restringir la libertad de expresarse de estas personas, toda opinión es válida hasta el momento en que restringe las libertades de los demás. Pero deberíamos plantearnos por qué los discursos de los extremistas calan cada vez más profundo en las mentes de las generaciones más jóvenes. Qué ha sucedido con la educación y por qué es cada vez más parecida a una lobotomía comunal.
No podemos arriesgarnos a perder nuestra autonomía frente a un exiguo grupo de totalitarios que por la poca cabeza que tienen abusan de los medios más simples para esparcir su odio por el mundo. Buscan esos puntos débiles, la gran crisis de la educación y la facilidad con la que llegan estos videos a las esquinas más alejadas de sus países para hacerse con ejércitos de ciegos que se guíen solo con el sonido de sus voces. Su megalomanía no les permite, o ellos no quieren ver, la enorme trinchera que están cavando entre comunidades y el genocidio de los avances de los derechos civiles que están cometiendo.
Estudiante panameño en España.
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