Panamá
Ser testigos del reino
Se fueron formando jerarquías regionales, con obispos, diáconos y sacerdotes. Comenzaron los concilios, sínodos y otras instancias de la Iglesia.
- Rómulo Emiliani
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- - Actualizado: 23/4/2022 - 12:00 am
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Para ser testigo de algo, uno tiene que asegurar que vio, presenció, o que de alguna manera evidente pudo comprobar que fue cierto lo que dijo. Sin pruebas claras, el testimonio se pondrá en duda. En el caso de los discípulos ellos aseguraron que vieron la tumba vacía, que se les apareció Cristo varias veces después de que resucitó donde estaban escondidos, o en la orilla del mar cuando estaban pescando, o que caminó con los dos de Emaús rumbo a su pueblo. Y que María Magdalena lo vio cuando ella estaba dentro de la tumba vacía.
Y la mayor prueba de que ellos lo vieron resucitado, que son testigos de ese magno, trascendental y único acontecimiento en la historia de la humanidad, es su comportamiento después de esas experiencias tan especiales. En Pentecostés se les quitó el miedo, salieron a predicar, les escuchaban en sus propias lenguas, hacían prodigios y señales, partían el pan por las casas, comulgando el cuerpo de Cristo y comiendo juntos, compartiendo sus bienes, y nadie pasaba necesidad. Tenían dones y carismas, siendo comunidades muy ricas en vida espiritual, fortaleciéndose cada vez más.
Resistían las persecuciones judías, romanas, griegas; aguantaban toda clase de improperios, incomprensiones, maltratos. Y muchísimos morían en los circos romanos comidos por las fieras, o descuartizados por salvajes gladiadores, o quemados vivos en las ciudades. Y permanecían firmes, serenos; morían perdonando a sus asesinos. Tenían que celebrar escondidos las eucaristías en las catacumbas romanas. Y se iban extendiendo por todo el imperio romano.
Se fueron formando jerarquías regionales, con obispos, diáconos y sacerdotes. Comenzaron los concilios, sínodos y otras instancias de la Iglesia. Empiezan a aparecer pensadores cristianos que terminan siendo teólogos. Aparecen entonces los "padres de la Iglesia", latinos y orientales, que enriquecen mucho a la Iglesia con sus reflexiones teológicas. Se van haciendo presentes los ermitaños, los anacoretas, y toda clase de gente creyente que huye a los desiertos, que renuncian a todo. Comienza a aparecer los cenobios, la vida religiosa de manera incipiente juntándose estos hombres en pequeños grupos. Empiezan a aparecer las reglas que organizan la vida comunitaria. El obispo de Roma desde el principio es considerado la autoridad máxima, el sucesor de San Pedro, el Vicario de Cristo.
Se crea desde el evangelio proclamado y vivido una moral cristiana, un estilo de vida propio de los que creen en el Cristo Resucitado. Los empiezan a llamar cristianos y se hacen sentir ya por su presencia en todos los estamentos sociales. Son pues los testigos de la resurrección. Discípulos y testigos. Así debemos ser nosotros. Pero para eso hay que vivir la presencia del Resucitado.
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