Panamá
Sobre nuestras realidades nacionales
En resumen, comencemos por afrontar una realidad muy nuestra, como si al levantarse uno muy temprano, se viera uno detenidamente en el espejo. No somos un país desarrollado, ni tampoco estamos realmente en vías de desarrollo.
- Arnulfo Arias O.
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- - Publicado: 01/2/2022 - 12:00 am
A veces, desde muy temprano, me golpea la inquietud por el futuro del país; por las generaciones nuevas. Si tomamos en consideración las estadísticas, encontramos razones más que suficientes para preocuparnos.
Podemos partir de hechos como los siguientes: aproximadamente el 10% de la población económicamente activa labora hoy para el Estado; el nivel de endeudamiento estatal tiene como causa, primordialmente, subsidios y planilla, que suman cerca de un 40% del presupuesto anual; casi el 20% de los embarazos por año se dan en menores de edad; el desarrollo urbano se asimila más a una gran rueda de ruleta rusa que a una planificación seria y detallada, quedando como prueba esa vía interamericana que más que recorrer nuestro país de punta a punta, divide las comunidades a lo largo de sus márgenes.
En resumen, comencemos por afrontar una realidad muy nuestra, como si al levantarse uno muy temprano, se viera uno detenidamente en el espejo. No somos un país desarrollado, ni tampoco estamos realmente en vías de desarrollo. Esas estadísticas teóricas que nos colocan como poseedores de riquezas que elevan a la población por encima del resto de América Latina, son como los poemas de gran Becquer: hermosos, pero descarnados de la diaria realidad del mundo.
Somos, verdaderamente, una nación empobrecida. Se pretende, por ejemplo, que desarrollemos el turismo como una panacea que podría engalanar nuestra dolida economía; pero a lo largo de toda la vía por la que pretendemos enseñarle al mundo nuestro rostro nacional, encontramos desechos de todas clases (especialmente plásticos), además de esa "basura" orgánica que alguna vez fueron mascotas supuestamente muy queridas en el seno de un hogar, y que quedan muertas y calcadas a lo largo de las carreteras, sin que siquiera eso mueva a nuestra sociedad a reaccionar. ¿Cómo, me pregunto yo, se pretende promocionar nuestro turismo y hacer de Panamá un destino para los turistas de países muy desarrollados, cuando no tenemos tan siquiera la capacidad para abordar esas pequeñas cosas?
No pretendo hacer por este medio una crítica distante, porque yo soy parte de esta sociedad, y quiero que mis hijos también crezcan aquí, donde han nacido; simplemente quisiera despertar en otros una inquietud que diario surge en mí. Con frecuencia recuerdo un artículo escrito por el periodista Carlos Montaner titulado "¿Por qué Panamá es Pobre?", en el que nos aborda con preguntas muy incómodas que sólo nosotros podemos responder. Una de ellas es la siguiente:"¿educan nuestras familias y nuestras escuelas para la disciplina, la búsqueda de la excelencia, la sujeción a la autoridad legítima, el respeto a la jerarquía, el cumplimiento de normas, incluida la puntualidad, y el establecimiento de metas individuales procuradas por procedimientos lícitos?". Dejémoslo de ese tamaño, por ahora.
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