variedades

Hombre en llamas

Por Rainer Tuñón - Publicado:
Hombre en llamas está basada en la novela homónima de A.

J.

Quinnell.

Fue llevada al cine en 1987 y Scott Glenn (quien trabajó con Denzel Washington en Training Day), era el protagonista del relato ambientado en Italia.

Aquella cinta pasó sin pena ni gloria por los cines, pues el género estaba decayendo y los materiales que se estrenaban en aquel entonces eran producciones de bajo presupuesto.

Pero, de todas formas, la historia va así.

Un ex marine perseguido por los fantasmas de los muertos que lleva en el hombro, alcoholizado y sin nada que peder, viaja para encontrarse con un viejo amigo que lo anima a convertirse en guardaespaldas de una acaudalada niña (Dakota Fanning, la mejor actriz de su generación.

Véanla en Yo soy Sam y confirmen esta premisa).

Durante la relación laboral, la niña encuentra ese lado humano del despojo hecho guarda espalda y justo cuando se solidifican los lazos, la pequeña es víctima de un secuestro, y ante la suposición de su muerte, se desata una venganza de proporciones gigantescas.

Si bien la primera versión era un filme de acción europeizado, con algunos elementos que destacar, su nueva versión, que cayó en manos del director que estaba destinado a trabajarla desde 1981, Tony Scott, es ligeramente superior, aunque peque de excesos y estereotipos recurrentes en este género.

De su guionista, Brian Helgeland, se valora Río Místico, Los Ángeles al desnudo y La venganza, esta última, más cercana a la temática del último filme de Scott, quien se ha destacado desde sus inicios con El Ansia hasta Juego de espías, Enemigo del Estado y la Marea Roja.

En fin, la primera mitad del filme es perfecta.

Conocemos a los personajes, nos interesamos por sus motivaciones, seguimos el florecimiento de la relación y definitivamente, entendemos el calvario de su protagonista Creasy (un Washington impecable, como siempre).

La segunda parte, en cambio, confunde, no aterriza y se queda en la superficialidad de la venganza por sí misma, sin convertirse en un vehículo de denuncia seria en cuanto al tema del Secuestro Express y la implicación de las más altas autoridades policiales en México, que Fernando Sariñana trabajó con mayor profundidad en Todo el poder (de hecho, más nada se supo de la Hermandad).

De todas maneras, Hombre en llamas es un poderoso filme de acción que cuenta con actuaciones intensas y un manejo inquietante del montaje y una calidad cinematográfica muy a lo Ciudad de Dios o Amores Perros.

Para algunos perturbadora, para otros muy digna de aplausos, el filme no es lo mejor de Scott, definitivamente, pero entretiene montones.

VALE LA PENA.

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